El neorrevisionismo de Maestri en “La guerra sin fin”

El libro “Guerra sin fin. La campaña defensiva: 1866-1870”, que será presentado mañana a las 19:00 horas en la Sala Americana del Archivo Nacional de Asunción (Mariscal Estigarribia esquina Iturbe), completa el conjunto de los cuatro tomos dedicados por el historiador brasileño Mario Maestri a la Guerra contra la Triple Alianza.

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En La campaña defensiva: 1866-1870, cuarto y último tomo de su obra sobre la Guerra contra la Triple Alianza, Mario Maestri, basándose en su investigación de la documentación primaria, plantea la necesidad de una lectura crítica del neorrevisionismo histórico sobre este conflicto. Presenta un Paraguay bajo la dirección de José Gaspar de Francia, en el que vence la revolución democrática derrotada en el Uruguay de Artigas en 1820. Bajo el orden francista, el 30 de septiembre de 1813 mil cien delegados inician la constitución de un rústico Estado-Nación apoyado por la población plebeya de campesinos y productores independientes de raíces culturales hispano-guaraníes. La restauración pro-oligárquica lopista, a partir de los años 1840, no llegó a expropiar a los chacareros debido a la debilidad relativa de los grandes propietarios y a la importancia de los campesinos en la defensa de la independencia y en la supervivencia del núcleo gobernante lopista.

El largo período francista permitió la constitución de un ejército de extracción popular y la formación de las milicias rurales de urbanos, reuniendo prácticamente a todos los hombres libres. Esto permitió una gran capacidad de movilización general de la población, y su adhesión a la guerra de defensa nacional, que precipitó la despoblación masculina. La movilización militar traspasó las franjas de edad consideradas aptas para la guerra, enrolando cada vez más ancianos, adolescentes y, por último, niños, utilizados primero en actividades militares de apoyo y después como soldados, desgarrando los segmentos masculinos de un país que contaría entonces con quinientos mil habitantes. Documentación en mano, Maestri muestra que para septiembre de 1867 los reclutas eran prácticamente todos niños y adolescentes de entre diez y dieciséis años y que en 1867 ya eran escasos los hombres adultos sanos en los campos paraguayos. Así sustenta que la idea de un Paraguay con alrededor de un millón de habitantes no se puede sostener. Con tal población, el ejército lopista hubiera reclutado más de doscientos cincuenta mil soldados, con lo que se podría pensar en un final diferente de la guerra.

Explica que la escasez de alimentos puso de manifiesto la importancia del campesinado paraguayo y el papel tradicional de la mujer en la economía agrícola, herencia cultural guaraní. Esto explica por qué el país no se desestructuró en forma aún más acelerada. La agricultura campesina paraguaya se apoyaba esencialmente en el brazo humano. En diciembre de 1866, El Semanario registraba que las abundantes lluvias habían propiciado la expansión de la siembra, ya totalmente en manos de las mujeres.

Sostiene que con la derrota en Riachuelo el 11 de junio, y la rendición en Uruguayana el 18 de septiembre de 1865, la orden del mariscal-presidente Solano López de volver a Paraguay el 3 de octubre de 1865 puso fin a la campaña ofensiva. De expedicionaria y expansiva, la guerra se convertía en nacional y defensiva. Nos recuerda que sigue en debate el «Plan de Guerra Paraguayo» al estallar el conflicto el 12 de noviembre de 1864 con la captura del vapor Marqués de Olinda; es decir, cuáles eran los objetivos tácticos-estratégicos del comando de las fuerzas armadas paraguayas en la campaña ofensiva.

El inicio de la guerra defensiva 

Nos muestra cómo el 4 de noviembre de 1865 los ejércitos paraguayos en retirada (27.000 hombres) concluían la arriesgada travesía del Paraná, a través de Paso de la Patria, desde el puerto de Corrales. Cita a Efraím Cardozo: «Se había evacuado íntegramente el Ejército del Sur, con todo su bagaje y artillería, sin perder un solo soldado» y nos recuerda que las tropas paraguayas, curiosamente, no habían sido jamás acosadas por la marina imperial, a excepción de algunos disparos desde lejos.

Sobre las tropas imperiales, escribe que en Brasil era grande la oposición popular al enrolamiento, sostenida frecuentemente por propietarios opuestos a la partida de mano de obra a Paraguay. Reproduce la carta a la condesa de Barral donde don Pedro registra la rebelión en Armazao de soldados que se negaban a ir a la guerra. Y una carta confidencial al ministro de guerra de principios de 1867, en la cual el presidente de la provincia de Minas Gerais habla de conscriptos en la cárcel esperando salir a Río de Janeiro: «he ordenado que se les retiren las esposas en Petrópolis, para evitar que lleguen a la corte esposados, como salen de los diversos puntos de donde se envían». Y cita a Benjamín Constant, que recordaba: «[...] exceptuando aquellos pocos que son camaradas de oficiales o empleados, la mayor parte de esta pobre gente no tiene una tienda que le sirva de refugio, duermen a la intemperie, expuestos al sereno y a las lluvias, muchos sin mantas, sin capotes», sujetos a enfermedades «con mucho mayor intensidad».

Finalmente, recuerda que, si bien la resistencia armada a los invasores terminó en Cerro Corá el 1 de marzo de 1870, la Triple Alianza comenzó a consolidarse en Paraguay desde enero de 1869 con la destrucción del ejército nacional en Lomas Valentinas. Para entonces los aliancistas detentaban el control de la navegación del río Paraguay, ocupaban la capital histórica y ejercían dominio de hecho sobre crecientes regiones del territorio paraguayo. El 15 de agosto de 1869 establecieron un gobierno provisional seleccionado por los jefes aliancistas, sin representatividad alguna, que refrendó la violencia y hundió aún más el Paraguay.

Al final del libro, nos dice: «La gran derrota de Paraguay no fueron las tierras que perdió, en general en litigio. Ni siquiera la población diezmada en el conflicto. Las pérdidas de Francia en las guerras napoleónicas fueron también aterradoras: 550.000 soldados solo en la campaña rusa. Sin embargo, el país reconstruyó la población y reconquistó la magnificencia anterior. La gran pérdida paraguaya, que comprometió indiscutiblemente el proceso histórico creciente del país, fue la destrucción de la fuerza y cohesión de la población campesina, diezmada en la resistencia heroica y dispersa a continuación, dentro y fuera del país, por las privatizaciones de las tierras públicas, sobre todo. Para vencer y consolidarse, la agresión imperialista contra el Estado paraguayo se dio a través de la contrarrevolución social que aplastó a la clase campesina, la gran fuerza del país».

Por todo lo expuesto se puede decir que estamos ante un trabajo clave para entender el neorrevisionismo de la mayor confrontación bélica en la historia de América del Sur.

Mario Maestri 

Guerra sin fin. La Triple Alianza contra el Paraguay. La campaña defensiva: 1866-1870 

Asunción, Intercontinental, 2018.

Los libros Guerra sin fin. La Triple Alianza contra el Paraguay. La campaña defensiva: 1866-1870 y El Mar del Plata. Dominación y Autonomía en el Sur de América, de Mário Maestri, y Revisando la revisión. Genocidio americano: la Guerra del Paraguay de J. J. Chiavenato, de Silvânia de Queiróz, serán presentados en la Sala Americana del Archivo Nacional de Asunción (Mariscal Estigarribia esquina Iturbe) mañana, lunes 16 de julio, a las 19:00 horas. Acceso libre y gratuito para todos los interesados.

jorlita@hotmail.com

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