Escepticismo y pensamiento independiente

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ESCEPTICISMO Y CRÍTICA

Una estrategia para el investigador que se inicia, no importa en qué región del mundo, es, con escepticismo sistemático, estar dispuesto a criticar cualquier escrito científico por encumbrados que sean sus autores. Hay profesores universitarios inclinados a repetir el conocimiento generado por otros, entenderlo de la mejor manera posible y difundirlo con métodos que faciliten el aprendizaje. Serían las cualidades clásicas del docente paraguayo. Algunos, más pretenciosos en su misión universitaria, en un intento de simular actividades de investigación, siguiendo ideas y métodos de otros investigadores, reproducen los resultados de sus estudios, quedando conformes con este logro. Es más, pareciera que el objetivo de su proyecto fuera identificar lo que otros han encontrado ya y que eso les satisface porque valida su buena utilización de los métodos para alcanzar esos resultados, al demostrar que pueden concluir lo mismo que otros científicos, aunque no hayan generado la idea. Es decir, encuentran lo que esperaban encontrar, lo que es tautológico, y muy poco científico. Los verdaderos científicos desean hallazgos que sorprendan; ya decía Heráclito que «quien no espera lo inesperado no lo detectará». Si los resultados de sus estudios no coinciden con los ya publicados, los más honestos, que son la mayoría, decepcionados, muchas veces abandonan esa línea de indagación. Los menos, los deshonestos, modifican sus datos para adecuarlos a lo ya conocido, por no osar presentar algo novel; contrasentido doble: falta grave contra la ética de la investigación y búsqueda vana de la repetición. A unos y otros les aterra la incursión en territorio desconocido, pues, al desviarse de los paradigmas aceptados, se arriesgan a ver cuestionada su credibilidad, que solo se sostiene si sus hallazgos coinciden con resultados ya probados. Esta actitud es típica de ciertos estudios que en nuestras universidades se denominan de investigación. Sin embargo, aunque se podrían tipificar como protocientíficos, y válidos como inicio del largo proceso formativo, eso no basta para calificar esta actividad de científica ni a sus cultores de científicos, aunque tengan alguna publicación. Por suerte, hay profesores más escépticos, que cuestionan sistemáticamente lo conocido y cuyos estudios, más que mostrar un camino definido ya por otros investigadores, buscan errores, anomalías, áreas confusas o sin explicación definitiva en estudios previos. No hay descubrimiento científico sin alguna debilidad conceptual u observacional capaz de dar pie a una crítica que pueda devenir valiosa refutación o adelanto de una nueva propuesta. «La explicación es un error bien vestido», decía Julio Cortázar. Lo que parece obvio puede no serlo a unos ojos críticos. Esto es crucial en las estrategias de investigación, y aplicable tanto en los países de ciencia central como, más aun, en los de ciencia periférica, como los nuestros. Como decía el filósofo presocrático Demócrito: «En realidad, nada lo sabemos por haberlo visto con nuestros propios ojos; la verdad se oculta en lo profundo».

Entonces, con independencia de otros factores, el espíritu crítico es fundamental para el científico.

JUICIO INDEPENDIENTE

Quienes desean investigar en países sin tradición científica deben tener independencia de juicio, pensar por sí mismos, demostrar visión crítica del trabajo de otros investigadores y desarrollar un área de estudios propia. En la formación de todo investigador interviene un mentor, sin el que es muy difícil iniciarse, pues, salvo raras excepciones, la autodidaxia no es característica de la educación científica. La relación entre mentor y discípulo o grupo de investigación es esencial para la formación del científico y para la creación de los ambientes académicos necesarios para el florecimiento de la ciencia. La estrategia es aceptar la dependencia del joven científico de otro de más experiencia. Esa dependencia es temporal. Elegir un mentor es un paso inicial importante, pues hay mentores y mentores. La relación profunda, aunque no siempre fluida, entre mentor y discípulo está magistralmente descrita en el libro The Ars of the Masters, de George Steiner, a través del maestro griego Mentor y de su discípulo Telémaco, hijo del Ulises de la épica homérica y personaje de Fénelon en Aventuras de Telémaco (1699). Esta dependencia intelectual y espiritual durará unos años, el científico joven desarrollando ideas del mentor, trabajando en dominios elegidos por el mentor y con técnicas y experimentos diseñados por el mentor. El creciente ejercicio del espíritu crítico y del escepticismo por parte del discípulo, y su gradual apertura a otros científicos y áreas de estudio de su interés, lo llevarán en un momento dado a una ruptura. Esta resultará en un esbozo de pensamiento propio, primero crítico de los trabajos de su mentor, corrigiendo, difiriendo y apartándose de sus ideas, y abierto después a sus propios caminos, eligiendo por sí mismo áreas o nichos de investigación con juicio propio.

CONTRA LA CORRIENTE

La independencia de criterio es esencial en el ejercicio diario de la ciencia. Significa no dar por cierto todo lo leído o publicado y poder resistir la fuerza de las ideas de los científicos renombrados o de los propios maestros en la misma área de estudio. Ir contra la corriente. No temer desarrollar nuevos métodos, técnicas, enfoques o experimentos que se desvíen en sus diseños de los ya utilizados. Romper la dependencia cultural que supone pensar desde un país periférico a la ciencia aportando ideas nuevas que no se sustenten en métodos ni paradigmas conocidos. Estudiar áreas previamente no consideradas dignas de estudio por su aparente trivialidad o falta de historia. No hay trivialidad cuando se profundiza en la ciencia. Cualquier tema, visto con criterio científico, se vuelve un objeto válido de investigación si se respetan ciertos parámetros, no todos necesariamente establecidos para el paradigma por la comunidad de científicos. Tener la osadía de desviarse del rompecabezas que es la ciencia normal en el sentido de Thomas Kuhn, cuando el trabajo de la comunidad científica es llenar espacios vacíos solo dentro del paradigma central, casi un dogma que amordaza el vuelo de la imaginación. Para crear un nuevo rompecabezas que otros científicos tengan obligatoriamente que llenar.

En un programa de estrategias para facilitar la investigación en países con poca ciencia, el escepticismo y la independencia de criterio son cruciales para el crecimiento formativo. Sin embargo, no son exclusivos de estos países: son también esenciales en los de ciencia central. Es también una estrategia a veces obviar lo exótico y aceptar los casi dogmáticos presupuestos del rigor intelectual necesarios para el nacimiento y crecimiento de la actividad científica.

Instituto de Patología e Investigación

antoniocubillaramos@gmail.com

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