El arte como símbolo de la realidad de América Latina

La exposición “Otras Contemporaneidades. Convivencias Problemáticas”, curada por Ticio Escobar y Kevin Power, finalizada el mes pasado en Sagunto, España, constituyó una importante cita de artistas latinoamericanos. Planteando un arte actual desde distintos lugares y a través de formas muy variadas, esta propuesta incluyó obras de artistas urbanos y otras provenientes de indígenas, mestizos, de minorías inmigrantes y de sectores alternativos.

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Entrar al sugerente espacio de esta muestra, el de una antigua nave industrial en el puerto de Sagunto, histórico sitio vecino a la ciudad de Valencia, supone una experiencia en la que la ficción de este hecho artístico se ve confrontada con aspectos de la realidad. Esta factoría, reconvertida para fines artísticos y denominada La Nau, fue un marco formal de fuerte presencia, más teniendo en cuenta que el término “exposición” se refiere comúnmente a la representación que apela a la reflexión o consideración de algún tema. Igualmente, el significado de “exponer” supone el riesgo y la aventura de exhibir un pensamiento visibilizado en una forma.

El recinto y su impresionante arquitectura, junto a la selección de obras de la exposición, añadieron ambas un factor de realidad, aunque el público logró traspasarlas y dirigirse hacia un territorio ilusorio. El tema dominante fue la convulsa condición existencial del subcontinente conjugado con un ambiente físico de intensa memoria.

Una obra de arte y el marco que la encierra, generalmente asociadas a la pintura, han sido aspectos teóricos desarrollados por el filósofo Jacques Derrida, refiriéndose a ellas con el nombre de paregon (que significa marco en griego). Una relación entre este concepto del marco que alberga esta exposición es que vencerlo, o superarlo, consistiría en desactivar todo lo que el contexto impone a la imagen pura; o bien entenderlo (al sitio, marco o continente) no como un límite, sino como parte integrante de la obra, como su contorno total.

Siguiendo esta idea, podemos pensar que tanto el lugar y el contenido (o las piezas) son recreados en esta exposición tanto desde el antiguo uso de esta antigua fábrica como desde las obras reunidas en Otras Contemporaneidades. Convivencias Problemáticas. Una arquitectura de proporciones ciclópeas que arropó un montaje artístico donde resuenan las huellas solemnes de un pasado dedicado al trabajo, trabajo de connotaciones duras, como la minería, y que el proletariado español sufrió durante el siglo XX. Y, por otro lado, los contenidos artísticos ambientados en la Nau, asumiendo críticamente el momento político y social –ciertamente doloroso– que atraviesa América Latina.

ARTISTAS “CURATIVOS”

La muestra agrupó a artistas de destacada trayectoria de varios países y cuyos temas cuestionan el discurso oficial reglado por la razón instrumental del mercado y la política. En una postura de colocar el arte no sólo como “denuncia”, sino como agente activo de transformación, los curadores y los artistas enfatizaron una crítica al “sentido común” imperante en el subcontinente.

Comenzaré esta breve relación de artistas y obras con el venezolano Yusef Merhi, y su instalación titulada “Máxima Seguridad”, obra que piensa tanto en la acción de hackear o interceptar los correos electrónicos confidenciales del presidente Hugo Chávez y su montaje en unas paredes para su exposición pública. Otra obra poderosa es la del chileno Bernardo Oyarzún, “El delincuente”, fragmento de su historia personal y a la vez un reflejo del trato vejatorio al que son sometidos los amerindios en nuestros países.

También desde Chile se nos recuerda la violencia de la dictadura, con la obra “Mar de Llanto”, de Nury González, quien transcribe sobre un muro fragmentos de la letra del himno nacional bordados en hilo, y complementado con una secuencia fotográfica de la costa del Pacífico, escenario nada inocente para cientos de personas violentadas y desaparecidas. La propuesta Micromuseo, iniciativa del curador peruano Gustavo Buntnix, nominada “Lo impuro y lo contaminado”, vincula piezas de vocación académica con otras como la artesanía, la manufactura semiindustrial y la imaginería religiosa popular.

Por su parte, el humor y la parodia que destilan las manipulaciones digitales del artista paraguayo Fredi Casco de la serie fotográfica “Los desastres de la guerra fría” fueron como un exorcismo que evocó el régimen stronista. Operación conceptual consumada gracias a la duplicación o añadido de elementos extraídos de documentos de época, la ciencia ficción y el cine.

Fernando Bryce, artista peruano residente en Europa, presenta la serie “Revolución”, compuesta por cientos de dibujos a tinta donde señala el aparato propagandístico de la revolución cubana y su retórica. Emulación y homenaje a un arte gráfico que sugiere una factura industrial realizado a mano.

El dúo artístico Dias & Riedweg, de Río de Janeiro, instaló una video proyección titulada “Mama”, que comentaba aspectos del éxodo migratorio del Sur al Norte (en la frontera mexicano-norteamericana) desde entrevistas anecdóticas con policías y perros represores. En sus palabras, “Una invitación a pensar y a ver el mundo con ojos más vivos e interesados que lo requerido por los medios de comunicación y el marketing”.

El Museo del Barro de Paraguay fue presentado por el curador chileno Justo Pastor Mellado, que proyectó una novedosa perspectiva sobre la institucionalización del arte en nuestros países, diluyendo las fronteras de definición de lo artístico en sus versiones de pluralidad indígena, popular y urbana. Por su parte, la obra de Joaquín Sánchez reflexionó sobre las a veces difíciles relaciones entre los dos únicos países interiores de América del Sur, y que viven ignorando su realidad contigua: Bolivia y Paraguay. Titulado “Sábanas”, el trabajo contenía la gigantografía de un retrato de soldados bolivianos con aplicaciones textiles del encaje paraguayo de ñandutí, así como el sonido de un diálogo en guaraní, lengua común en ambas naciones.

REFLEXIONES FINALES

La imagen de marca de la Bienal de Valencia, que ha sido un caballo de Troya provisto de dos cabezas, una gigantesca escultura realizada por el artista mexicano Marcos Ramírez, también podría interpretarse como una señal de concordia e interés entre España y América Latina, demostrable en la exposición asignada a Escobar y Power, así como en la estrategia de alianza con la Bienal de São Paulo que desarrolló otras importantes muestras de arte latinoamericano y brasileño. España, que históricamente ha sido un espacio de fusión con América Latina, actualmente sostiene una difícil relación con sus antiguas colonias americanas, por causa, entre otras razones, de la inmigración desde el hemisferio sur hacia Iberia y por las disparidades demográficas, económicas, culturales y políticas. Además, desde aquí se percibe nuestra realidad como una de naturaleza confusa, que se debate entre la lucha política entre las políticas de la izquierda y la derecha, el crecimiento del populismo, la luchas sociales de sectores desfavorecidos y los intereses empresariales multinacionales y políticos.

Con relación a la poética de esta exposición, y a su filo agudo, resultan oportunas las palabras del escritor Paul Valery con esta clase de propuesta: “Hay dos tipos de artistas, los que dan de comer al público lo que les gusta; y los que le enseñan a comer lo que no les gusta”. A través de este espectro artístico reunido por el equipo conformado por Kevin Power y Ticio Escobar, y que contó con la solvente asistencia de la crítica y curadora Adriana Almada, cabe entonces elogiar el color, la frescura y ciertos posicionamientos críticos que faltaron en otras propuestas expositivas de la Bienal de Valencia. Por último, este importante símbolo que representa la exposición Otras Contemporaneidades. Convivencias Problemáticas para el arte latinoamericano pretendió reflexionar sobre las diversas circunstancias de este territorio, con la valentía de iniciar un diálogo, a veces polémico, con su realidad.

Por: Fernando Moure, desde Barcelona; Miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte, capítulo paraguayo.
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