En París murió Rolando Paiva, el fotógrafo del río Paraná

A los 61 años de edad (nació en París en 1942), acaba de fallecer en la capital francesa Rolando Paiva, pintor y fotógrafo de origen paraguayo, sobrino nieto del presidente de la República Félix Paiva, e hijo de Emiliano Paiva Palacios, uno de los miembros de ese grupo de milicianos paraguayos que se fue a pelear durante la guerra civil española (1936-1939) a favor de la República y en contra del ejército fascista de Francisco Franco.

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Terminada la guerra, los que sobrevivieron esos tres años de duros combates, se refugiaron en Francia, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. Paiva y otros integrantes de aquel grupo inicial de milicianos paraguayos, decidió quedarse en Francia donde combatió al lado de la resistencia en contra de la ocupación del ejército nazi. En el libro “Milicianos paraguayos en la España republicana” de Víctor M. Martínez y Tomás Vera, se recuerda a Emiliano Paiva: “Un grupo de camaradas checos se instaló en los suburbios de Marsella. Con ellos estaba Emiliano Paiva. Desde esta ubicación, Emiliano se desplaza constantemente hacia otros sectores a cumplir misiones inherentes a su cargo de responsable de la organización de los comunistas extranjeros, en el sur de Francia. También realizaba periódicamente viajes a París, donde conoció a una camarada polaca de nombre Ángela Kot, con la que tuvo un hijo de nombre Ilya, nacido en 1942” (p. 118-119). Este chico es el que conoceríamos más tarde con el nombre de Rolando Paiva.


DOS VERSIONES

Sobre la muerte del padre de Rolando, existen dos versiones. Una de ellas es la que figura en el libro ya mencionado:
“En el curso de los meses previos al desembarco aliado, Paiva se desplazaba de un lado a otro cumpliendo instrucciones de organismos superiores. En 1943 es requerido urgentemente en París, hacia donde se dirige, y en los primeros días de 1944 desaparece de la escena. Entonces se supuso con justificada razón que habría sido detenido por la Gestapo, tal vez deportado a Alemania a los campos de exterminio y que en alguno de esos tenebrosos lugares terminó sus días este glorioso camarada, combatiente heroico, dirigente capaz y estudioso, un verdadero comunista que en lucha contra el nazismo dio su vida por la libertad del mundo. Emiliano fue nuestra quinta baja en los campos de lucha por esa libertad”. Aparentemente la idea de que su padre habría terminado sus días en las cámaras de gas nazis marcó profundamente la vida de su hijo Emiliano. Por su parte, Osvaldo González Real se propuso investigar en qué circunstancias habría muerto Emiliano Paiva. Encontró que entre las víctimas del campo de exterminio de Dachau figura “un paraguayo”, si bien no se especifica el nombre. Llevando adelante las averiguaciones, González Real sostiene que mientras era conducido en un tren con muchos otros prisioneros hacia Dachau, habría encabezado una rebelión de los prisioneros contra sus guardias nazis y, fracasado el intento de levantamiento, fue fusilado en el mismo lugar, sin haber tenido que pasar por la macabra experiencia de las cámaras de gas.


EL REGRESO A ASUNCIÓN

Rolando Paiva estuvo por unos pocos días en Asunción, en el año 2001, para presentar dos exposiciones fotográficas. La primera de ellas era un ensayo sobre el río Paraná, una colección notable de fotografías en blanco y negro, que recogían la vida en el río y alrededor del mismo a todo lo largo de su trayecto. La exposición ocupó los salones del Museo de Bellas Artes y para presentarla al público vino, especialmente invitado, Ernesto Sábato, con quien el fotógrafo mantenía estrecha amistad.

La segunda muestra fue en la galería de la Embajada Argentina. En este caso, las fotografías eran de estilo totalmente distinto a las anteriores. Eran también fotografías en blanco y negro, pero en las que utilizaba una técnica antigua, del siglo XIX. En una conversación que tuvimos en el mismo lugar de la muestra, Paiva explicó:
- Lo que yo utilizo aquí son técnicas que fueron inventadas en el siglo XIX por fotógrafos que con esta herramienta nueva, y recién inventada, ya se dieron cuenta que siendo una herramienta revolucionaria que iba a revolucionar la imagen del siglo veinte, un siglo que se avecinaba para ellos, vieron también sus límites, esa sujeción excesiva a la realidad, y buscaron formas, maneras o procedimientos que les permitieran modificar la realidad.

Y más adelante, hablando siempre sobre el mismo tema añadió:
- Bueno, creo que ahora podríamos decir el nombre de esta técnica. En realidad hay dos técnicas, que para mi gusto son las más libres, y es por eso que me han atraído. Una es la goma bicromada, y la otra se llama “rawling”. La goma bicromada es una técnica que algunos entusiastas la siguen haciendo hoy.

- En cuanto a la técnica llamada “rawling”, probablemente debo ser yo el único loco que la siga haciendo porque es demasiado complicada... Aunque, en realidad, no es muy complicada, pero comparativamente con las técnicas actuales, sí parece serlo y lleva mucho tiempo, es muy aleatoria y ha sido abandonada.


FOTOS ÍNTIMAS

Cuando habló sobre esas fotografías que en aquel momento estaba colgando en la galería de la embajada, dijo con una cierta nostalgia:
- Estos temas que acá se ven son temas de mi vida inmediata, de mi vida privada, de mis viajes; son temas muy subjetivos. Curiosamente, en el libro del Paraná, hay fotografías que se parecen mucho a algunas imágenes que están acá, como también esas mismas imágenes se repiten en mis pinturas y en mis grabados. Quiere decir que en el fondo, el hombre que se dedica a la imagen, descubre que el exterior le ofrece las imágenes que están ya en su interior. Pero al mismo tiempo, él como que proyecta su mirada hacia el exterior, de tal forma que él encuentra lo que tiene en su interior.

- Es como un viaje de ida y vuelta.

- Algo así, porque hay una especie de interacción del paisaje o del mundo exterior que le ofrece cosas, le ofrece preferentemente lo que está cerca de su propia visión, de su sensibilidad, y de su pensamiento, porque en el fondo, lo interesante de todo eso es buscar cuál es el procedimiento que permite expresar a través de una imagen, con la mayor precisión posible, un pensamiento. Para mí, el interés de una imagen es cuando puede vehicular un pensamiento, no un mensaje, un pensamiento; son dos cosas muy distintas.


LA COMUNICACIÓN Y LA TIMIDEZ INFANTIL

Rolando Paiva también habló cómo surgió en él esa afición por la fotografía:
- Es muy difícil contestar una pregunta así -dijo-, porque son cosas que se forman en un ser humano muy temprano. Una cierta timidez infantil me predispuso a mirar más que a hablar, y esta mirada tenía que suplantar la comunicación que me quedaba vedada a causa de mi timidez. Y allí nació mi pasión por la imagen, porque el código del mundo lo descifraba a través de la observación. De allí, a pintar, a hacer grabados o a fotografiar el paso ya estaba previsto, estaba como inscrito en mi trayecto.


RELACIÓN CON PARAGUAY

En otro momento, la conversación giró en torno a su ascendencia paraguaya. Durante la inauguración en el Museo de Bellas Artes, el viceministro de Cultura, Osvaldo González Real habló sobre su parentesco con Félix Paiva.

- Soy paraguayo -explicó- por parte de mi padre. El presidente Félix Paiva era mi tío abuelo. Somos una vieja familia paraguaya, y lo que para mí resulta muy conmovedor es que a través del libro del Paraná estoy volviendo al Paraguay por la misma ruta, por decirlo así, por el mismo camino; por la misma vía por la cual llegaron mis antepasados aquí, es decir, por el Paraná. De allí también la justificación por qué, de manera muy inconsciente, he elegido el Paraná como tema.

- ¿Cuánto tiempo le llevó realizar este ensayo sobre el río?

- Este ensayo me ha llevado tres años. Yo vivo en París, así que he venido regularmente numerosas veces por año, en diferentes estaciones, y he recorrido el Paraná de arriba para abajo decenas de veces. Al principio lo hacía en un orden más o menos determinado, más o menos geográfico, y, por último, me dejé guiar por mi instinto, que el Paraná mismo me dictara el orden que tenía que seguir.
A mi manera de ver me guió bien. Me gustaría que algún día otros fotógrafos trabajen sobre el mismo tema, a ver si ellos ven otro Paraná y que enriquezcan la visión del río. Mi idea era dejar una constancia para nuestros hijos de cómo era el Paraná en los últimos años del siglo XX.


DE PARÍS A BUENOS AIRES

- ¿Hace cuántos años vive en París?

- Nací en Francia, pero ahora vivo en París constantemente hace treinta años.

- ¿Y su relación con la Argentina, cómo se dio?

- Cuando yo era un adolescente francés, un día el azar me condujo a la Argentina. Tenía entonces quince años y me quedé unos doce años allí, años después volví a Europa. Pero, entretanto, la Argentina me sirvió como base para viajar mucho por el continente sudamericano, por muchos países de Sudamérica; no todos, lamentablemente, pero por muchos. Los he recorrido con ese entusiasmo que uno tiene cuando se es muy joven.

- ¿Y cuál fue el resultado de tantos viajes?

- El resultado profundo fue que estando yo en Europa, esos viajes, esas imágenes de paisaje y gente que yo he visto, comenzaron a sonar en mí como un eco muy teñido de nostalgia, como que tomé conciencia, una vez que lo había perdido, entre comillas, que este era como mi universo y mi paisaje, un paisaje con el cual yo estaba en connivencia total. Estos paisajes comenzaron a aparecer primero en mi pintura, eran paisajes como de una Sudamérica soñada. Ahora, con la fotografía, es una Sudamérica tal vez soñada, pero también muy leal, muy fiel a la realidad.


LAS PALABRAS DE SÁBATO

Durante el acto inaugural de aquella muestra en el Museo de Bellas Artes estuvo en Asunción, el escritor argentino Ernesto Sábato, quien pronunció las palabras de apertura. En esa ocasión dijo:
“He recorrido con emoción las fotografías de este libro de Rolando Paiva, como él lo hiciera a través de nuestro misterioso río mesopotámico, en él se nos revela el Paraná en imágenes estremecedoras de sus habitantes, de sus árboles caídos, de atardeceres bellísimos, de barcazas que, como nenúfares, son arrastradas por el incontenible caudal del río”.

“En las caras de muchachos y mujeres que viven a sus orillas desde siempre, sí, hay algo eterno, infinito, en la silenciosa majestad de este imponente río de América contemplado en estas fotografías. Paiva es un gran artista. Sus fotos expresan una sensibilidad humana y poética de gran envergadura”.
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