El fraude del oro: los préstamos al Paraguay de 1871 y 1872 (final)

Del libro de Harris Gaylord Warren, Paraguay: Revoluciones y finanzas (Servilibro 2009), damos a conocer este capítulo:

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Terrero cumplió la misión que se le había encomendado y, el 27 de mayo de 1872, firmó con Robinson, Fleming & Cía. el acuerdo para lanzar el llamado Préstamo de Obras Públicas de 1872, por el valor nominal de £2.000.000. El acuerdo gravaba los "ingresos generales, propiedades, tasas, impuestos, bienes raíces, minas, canteras, casas, edificios, ferrocarriles y en particular los ingresos de aduana de la República (sujetos sólo al gravamen del Préstamo de Obras Públicas de 1871)". Los inversionistas iban a pagar £85 por cada bono de £100, que le darían al Paraguay £75, o sea que las condiciones eran más favorables para el Paraguay que las del préstamo de 1871, porque el mercado era mejor. Waring Brothers, de nuevo, se encargaría de la emisión y pagaría a Robinson, Fleming & Cía.    2 libras y 5 chelines de la diferencia de £12 entre el precio de emisión de £85 y las £73 debidas al Paraguay. De nuevo (como sucedió con el préstamo de 1871), Waring podía apoyar el mercado, y lo hizo "comprando" £1.500.000 de la emisión para impedir las maniobras tendientes a bajar el precio de los bonos. Waring, por su parte, revivió el sindicato de 1871 y convino en compartir los beneficios o pérdidas en la proporción del 40% para sí, 40% para Grant Brothers y 20% para Samuel Laing.   

El prospecto, de fecha 31 de mayo y publicado al día siguiente, era de nuevo una entusiasta exageración de las posibilidades reales del Paraguay. Mencionaba la asignación de fondos hecha por el Senado en febrero de 1872 para el empleo del préstamo de 1871, y repetía las afirmaciones básicas del prospecto de 1871, pero omitía toda mención de la deuda interna y cualquier dato sobre los ingresos corrientes del país. Aparentemente, el préstamo tuvo un exceso de suscripción, pues se recibieron solicitudes por valor de £3.800.000, pero Waring Brothers "compró" £1.308.000 entre el 31 de mayo y el 21 de junio, el día fijado para la cotización. Robinson, Fleming & Cía. certificó que "el monto total de Préstamo de Obras Públicas de la República del Paraguay, con interés de ocho por ciento, emitido por nosotros, por el valor nominal de £2.000.000, ha sido plenamente suscrito por el público y colocado sin reserva, y pagada en depósito una cuota de 15 por ciento sobre el monto". Eso resultaba engañoso —si no una perfecta mentira—, porque todos los bonos "comprados" por el sindicato y Robinson, Fleming & Cía. eran para el gobierno paraguayo y de ningún modo podía creerse que estuviesen en manos del público.   

A los financistas londinenses les había ido demasiado bien demasiadas veces, pero los créditos para América Latina se habían desprestigiado tanto para fines de junio, que la colocación del préstamo de 1872 se volvió difícil. El resultado fue que el público tenía en su poder bonos por un valor nominal de £562.000; de dicha suma, 73%, o sea £410.436 pertenecían al Paraguay. Aunque las ganancias del sindicato y Robinson, Fleming & Cía. no se hicieron públicas, una contabilidad simplificada muestra lo siguiente (cuadro 3).

Por supuesto, el Paraguay no recibió las £410.406 del préstamo de 1872; muy poco quedó de él después de cancelarse varias cuentas.   

Deplorables como fueron las circunstancias del préstamo de 1872, fue peor aún el proyecto de inmigración, que significó más gastos para el Paraguay y sufrimientos innecesarios para numerosas víctimas. El 17 de junio de 1872, Terrero firmó un acuerdo que autorizaba a Robinson, Fleming & Cía. a reclutar hasta 500 familias ó 1.500 adultos de Inglaterra y 1.000 de Europa continental para enviarlos como emigrantes al Paraguay. El coronel Wisner de Morgenstern, jefe de la Oficina de Migración del Paraguay, redactó una descripción demasiado idealizada de los recursos del país y formuló a Terrero numerosas promesas en las llamadas "Concesiones", que otorgaban a cada colono pasaje gratis al Paraguay, un terreno, instrumentos de trabajo, medicinas y atención médica gratuita, así como el uso gratuito del ferrocarril durante un año.  

Mientras que Waring Brothers vendía bonos, Robinson, Fleming & Cía. promocionaba el proyecto de inmigración; sus prospectos contenían tantas exageraciones, que hasta el Foreign Office se alarmó. Pero el reclutador, John Williams Billiatt, logró reunir cerca de 888 emigrantes, que fueron enviados en tres viajes el 30 de septiembre y 27 de octubre de 1872, y en enero de 1873. El director de la colonia, Walter R. Seymour, descubrió que nadie esperaba a los inmigrantes en el Paraguay, ni tampoco se habían hecho preparativos para recibirlos; aunque pudo asentarlos en dos grupos cerca de Villarrica, pronto desistieron todos. Con la ayuda de contribuciones caritativas de Buenos Aires y préstamos de un banquero español de Asunción, la mayoría de los sobrevivientes había escapado del Paraguay para noviembre de 1873.   

El colapso del proyecto de colonización no hizo más que confirmar los recelos de los observadores imparciales. Por cierto, el Paraguay era un bello país "y si tuviera una población honesta e inteligente, su progreso podría ser más rápido que el de cualquier otra región de la América meridional". Otro crítico condenó los prospectos mentirosos, porque la parte del país situada al este del río Paraguay tenía cerca de 40.000.000 de acres, de los cuales sólo la cuarta parte era de propiedad del Estado. El prospecto había afirmado que el Gobierno poseía más de 100.000.000 de acres, pero aquella cifra podía considerarse acertada solamente si la misma comprendía los territorios reclamados por la Argentina y Bolivia. Los funcionarios de Río de Janeiro también estaban preocupados. El Paraguay ni siquiera había podido pagar sus deudas por el primer préstamo, y su gobierno debía ser advertido de que las aventuras temerarias de ese tipo le causarían complicaciones con los aliados "cuyos derechos a la indemnización entrarían con conflicto con los de los acreedores". El Ministro brasilero en Asunción no debía comprometerse en el asunto de los préstamos en ningún caso.  

La misión Benites, 1872-1873. Cuando quedó en claro que el Paraguay iba a recibir mucho menos de lo esperado del préstamo de 1871 y que el producto del préstamo de 1872 debía quedar en Londres, el presidente Jovellanos decidió enviar a Gregorio Benites para investigar el asunto. Aunque la misión en Londres era de capital importancia, Benites también fue nombrado ministro ante los gobiernos de Alemania, Francia, Italia y el Vaticano. No sólo se le encargó que investigara los préstamos, sino también que resolviera varias reclamaciones contra el Paraguay. A Benites no le resultaba extraña Europa, habiendo sido como fue encargado de negocios en Gran Bretaña y Francia hasta fines de 1871. En 1869 se encontraba en Washington y pidió a los Estados Unidos "que mandara algunas embarcaciones de guerra a Asunción para permitir el escape de su digno amo, el presidente López". Edward Thornton, entonces ministro británico en Washington, y que había prestado servicio diplomático en la Argentina, llamó a Benites y sus acompañantes "canallas de marca mayor".  

Benites partió prontamente y se detuvo en Buenos Aires para entrevistarse con Joaquim Maria Nascentes d’Azambuja, el nuevo ministro brasilero en el Paraguay, y luego se embarcó para Río de Janeiro. Llegó a Londres el 13 de septiembre, presentó sus credenciales al Foreign Office e inmediatamente trató con Máximo Terrero; exigió una detallada rendición de cuentas y ordenó a Terrero que enviara £200.000 a Asunción. Sus tratativas con Terrero y George Fleming fueron completamente insatisfactorias, pues ellos habían decidido no enviar los fondos del préstamo de 1872 al Paraguay, sino retenerlos en Londres para pagar varios emprendimientos contemplados en la ley que autorizaba el préstamo, la del 7 de marzo de 1872. Robinson, Fleming & Cía. se negó a rendir cuentas a Benites; Terrero se le mostró desafiante y reacio a obedecer sus órdenes de parar los proyectos de Waring Brothers y Fleming. Después de una corta estadía en Londres, Benites fue a París, donde libró un giro de £15.000 contra Terrero, quien no tenía fondos para cubrirlo, y siguió el consejo de Fleming: no aceptarlo. Cuando Benites regresó a Londres, Terrero le dijo que no podía aceptar ningún gasto del producto del préstamo que no estuviese aprobado por ley. George Fleming —con la aprobación de Terrero— se manifestó dispuesto a enviar £100.000 al Paraguay       -si Waring Brothers lo aprobaba-. Benites le replicó que "él quería aquello para otros propósitos", así que el anticipo nunca se efectuó. Terrero, solemnemente, proclamó su probidad: "He sido comerciante por más de 30 años, mi firma goza de una sólida reputación en Sud América, y considero que mi buen nombre se verá deslucido si, de algún modo, me comprometo en la utilización de los fondos para propósitos distintos de los contemplados en la ley o en el prospecto".  Benites destituyó a Terrero y nombró cónsul general y agente financiero del Paraguay al doctor Leone Levi, un abogado inglés.   

El 17 de diciembre de 1872, Benites instruyó a Levi para que presentara una demanda judicial para obligar a Robinson, Fleming & Cía. a rendir cuentas de los dos préstamos; la demanda se convirtió en una más de las muchas presentadas en contra y a favor del Paraguay, como consecuencia de la Guerra de la Triple Alianza. Un proceso mayor fue el de Blyth versus Fleming, iniciado a fines de 1872, en el cual Alfred Blyth trató de recuperar cerca de £48.000, que representaban el capital y los intereses compuestos del 12% sobre el dinero perteneciente a Francisco S. López y entregado a Cándido Bareiro (representante diplomático de López), más el precio y los gastos de depósito del panteón de mármol para Carlos Antonio López y otras expensas. Porque Blyth era querellado por el administrador de López, George Whiffin, Blyth exigió a Terrero fondos del préstamo de 1871; Terrero prometió pagar. A principios de 1872, el misterioso Charles Ohlsen llevó la cuenta de Blyth al Paraguay, donde fue reconocida por un monto superior a £37.015, pero sin que se pagara a Blyth. Para complicar aún más las cosas, Blyth presentó una demanda contra madame Lynch, la señora Juana Carrillo de López, Whiffin y la República del Paraguay para determinar los derechos de cada una de las partes en mayo de 1872. Para no dificultar la obtención del préstamo de 1872, Blyth llegó un acuerdo extrajudicial el 5 de junio: el Paraguay pagaría £12.000 a Blyth, quien entregaría la suma a la herencia de López; las otras partes desistirían de sus reclamaciones contra el Paraguay y Blyth. Este último adelantó a Terrero más de £7.150, que se devolverían con el producto del préstamo, pero ni Terrero ni Benites deberían pagar a Blyth sin la autorización del gobierno paraguayo. George Fleming reservó £50.000 para pagar las reclamaciones de Blyth, pero Fleming pagó el dinero a Waring Brothers. Para cuando llegó Benites a Londres, la reclamación de Blyth se acercaba a la suma de £48.000; esa reclamación se arrastró por muchos años, pero nunca fue satisfecha en su totalidad.   

Gregorio Benites no parecía confundido con las demandas y contra demandas, sobre todo porque contaba con el asesoramiento de Leone Levi, aunque el historiador sería muy ingenuo si creyera a pies juntillas en la versión de cualquiera de las partes que —tanto en el Paraguay como en Londres— se ingeniaron para confundir los asuntos financieros del Paraguay más allá de lo concebible. Benites comprobó que George Fleming no era un hombre de dejarse impresionar por amenazas para entregar los fondos que tenía en su poder, porque los abogados le habían aconsejado conservarlos en previsión del resultado de las acciones legales pendientes. Fleming formuló varias propuestas para arreglar el asunto extrajudicialmente y Benites, el 12 de marzo de 1873, aceptó una de ellas, que se formalizó para su admisión en la Court of Chancery [Corte de la Cancillería]. Los enemigos de Benites y Jovellanos criticaron el acuerdo declarándolo una traición a los intereses paraguayos, pero el acuerdo obtuvo considerables ventajas para el país, pues consiguió la suspensión del contrato de ferrocarril que Terrero había dado a Waring Brothers (bajo condición de que Asunción lo aprobara); Robinson, Fleming & Cía. convino en pagar a Benites el saldo de las £562.000, una vez deducidos los intereses y amortizaciones correspondientes a dos años. Benites convalidó las cuentas del proyecto de inmigración y varios gastos efectuados para la obtención del préstamo; los contratos hechos por los supervisores de los inmigrantes serían válidos. Un burdo malentendido, quizás deliberado, se dio con relación al acuerdo de Benites para que Robinson, Fleming & Cía. pudiera vender £437.800 de bonos a £75, correspondiendo al Paraguay todo importe superior a esa suma. Fleming podía recibir 4% de comisión sobre los bonos vendidos a £75-79, y 5% sobre los bonos vendidos a más de £80, y el producto de dichas ventas podía ser retenido para pagar los préstamos de 1871 y 1872 por el año 1874-1875. Las £1.000.000 de bonos no vendidos deberían destruirse. Benites convino en persuadir a Blyth y Richard Lees que desistieran de sus demandas contra Robinson, Fleming & Cía. Desafortunadamente, los bonos no se vendieron de acuerdo con lo pactado.   

Cuando Benites logró el acuerdo del 12 de marzo de 1873, el público aún tenía en su poder £1.505.400 de bonos caídos en default o incumplimiento: £957.100 del préstamo de 1871 y £548.300 del préstamo de 1872. Los tenedores de bonos habían recibido £286.534 en intereses y £56.800 pagadas a la par o como amortización. El dinero para pagar esos intereses y amortizaciones provenía de los mismos tenedores. De acuerdo con el convenio del 12 de marzo, Robinson, Fleming & Cía. presentaron un saldo de £416.000 a favor del Paraguay, pero de dicho saldo debían deducirse varios gastos, quedando así la suma reducida a £239.687.48 (cuadro 4).

Benites aprobó esa rendición de cuentas y, el 10 de abril de 1873, aceptó £242.889, 14 chelines y 11 peniques en bonos y valores para el arreglo de ambos préstamos, y dispuso de garantías por £249.617, 9 chelines y 7 peniques.   

No hay razón para cuestionar esa cuenta pero ¿qué hizo Benites con el dinero? Según sus críticos, envió £100.000 a una empresa inglesa en Buenos Aires para que los entregara a Jovellanos, se compró una fastuosa casa en Río de Janeiro y ocultó una gran suma. Todo lo que los investigadores pudieron descubrir más tarde es que dejó £3.000 en su cuenta de banco londinense, además de que adelantó dinero en pago de los servicios legales de Levi. Después de sufrir la prisión y posiblemente la tortura en el Paraguay, Benites escribió dos relaciones: la primera, dejándose guiar en lo básico por la memoria; la segunda, teniendo a mano algunos documentos recuperados. La segunda ofrece cuentas muy precisas (cuadro 5).

Desafortunadamente, Benites no tenía recibos para justificar esos gastos.   

La cuenta de Benites incluye £50.000 para el pago del préstamo de 1871 desde el 15 de septiembre de 1873 hasta el 15 de mayo de 1874. Sólo £200.000 se habían retenido para el pago del préstamo de 1871, pero para el 15 de mayo de 1874, se habían pagado intereses y amortizaciones por alrededor de £240.000. Aparentemente, £40.000 de ese importe provenían de las £50.000 consignadas en la cuenta de Benites. ¿Qué pasó con la diferencia de £10.000? No lo dicen Benites ni tampoco los financistas londinenses. No se mencionan esas £50.000 en los extractos de cuenta del acuerdo de Benites del 12 de marzo de 1873, pero uno puede pensar que Benites entregó al menos £40.000 como pago del préstamo de 1871. En cuanto al pago de £10.000 al doctor Méndez Gonçalvez por los rifles, un crítico afirmó tiempo después que fue un invento. Méndez Gonçalvez era un vivandero portugués casado con una paraguaya y enriquecido con el comercio en yerba. En vez de emplearse en la compra de rifles, las £10.000 se entregaron a los brasileros por la ayuda que prestaron a Jovellanos en la represión de la revuelta de Gill, Bareiro y Caballero en 1873. El mismo crítico asegura que los tres científicos recibieron muy poco de los       $ 60.480 que supuestamente se les pagaron; sólo uno de ellos, Benjamín Balansa, viajó efectivamente al Paraguay, donde casi no recibió ninguna ayuda. Ninguna de esas acusaciones prueba la deshonestidad de Benites, aunque uno pueda hacer especulaciones sobre el uso de las £10.000. Jovellanos y Ferreira, ciertamente, no hubieran querido que se supiera que habían pagado $50.000 [o sea £10.000] a los brasileros, ni tampoco los representantes del Emperador querían ver desvirtuada su apariencia de neutralidad.   

Cuando los préstamos al Paraguay y otras repúblicas latinoamericanas cayeron en incumplimiento en 1874, los tenedores de bonos formaron asociaciones para protegerse. En respuesta a sus quejas, la Cámara de los Comunes realizó una investigación en abril y mayo de 1875. El comité investigador, después de criticar a los financistas por engañar al público, censuraron especialmente su falta de conocimiento de las posibilidades financieras de los países prestatarios, que "de haberse investigado, hubieran mostrado ser totalmente insuficientes para hacer frente a las obligaciones asumidas". Charles Waring, George Fleming y Albert Grant se limitaron a invocar el caveat emptor latino; defendieron lo que habían hecho, demostraron un absoluto desconocimiento del Paraguay y no se esforzaron en lo más mínimo en informarse sobre los recursos del Paraguay.  

El magnífico tesoro procedente de Londres, £125.000 en monedas de oro, tocó Buenos Aires hacia finales de mayo de 1873 y llegó a Asunción en junio, durante la segunda fase de las revueltas de Gill, Bareiro y Caballero de 1873-1874, sofocadas por Benigno Ferreira. El dinero se puso a buen recaudo en la cañonera brasilera Princesa. Una vez terminada la revuelta, las cajas de oro fueron llevadas en secreto a las casas de Jovellanos, Ferreira y Soteras, y se emplearon para pagar la represión de los rebeldes. Nadie sabe cuánto de aquel metálico fue a los bolsillos de Jovellanos y sus dos ministros, aunque es acusación corriente que nada llegó al Fisco. De todos modos, cuando llegó la hora de pagar al Brasil una deuda de $67.991 por el ferrocarril en noviembre de 1873, el Paraguay no tenía ese dinero.  

Desafortunadamente para Gregorio Benites, los brasileros le retiraron su apoyo al presidente Jovellanos y colocaron a Juan Bautista Gill en la presidencia. Aun antes de su toma de mando, Gill hizo apresar a Benites y envió dos agentes a Londres, en un vano esfuerzo para descubrir dónde estaban las enormes sumas supuestamente escondidas por Benites. Gill mandó después a Cándido Bareiro para buscar un entendimiento con el Consejo de Tenedores de Bonos Extranjeros. El acuerdo gestionado por Bareiro comprendía la obtención de £150.000 de nuevo capital para la creación del Banco Nacional del Paraguay, que debería tener pleno control sobre las finanzas paraguayas. Afortunadamente para el Paraguay, los inversionistas ingleses habían tenido experiencias demasiado desagradables, así que el acuerdo no se concretó. Finalmente, José Segundo Decoud viajó a Londres en 1885 y resolvió la cuestión mediante un acuerdo complicado que redujo el capital en 50%, hasta la suma de £850.000; autorizó la creación de un banco, dio al Consejo el control del ferrocarril y cedió a los tenedores 2.177.344 acres (500 leguas cuadradas) como pago por la cancelación de la mitad de los bonos. La Anglo Paraguayan Land and Cattle Company, organizada para explotar la concesión de tierra, se creó y recibió los títulos a medida que se completaba el estudio de los terrenos. La compañía llegó a ser una de las grandes empresas del Paraguay. Caído de nuevo en el incumplimiento de la deuda reducida de aquella manera, el Paraguay logró un nuevo acuerdo en 1895 y, para 1910, debía más de £800.000 de los préstamos de 1871 y 1872.  

El Paraguay obtuvo un beneficio insignificante de aquellas aventuras financieras. Los descuentos excesivos, aparentemente justificados por la precaria situación del Paraguay, impusieron al país una carga muy pesada. Mientras que uno puede simpatizar con los crédulos compradores de los bonos, nadie —excepto el más cínico— puede aprobar los manejos de los emisores, aunque los mismos no violaran la ley. Solamente los financistas y algunos políticos corruptos ganaron con los bonos, aunque los tenedores recuperaron eventualmente una buena parte de su inversión a través de las operaciones de la Anglo Paraguayan Land and Cattle Company. Retrospectivamente, uno puede maravillarse de la ineptitud brasilera para aprovechar magníficas oportunidades, pero eso puede explicarse considerando la política interna del Brasil y su rivalidad con la Argentina, que llevó el asunto a un punto muerto. Incapaz de obtener ayuda financiera del Brasil y la Argentina, era comprensible que el Paraguay la buscara en Londres. Si la honestidad hubiera guiado la conducta de las personas involucradas, los préstamos hubieran servido para financiar la reconstrucción del Paraguay después de la desastrosa guerra.
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