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Encina se interna en ese largo y opaco periodo de la historia reciente de Paraguay que fue el régimen del general Alfredo Stroessner a través de los recuerdos de los tres hijos del doctor Agustín Goiburú, uno de sus más importantes opositores políticos.
El largometraje Ejercicios de Memoria, de Paz Encina, estrenado en el Festival de Cine de Asunción el 27 de octubre, ratifica la particular sensibilidad de la cineasta para documentar los sufrimientos del devenir de su tierra natal. En este caso, el dolor, la soledad y el luto originados por la persecución, el exilio y la eliminación física por medio del crimen, que el régimen stronista ejercía contra quienes osaban oponérsele políticamente.
Diestramente, Encina presenta imágenes de potente simbolismo; ante nuestros ojos se despliegan el imponente río, cuyas aguas de color terroso, al ser tocadas por la luz solar, adquieren un centelleo brillante, una casa vacía y desierta con muebles y enseres cotidianos abandonados en precipitada huida que solo deja rezagada la soledad y desesperanza de quien aguarda el retorno de los muertos. Se escucha la propaganda oficial condenando a los subversivos, y el canto, con una pena que viene de lejos, de nuestros pueblos originarios. Sin embargo, en contrapunto, hay lugar para imágenes de niños jugando en el frondoso bosque, paseando, pescando y nadando en el río; la vida en sí misma como resistencia ante la muerte y el olvido.
Otro momento histórico doloroso del Paraguay quedó registrado en un texto pilar de la poesía paraguaya: Las leyendas (1909), de Alejandro Guanes (Asunción, 1872-1925). Ahí encontramos también la imagen de la casa abandonada, poblada solo por el recuerdo de los ausentes, sombras de muerte que los asesinos legan. Guanes deja constancia de las ausencias tras la Guerra Grande. El poeta del cambio de siglo, entre el XIX y el XX, representa a su país con la imagen lúgubre, con ecos de Poe (de quien Guanes fue traductor), de un fantástico esqueleto cuyos contornos se adivinan bajo el sudario que lo cubre. La muerte nos arranca los afectos y reina incontestable.
Nuestra contemporánea Paz Encina nos hace ver, con planos que capturan el magnífico entorno del río luminoso, ramas de árboles que se mecen con los vientos, arroyos y bosques explorados por la curiosidad exquisita de la niñez, al Paraguay, nuestro lugar, nuestra casa, escenario de tristezas individuales y colectivas, cotidianas e históricas, desde un prisma del que surgen matices de nostalgia y melancolía, pero en el que prevalece la búsqueda de un porvenir.
Tras encumbrarse de hecho en el poder el 4 de mayo de 1954, asumir la presidencia de la República el 15 de agosto del mismo año y ser reelegido el 9 de febrero de 1958, en «elecciones» sin participación opositora, Alfredo Stroessner, amparado en la carta política de 1940, impuesta por José Félix Estigarribia, se aprestaba a ejercer el poder por todo el tiempo que le fuera posible. Sin embargo, dentro del propio Partido Colorado en el gobierno, un sector importante empezaba a manifestarse proclive a una normalización democrática del país, idea que los llevó a una inevitable colisión con el excomandante de la artillería, ahora convertido en general presidente.
La principal fuerza de esta corriente aperturista se encontraba en el Comité Central de la Juventud y en algunos parlamentarios de la Cámara de Representantes del Congreso unicameral de la época. El 12 de marzo de 1959, la Junta de Gobierno del Partido Colorado recibió la Nota de los 17 (llamada así por el numero de firmantes); el documento exigía que la conducción partidaria «adopte una resolución a favor de una inmediata normalización institucional del país», para lo cual se proponían tres pasos: 1) Levantamiento del estado de sitio; 2) Promulgación de una ley de amnistía amplia; 3) Vigencia plena de las libertades de prensa, de reunión y de asociación.
El 24 de marzo, tras una caldeada sesión, la junta de gobierno partidaria aprobó una resolución por la cual se exhortaba al Presidente de la República a llevar adelante el plan propuesto en la Nota de los 17. El 1 de abril, al inaugurar las sesiones parlamentarias de aquel año, el general Alfredo Stroessner se comprometió a llevar adelante el plan de normalización democrática. Días después, por decreto de fecha 28 de abril de 1959, se levantaba el estado de sitio en todo el país.
Sin embargo, Stroessner no se resignaría tan fácilmente a ceder el poder; de hecho, su proceder no era más que un repliegue táctico, que abandonaría a la menor oportunidad. Rápidamente se le presentó la ocasión propicia: luego de diez años de impuesta tregua política y cívica, los mítines políticos y las manifestaciones estudiantiles y de trabajadores, motivadas por una situación económica degradada, retornaron con efervescencia.
El 28 de mayo de 1959, la policía atropelló violentamente una manifestación de la Federación de Estudiantes Secundarios (FES), liderada por los estudiantes del Colegio Nacional, congregados para protestar contra el aumento del costo del pasaje del transporte público; entre los asistentes agredidos a cachiporrazos, granadas de gas lacrimógeno y sables de la policía montada se encontraba un diputado (González Casabianca).
Al día siguiente, la Cámara de Representantes condenaba la violencia policial y decidía denunciar judicialmente al comandante de la policía que se había llevado por delante y que había pisoteado los fueros de uno de sus miembros. Un día después, el 30 de mayo, se hace público el decreto del Presidente de la República por el que se disolvía el Congreso; lo siguieron el apresamiento y la detención de parlamentarios, dirigentes y militantes, se dio la huida masiva de miembros de la disidencia del Partido Colorado que ese mismo año, en el exilio, fundarían el Movimiento Popular Colorado (Mopoco), de extensa trayectoria en la oposición al régimen.
Entre los simpatizantes del movimiento disidente que luego se convertiría en el Mopoco, cuyo baluarte era el Comité Central de la Juventud Colorada, se encontraba un joven médico del policlínico policial, el doctor Agustín Goiburú. Los acontecimientos políticos lo forzaron a huir del país. En el exilio, tomó parte activa en la resistencia política a la dictadura, residiendo en la Argentina, primero en Posadas, en la provincia de Misiones, y luego en Paraná, en Entre Ríos.
En noviembre de 1969, mientras pescaba en el río Paraná, frente a Posadas, junto con uno de sus hijos aún niño, una dotación de la Marina paraguaya lo arrestó, o, más bien, lo secuestró; sus familiares no supieron nada de él hasta que «apareció» detenido en una comisaría de Asunción en marzo del año siguiente.
En marzo de 1971, protagonizó una espectacular acción, junto con otros reclusos, al escapar de la comisaría séptima metropolitana por un túnel. Solicitó asilo en la Embajada de Chile, que se lo concedió, y salvó la vida abandonando el Paraguay. Luego se instaló más lejos de la frontera, en la ciudad de Paraná, donde prosiguió ejerciendo su profesión y militando en la oposición exiliada al régimen imperante. En un siniestro ejemplo de la cooperación de los gobiernos dictatoriales del Cono Sur, en un operativo con participación de elementos represivos argentinos y paraguayos, fue secuestrado frente al hospital donde trabajaba en febrero de 1977. Nunca más se lo vio, ni fue localizada su tumba, ni identificados sus restos.
Si bien Ejercicios de Memoria contiene fotografías, relatos, testimonios de familiares y documentos de la vigilancia a la que era sometido Goiburú por parte del aparato represivo de las dictaduras aún en el exilio, así como referencias a su combativa personalidad, dentro de la cual su faceta de padre, rememorada por sus hijos, adquiere particular relevancia en la película, el filme supera la mera documentación histórica.
Este es un largometraje trascendente en nuestra filmografía por su factura estética, su narración articulada en imágenes y sonidos captados por una cineasta colmada de emoción y compromiso con nuestra experiencia colectiva, marcada aún por las heridas que nos dejó como legado la peor tragedia de nuestra historia reciente: el régimen autoritario que se prolongó desde 1954 hasta 1989. Ejercicios de Memoria supera las difusas fronteras del género documental convencional para sublevarse contra el olvido, y nos exige recordar. Así, pues, recordemos.
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