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¿Existe o no basura literaria en España y en otras latitudes?
Por doquier hay la basura literaria. Como no podía ser menos en un mundo donde la basura, en general, reina. En un mundo donde las cosas duran menos que nunca, incluidas las cosas sociales, por tanto las relaciones con las personas, los animales y los lugares, es lógico que las crónicas que dan noticia del mismo también queden afectadas y se desechen con rapidez. En la biblioteca pública de Salamanca, por ejemplo, alojada en un bello palacio gótico, me sorprendió que uno de mis libros estuviera alojado en los sótanos, lo que llaman el depósito.
“Ah —me contestaron—, será que se publicó hace más de diez años”. Salí con aire compungido. O sea que un libro con diez años se considera cadáver y por eso se llevan a la cripta, el cementerio subterráneo que en la jerga de las burocracias modernas ha pasado a denominarse “depósito” (depósito de cadáveres). Por supuesto, hay otras razones para explicar tantos desechos literarios. Todo el mundo se cree escritor. Hay gente que manda a sus hijos a una escuela de creación literaria y paga fortunas. Los pobres ilusos albergan la secreta esperanza de que su hijo o hija llegarán así a ser grandes escritores. ¿Por qué? Porque se ha extendido la creencia de que la literatura forma parte del capital humano en el que se puede invertir como en un saco sin fondo. El acceso universal a la educación en las democracias avanzadas conlleva este tipo de prejuicios como un precio lastimoso que debemos soportar.
¿Ha perdido humanismo la literatura?
Sí, porque el oficio del escritor se ha deshumanizado. Por un lado, entiende como un conjunto de técnicas que uno se puede aprender si se compra los fascículos en su quiosco, igual que se puede comprar revistas para aprender a cocinar. Por otro, se cree que todo es posible en cuestión de estilos. Así como la persona en general vale más si “crece” continuamente, es decir, si acumula nuevas experiencias (por cientos), así, en algunos casos, la originalidad literaria se convierte en una obsesión y lleva a mezclas que nadie entiende, ni su propio autor. En otros casos, la humanidad se pierde por la ambición comercial: muchos escritores se apuntan a las modas (tanto de temas como de estilos narrativos) para ser éxito de ventas. Por último, destacaría el desafío de las nuevas tecnologías. Con internet y los libros electrónicos está servido el copiar, alterar más o menos levemente párrafos y pegarlos en un documento nuevo que se hace pasar por propio. La cantidad de versiones híbridas posibles es infinita. El género híbrido desafía la idea de originalidad y de autenticidad.
¿Qué libros recomiendas a los jóvenes?
Los clásicos, sin duda. Que comiencen por autores del siglo XIX (Balzac, Dickens, Dostoievski) y luego salten al siglo XX (Proust, el Joyce del Retrato del artista adolescente, Rulfo, Julien Gracq). Que se olviden del XXI hasta que dejen de ser jóvenes, por tanto, tal vez para siempre.
¿Cómo escribir poemas en medio de tanta crisis, desempleo e intolerancia?
Muy sencillo, llevándose las manos a la cabeza, imitando al personaje pintado por Edvard Munch en “El grito”.
¿Cuáles son los escritores de Latinoamérica que son leídos en la patria de Cervantes?
Cada vez más, por fortuna, pero hay algo de perverso en la nueva ola editorial latinoamericana en España; me explico: pasado el furor del realismo mágico, ahora los sellos editoriales españoles se esfuerzan por conceder muchos premios a autores latinos. Eso sería bueno si fuera sincero, pero resulta que los patronos de las grandes editoriales (y los de las pequeñas también) constantemente aluden a que lo que les salva de los números rojos desde hace años, por la grave crisis que padecemos en España, es el mercado latinoamericano. Así que uno no puede evitar pensar mal.
Publicitan autores latinos porque les remuerde la conciencia, como compensación ante la rabiosa explotación del mercado latino.
¿Qué papel juegan las redes sociales en la difusión de la poesía?
Soy de los que opinan que se sobrevalora el papel de las redes en general.
Ahora hay una manía por explicar cualquier fenómeno social (desde las manifestaciones hasta los asesinatos) por las dichosas redes. Pero la verdad es que decir que las redes lo explican todo es como decir que no explican nada. Imaginemos que a cada ciudadano le da por escribir un poema cada día en su blog. Tenemos entonces millones de blogs con trillones de poemas. Si repartimos el tiempo de lectura, suponiendo que todo ciudadano dedica un tiempo prudente a leer poemas de otros (lo cual es mucho suponer), la probabilidad de que te lean un poema será menor en este contexto nuevo que si lo hubieras publicado en papel, en un escenario tradicional.
Esta es la simulación más optimista, el modelo más racional, digamos. Pero existe otro que también puede darse, y es que, ante la situación planteada, la gente compita por recibir visitas, como lo hace ya por acumular amigos en facebook. Cuantos más amigos incorporas, más vales. Cuanto más crezca el número de los que pusieron “me gusta” en la visita a tu página para leer tu poema, mejor poeta eres. Obviamente esto es una locura en toda la extensión de la palabra, es decir, una enajenación total de la poesía, destrozada por una mezcla de narcisismo y mentalidad consumista.
NECESITO UN MASAJE
Mientras esperas,
sentado en el sofá,
que se pose la mano tibia,
ha de pasar sobre la tierra
un silencio de niños dibujado,
el traje del obrero con polvo de pastel,
y luego pequeñas cosas: delfines
flotando en azulejos, el impulso
misterioso de músicas lejanas.
Mientras esperas que los azulejos
de tu cuerpo brillen entre sus manos,
tienes el derecho a creer
que nunca acabaremos
porque no somos la nube
sino algo más ligero,
una huella que dejó el cielo:
viento
celeste.
Fernando Gil Villa
POESÍA PARAGUAYA
El Chaco
Tierra de origen vago y misterioso,
de calidez hostil, vasta y silente.
Coto del indio bravo y la serpiente,
del tigre siempre alerta y cauteloso.
En su mundo nutricio y salitroso
—llanos de soledad, fosca y mordiente—
el requiebro del agua no es corriente
y el ataque del bosque es alevoso.
Allí sentó la hazaña sus reales.
El español hizo brillar su espada
y el nativo sus flechas espectrales.
Y centurias después, los mocetones
cubrieron esa tierra violentada
con fiereza de tigres y leones
Sus abras solitarias, sus desiertos,
la mudez de sus vastos quebrachales
vieron pasar, por altos pajonales,
las sombras del espanto, con sus muertos.
La guerra, con sus fúnebres conciertos,
volvía de otro modo. Fantasmales
soplaban ya sus vientos y, fatales,
los humazos del plomo, recubiertos.
Con las duras cadenas de sus soles
el Chaco milenario aprisionaba.
Las albas de limón, sin arreboles,
secaban los suspiros y el aliento.
Mas la patria la suerte se jugaba
y había que escuchar gemir el viento.
José Antonio Bilbao