El idioma guaraní: su naturaleza polisintética

Apropósito de dos publicaciones bajo la firma del señor Enio Quevedo, en el Suplemento Cultural de ABC Color, me siento obligado a aclarar algunas cuestiones puntuales que se pueden leer en esas publicaciones. Debo señalar antes que nada que me complace el trabajo publicado por el Sr. Quevedo, aunque no concordemos en algunas cosas.

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Lino Trinidad Sanabria

El libro que he escrito y publicado, bajo el título de “Polisíntesis Guaraní” y que tomó como base el Sr. Enio Quevedo para formular sus observaciones, es un trabajo de investigación, no solamente sobre la tipología del idioma guaraní, sino que contiene también análisis sobre lexicogénesis, formas de crear palabras, tanto en guaraní como en castellano y otras cuestiones de orden lingüístico. Y aclaro, antes que nada, que no me creo absoluto de la verdad y por lo mismo, no acostumbro ni quiero pontificar.

Y justamente, el Dr. Adriano Irala Burgos, uno de nuestros connotados intelectuales desaparecido recientemente, escribió en el prólogo de “Polisíntesis Guaraní” esta frase entre otras: “No debe buscarse en este volumen capítulos que pontificalmente nos digan la verdad”. Adriano me conocía muy bien y me sentí complacido al leer ese párrafo en su prólogo a mi libro.

Por mi parte, he dicho en su Introducción (pág. 5) que si, “además de cumplir con la formalidad académica de rigor, logro contribuir a un mayor conocimiento del Avañe'ë, estaré inmensamente motivado para proseguir en el estudio de la filología guaraní”, porque el libro lo escribí como tesis en el Curso de Postgrado en el Área de Lingüística y Filología Guaraní en la Escuela de Postgraduación Académica de la Universidad Nacional de Asunción. Defendí mi tesis con nota cinco (5), que es la máxima calificación para este tipo de evaluación. Lo que quiero decir con todo esto, es que ese modesto trabajo mío tiene un respaldo académico y lo he publicado precisamente para confrontar las ideas expuestas en él, con otras que puedan surgir en torno a nuestra lengua nativa.

No existen lenguas puras

La única lengua pura, si existe, es aquélla que nunca entró en contacto con otras lenguas. En este sentido, aunque le sorprenda al Sr. Quevedo, me reafirmo en que el Guaraní no es una lengua pura. Tiene varios vocablos incorporados del castellano y de otras lenguas amerindias. Del castellano, ha incorporado en forma lisa y llana “lata, valle, mata, piña”, etc; esto sin modificar ni su grafía ni su fonética y por la vía de la transfonetización, ha incorporado mayor cantidad de vocablos castellanos. Hay en el Guaraní vocablos transfonetizados que son de origen francés, inglés y hasta árabe.

La transfonetización como una forma especial de préstamo, se hace cambiando la fonética y a veces la grafía del vocablo. El objetivo es no dañar la estructura silábica de la lengua incorporante. Ejemplos de éstos hay muchísimos en Guaraní y en otras lenguas. Así tenemos “ovecha, kavara, kurusu, kirito”, etc. Estos vocablos no fueron creados en laboratorio, sino que fueron acuñados por los soberanos de la lengua: los hablantes. Lo que ocurre es que estamos manejando alternativamente dos lenguas muy diferentes entre sí, en su morfología, su sintaxis y en su estructura silábica y desconocemos o se nos pasan desapercibidos muchos aspectos de la lingüística. El guaraní no tiene, por ejemplo, consonante licuante. Esa es la naturaleza de su estructura silábica y el castellano, sin embargo, tiene muchísimos vocablos con ese tipo de consonantes. En Guaraní, es la misma conformación bucal la que lleva al hablante natural a eliminar las consonantes licuantes y finales. Cuando los Karios escucharon la palabra “Cristo” y quisieron pronunciarla, les salió “kirito”. Sin proponerse, eliminaron las consonantes “r” y “s”, que son las llamadas licuantes en ese vocablo.

Es la misma lengua la que defiende su estructura silábica rechazando las consonantes mencionadas o eliminando las consonantes finales, sustituyendo la “n”, por ejemplo, por una tilde nasal sobre la última vocal de la palabra (“aramirõ” en lugar de almidón, “merõ” en lugar de melón, etc).

Esto es así de sencillo que si le pedimos a un guaraní-hablante natural que pronuncie la palabra “electrodo” va a eliminar, naturalmente las consonantes “c” y “r” porque son licuantes y va a pronunciar aproximadamente así: “eleytoródo”. Y ésta sería una correcta transfonetización. Aquí debo aclarar también que estoy de acuerdo que se incorpore la palabra “electrodo” al guaraní, pero que sea por la vía de la transfonetización para no dañar la estructura silábica del guaraní. Además, hay que ver si no existe ya una palabra en guaraní equivalente a “electrodo”. Hace un tiempo, he visto por las calles de Asunción unas inscripciones por un vehículo automotor que hacia alusión a una fábrica de electrodos y mencionaba como nombre de la fábrica “itarendy”.

Este puede ser un vocablo acuñado ya por alguien y si es consagrado por el uso, no tenemos por qué rechazarlo, ni buscar palabras antojadizas como “itanarãmbojaha”. Y aquí debo aclarar también que esta palabra no es de mi creación o la otra “mba'asy oporomohatãmbáva ha omokuruchiva” como equivalente de “tétano” que menciona el Sr. Quevedo como creación de un "especialista". Le pido al Sr. Quevedo que no confunda las cosas. Esas aberraciones ni son mías ni son de un especialista. Debo aclarar también que la naturaleza tipológica de una lengua no se altera aunque se pretenda alterarla. Así que el carácter polisintético del guaraní no se alterará por el hecho de que alguien esté creando y publicando esas aberraciones

Utilización rudimentaria

Quiero insistir en esto: Existe mucha confusión respecto del “jopará”. Utilizamos un guaraní muy rudimentario por falta de conocimiento. El hablante no tiene abundante vocabulario en uso en guaraní, a pesar de existir lo suficiente dentro de la lengua, pero no lo utilizamos por falta de una práctica correcta.

Utilizamos innecesariamente los hispanismos en guaraní, aún disponiendo del vocablo guaraní correspondiente. Muchos son los que dicen, por ejemplo, “aha che trabajo hápe”, en lugar de “aha che mba'apohápe” y algunos defienden este jopara con el pretexto de que “trabajo” es una palabra más conocida que “mba'apo”. Algunos dicen “che compañero” en lugar de “che irû”, porque “compañero” entienden todos y la palabra “irû” pocos son los que entienden.

Daré también un ejemplo de transfonetización del guaraní al castellano, ejemplo en que podemos apreciar la adaptación del vocablo guaraní a la fonética castellana. En efecto, el nombre originario del animal mamífero llamado “anta” en castellano, en guaraní es “tapi'i”. Por eso cuando los guaraníes vieron por primera vez una vaca, la bautizaron con el nombre de “tapi'i guasu”. El castellano posteriormente incorporó en su léxico el vocablo “tapi'i” como sinónimo de “anta”, pero transfonetizado quedó en “tapir”.

Actualización léxica

La actualización léxica es un procedimiento utilizado por todas las lenguas vivas del mundo. Ninguna lengua ha de dejar de darle un nombre a los nuevos objetos, productos de nuevas creaciones, descubrimientos e inventos. Las lenguas que no hacen esta actualización léxica están destinadas a morir. Solamente las lenguas muertas no actualizan su léxico. Esto es tan claro como básico en lingüística.

Formas de actualización léxica
Las tres formas más conocidas y más utilizadas por las lenguas, son: a) el préstamo; b) la transfonetización; y, c) el neologismo.

Aunque a mí también me resulta molesto tener que explicar cosas muy rudimentarias, tendré que hacerlo: el préstamo liso y llano es incorporar con el mismo significado a una lengua un vocablo de otra lengua sin modificar, ni su grafía, ni su fonética; la transfonetización, por su parte, es el mismo préstamo pero adaptando el sonido a la fonética de la lengua incorporante y modificando a veces su grafía. Por último, el neologismo que es la creación de nuevas palabras conforme a la estructura de la lengua de que se trata.

Los neologismos son palabras nuevas que se crean en una lengua pero debe hacerse respetando la estructura de la lengua y procediendo de acuerdo a la técnica denominada “lexicogénesis”, conociendo la tipología de la lengua y no en la forma que sugiere el Sr. Quevedo.

Llamarle a la oveja “Kurehaguemorotîva”, es simplemente un disparate. Y aquí quiero aclarar que yo puedo cometer errores y decir también algún disparate y me haré cargo del mismo si por ahí aparece, pero le pido al Sr. Quevedo que no me adjudique los disparates ajenos. Por ejemplo, el ya mencionado “kurehaguemorotîva” que él está sugiriendo; o las aberraciones tales como “mba'yrumyijepurukarepy” (taxi) o esta otra “mba'embipurumoha'angaje” (fotocopiadora), que son disparates ajenos y no míos. Me permito recomendar amigablemente a Quevedo que lea mi trabajo sobre los neologismos publicado en el Suplemento Cultural de ABC Color del 01/09/02. En esa oportunidad ya expresé mi desazón por la forma antojadiza en que se está creando estos supuestos neologismos.
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