El compuesto: Un valioso rescate de nuestra expresión cultural

La presente colección de compuestos puede ser considerada como uno de los más valiosos aportes a la incipiente musicología paraguaya tan ávida de documentaciones, y principalmente, de rescate, preservación y difusión. Sobre todo por el hecho de respetar al máximo la fidelidad al intérprete original, sin retoques técnicos ni reinterpretaciones modernas a los que desgraciadamente estamos acostumbrados y que constituyen, más que un aporte, un daño a la fidelidad de la documentación histórica (Luis Szarán).

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Víctor Barrios da a conocer el segundo volumen de “Motivos populares tradicionales del Paraguay – EL COMPUESTO”. Al igual que el primero, expresa la ardua labor de investigación de una de las manifestaciones de nuestra rica cultura popular. El libro incluye un CD con tres intérpretes de los compuestos recopilados en este volumen.

El compuesto es un relato en versos con temas recurrentes: una trágica historia en torno a un hecho sentimental, político o a una alcoholizada discusión generalmente por motivos insignificantes.

El nombre de Víctor Barrios está ligado desde hace más de 50 años a los programas radiales, esencialmente culturales.
En su libro, nos dice el autor que el compuesto es una narración generalmente objetiva, un cuento escrito en verso, de raíz purísima latina. En el Paraguay se le agrega música y se canta con guitarras y arpa, normalmente, en los fogones campesinos, en las cantinas, en los obrajes, al culminar las faenas diarias, o en la plaza pública, así como hacían los juglares o trovadores en la Edad Media.

En nuestro país, se llama “compuestero” al que escribe un “compuesto”, así como al que canta estos relatos versificados recibe el nombre de “compuestero”. De ahí la palabra “compositor” utilizada normalmente para referirse al autor de una música, aunque en Paraguay no es precisamente el creador de una composición musical, sino “compositor” es sinónimo de “preparador” de caballos para las carreras y de los gallos para las riñas. El más conocido y renombrado “compuestero” del Paraguay fue Roquito Mereles, músico ciego que actuaba en las plazas públicas, en radioemisoras capitalinas, o donde lo llevaran contratado para animar una fiesta familiar o una reunión política. Al culminar su actuación hacía correr su sombrero para recoger algunas monedas, o algún enmohecido billete “sorokuepa” que le tiraba algún ocasional oyente. La tradicional Plaza Uruguaya era el sitio preferido del último “compuestero” del Paraguay: Roquito Mereles.


SUCESOS QUE CORREN DE BOCA EN BOCA

De acuerdo con el doctor Mariano Celso Pedrozo (“El compuesto, precursor de la poesía guaraní” que Víctor Barrios incluye parcialmente en su libro) los compuesteros, sin ser payadores o autores de coplas, como aquellos de otros países, rememoran los acontecimientos que corren de boca en boca, de hechos trágicos inolvidables. El compuesto es un género épico dramático, con final trágico. Son canciones cantables, no bailables, que relatan hechos y acontecimientos que conmovieron a la gente, como la muerte trágica de alguna doncella o el fusilamiento de algún militar o un caudillo.

Se canta solamente en reuniones festivas, en cantinas, calesitas o moliendas.

Entre las características más importantes de los compuestos se destacan: su autoría popular, su contenido temático y versificación, su potencial lingüístico y sociocultural; constituyen los orígenes de la poesía épica guaraní.

Una constante en el estilo de los compuestos es el uso del dualismo lingüístico, guaranizando los vocablos españoles, que toman otra significación.

Los compuestos aparecieron como pregoneros cantantes de los acontecimientos trágicos de la ciudadanía, motivados por su afán de versificación de temas sabrosos para los ambientes campesinos.


DESDE EL “PURAHEI ASY” A LA MÚSICA COMERCIAL

Por su parte, Luis Zsarán (El compuesto en la música paraguaya, incluido también por Víctor Barrios en su obra) dice que en el Paraguay, la forma musical del compuesto se desarrolla generalmente con el acompañamiento de un rabel -especie de violín rústico- de guitarra, de arpa o simplemente a viva voz, impregnado de variados ritmos que van desde los primeros denominados “purahei asy”, pasado por el rasguido doble -descendiente de la habanera- la cadenciosa y dulce polca paraguaya, y más recientemente, con la incorporación de ritmos que aparecen en los siglos y las décadas como el vecino chamamé correntino, baladas y otros, surgidos de la música popular comercial.

El paraguayo tiene predilección por los compuestos sobre temas trágicos, aunque se conservan aquellos relacionados a actos festivos, humorísticos, religiosos o políticos (...) son creados también para ridiculizar a adversarios y con harta frecuencia en las últimas décadas para ponderar las obras de gobierno de las autoridades políticas.


Godoi fusilamiento

Este compuesto está referido a los sucesos de 1913, en Concepción, que relata los hechos violentos entre algunos militares, de cuya consecuencia fue fusilado, al año siguiente, el teniente Rogelio Godoy. Según Oscar Ferreiro, “Desde 1870 a 1932 ha sido el período floreciente del compuesto o romance en el Paraguay (donde) ha habido grandes romancistas, pero la obra maestra del romancero paraguayo es Godoy Fusilamiento, de Caballero´i” (Juan Manuel Caballero, autor de la letra y la música). Transcribimos parcialmente:

Godoi fusilamiento
Peteî asaje pyte
Concepciónpe oñehendu
cuartelpýpe mbokapu
oikuaayva avave.


Heta gente pya’e oho
ijaty cuarteletépe
ohecha hikuái upépe
lomilico rempiapo.


Peteî oficial pyahu
ombo fiesta isánto ára
ombyaty icamarada
ojapo karu guasu.


Iñepyrûrâ opika
aperitivo mimi
ha mesápe ojeservi
champan ha vino porâ.


Huvichakuéra iñakâme
Mayor Medina oguapy
Upégui opu’â ipochy
Oficial rova’atâme.


KA´I PUÉNTEPE GUARE

Este compuesto lleva el nombre de un sitio emblemático de la revolución de 1922. Como todo acontecimiento de esta naturaleza, tiene sus leyendas a partir de un hecho cierto. El jefe de los revolucionarios, Adolfo Chirife, había ordenado el fusilamiento de uno de sus hombres, Serapio Barrios, que asesinó a otro. Cuenta la anécdota, recogida por Víctor Barrios, que la maldición de la madre de Serapio alcanzó al militar, muerto igualmente en forma violenta en Ka’i Puente. En rigor, el coronel Adolfo Chirife murió en Bella Vista, Itapúa, en mayo de 1923, de neumonía.

De autor anónimo es este compuesto que transcribimos parcialmente:

Ka´i Puéntepe guare

Voy a cantar un compuesto
de mi ciencia natural
lo que pasa en Ka´i Puente
en el campo de leal.


Escuchen muy bien señores
este caso singular
la desgracia sucedida
a un valiente militar.


Eran tres los militares
tenían una cuestión
sin demostrar su malicia
ni al jefe del pelotón.


Un día cinco de agosto
se alarmó toda la gente
la desgracia sucedida
en la trinchera de Ka´i Puente.


En un cambio de palabra
se levantaron los dos
sólo un tiro de fusil
y Encina pronuncia ¡a Dios!


De ese tiro soltó
que Barrios le disparó
al valiente José Encina
en la tumba descansó.


Murió desgraciadamente
aquél pobre militar
y su colega Serapio
Igual pena va a pagar.
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