El Teatro de Villarrica

Con el último fulgor de la espada del aventurero coronel Albino Jara, desapareció aquel año de 1911 todo vestigio de revuelta, pero el Teatro de Villarrica, por cuyo escenario tantos grandes artistas nacionales e internacionales han pasado, quedó abandonado y sin butacas, nos cuenta el escritor Catalo Bogado en este artículo.

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El Teatro de Villarrica, por cuyo escenario han pasado tantos grandes artistas nacionales e internacionales, está relacionado con un sinfín de preciosas, encantadoras y, otras veces, tragicómicas historias, como la de aquel año del Centenario de la Independencia Nacional.

Corría el año 1911, cuando el ejército del coronel Albino Jara, con más de dos mil hombres armados y numerosos jefes y oficiales, se dirigió de Ka’i Puente (hoy Coronel Bogado) a Villarrica. Llegó a la capital guaireña a principios de marzo e instaló su cuartel general ocupando todos los establecimientos públicos y varias casas particulares, en especial casas de personas contrarias a sus planes, como las de los hermanos Francisco y Vicente Ortiz, cofundadores del centro El Porvenir Guaireño y padre, el último, del poeta Manuel Ortiz Guerrero, «Manú».

La familia Ortiz y otros dirigentes liberales, ante la imposibilidad de oponerse al atropello, decidieron abandonar la ciudad y marchar hacia Paraguarí, donde estaban acampadas las fuerzas regulares. Manú, con diecisiete años cumplidos, marchó con ellos para, desde allí, «retar al tigre», como escribiría en su poema «La canción del soldado».

Al segundo día de la ocupación, el coronel Jara, comandante de las fuerzas revolucionarias, mandó llamar al intendente de la ciudad, que entonces era el señor Arturo Voigt, y le pidió que le «prestara» todo lo depositado en el arca municipal para la terminación del teatro. Ante la amable solicitud de un coronel rebelde al mando de dos mil hombres armados, el intendente entregó el dinero que tenía celosamente guardado y registrado en un libro con los respectivos comprobantes. El monto del dinero «prestado» ascendió a dieciocho mil pesos fuertes, suma que estaba reservada para el pago al señor Hans Shallman por la construcción del Teatro Municipal. Dada la manifiesta preocupación del señor intendente, el coronel Albino Jara expidió, para tranquilizarlo, un hermoso recibo que llevaba su firma y la leyenda, en letras mayúsculas: «Préstamo de inversión».

La ocupación de Villarrica duró hasta el 7 de mayo de 1912, periodo que los rebeldes llamaron «de preparación para el asalto final», o sea, para atacar al ejército del gobierno provisional acampado en espera de ellos en Yvytymí, localidad sita a unos cincuenta kilómetros de la capital guaireña.

Después de tentativas infructuosas y de simulacros sin importancia, finalmente se libró la batalla en Paraguarí desde el 10 hasta el 12 de mayo, día que concluyó con el triunfo de las fuerzas gubernistas, la dispersión total de los rebeldes y la posterior muerte del coronel Albino Jara en la citada ciudad a consecuencia de una herida de bala recibida en medio del combate. Numerosos prisioneros cayeron en poder de los vencedores, conducidos por el coronel Escobar y el comandante Chirife.

Con el último fulgor de la espada del aventurero coronel Jara desapareció todo vestigio de revuelta, y la fracción liberal denominada jarista expiró para siempre. Renació en todo el país, como tantas otras veces, la calma promisoria de reconstrucción y trabajo… Pero el Centenario de nuestra Independencia Nacional aquella vez se quedó sin ser conmemorado con su anunciado festejo, y el Teatro, como hoy, sin sus butacas y abandonado.

Tras los percances señalados, en 1914, durante la administración del intendente municipal de la ciudad don Cosme Codas, el Teatro fue inaugurado. Desde aquella fecha, el Teatro de Villarrica se convirtió en la proa de la cultura nacional, hasta que, ante la inminencia de su centenario, fue cerrado para su «restauración y puesta en valor».

Se suponía que iba a ser reinaugurado, tras la «gran refacción» que el Ministerio de Obras Públicas (MOPC) se comprometió a realizar, ya en el año 2013. El proyecto comprendía dos etapas: una de ampliación de la infraestructura del Teatro y construcción de camerinos, baños y oficinas, con una inversión de 997 millones, y otra de equipamiento, para lo cual se requerían unos 2.000 millones. Hasta donde yo sé, el Consorcio EDEC Ingeniería, a cargo del ingeniero Emmanuel de Colleville, ganador de la licitación, había abandonado las obras por incumplimiento en los pagos… 

En estos días de primavera esperanzadora estuvo por la «ciudad andariega» el nuevo ministro del MOPC, que prometió encargarse de esta y otras obras públicas. Ojalá esta vez, que ya es hora, cambie la suerte de esta casa que fue escenario y testigo de las emociones de tantas generaciones.

catalobogado@gmail.com

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