Cargando...
En 1910, a las puertas del centenario de la Independencia de Paraguay, el ambiente político se mostraba poco propicio para una convivencia segura, con el orden público amenazado por quienes, en teoría, deberían propiciarlo. En este marco, Luis María Duarte sitúa Política y diplomacia durante el gobierno de Liberato Rojas (Asunción, Intercontinental, 2016), un libro que condensa las prácticas políticas más oportunas y la única diplomacia posible en medio del caos.
TRAZOS DE UNA POLÍTICA DESDIBUJADA
En otro libro de reciente edición, La travesía liberal del desierto, la actuación del Partido Liberal durante el Gobierno de Alfredo Stroessner se explica al decir que la historia del liberalismo en la segunda mitad del siglo XX es una compleja amalgama de actos heroicos de resistencia y reiteradas traiciones. (1)
Esta sentencia resulta fácilmente aplicable al Partido Liberal también a partir de 1904. Desde el Pacto de Pilcomayo, que sitúa por primera vez a un empresario como presidente de la República, cuyo soporte político lo destituye después de un año de ejercicio, la dinámica intra e interpartidaria, además de la infiltración militar en política, marcaron el ritmo de la agitada vida política del Paraguay. A partir de entonces, las dos facciones, la de los cívicos y la de los radicales, protagonizaron uno de los periodos más convulsionados de nuestra historia, en una serie de levantamientos armados contra los gobiernos de turno.
Encontramos, entonces, un periodo sustancioso para el análisis histórico, poco explorado por la historiografía hasta ahora, en la retrospectiva de Luis María con énfasis en la gestión de Liberato Rojas, un gobernante circunstancial con variable sostén político y dos frentes bélicos levantados en su contra en un ambiente de conspiración permanente.
Y aún en este contexto podemos preguntarnos: ¿Qué motivó al autor a elegir este tema? ¿Por qué Luis María prefirió analizar un gobierno liberal?
Pero tal planteamiento es simplista y limitante, y si nos circunscribimos solo a él podemos cercenar el alcance de esa investigación y perdernos en lo anecdótico. Tratando de interpretar algo más, nos situamos en la perspectiva del autor para desentrañar su visión original.
AÑOS DE INESTABILIDAD
El primer trabajo de investigación de Luis María trata de la misión de José Irala como embajador plenipotenciario de Paraguay ante Austria Hungría, Alemania, los Países Bajos, Italia y Suiza. (2) Para 1903, esta misión representa un avance histórico de la diplomacia paraguaya, una nueva proyección de las relaciones internacionales ante los países de Europa Central. Sin embargo, esta apertura diplomática, que debió integrar una política de Estado, fue cortada abruptamente a partir del régimen liberal iniciado en 1904.
Esa representación no tuvo designación hasta 1910. Y entonces el cargo fue utilizado como método de elegante alejamiento de líderes sectarios que representaban una amenaza para los gobiernos (Manuel Gondra quiso enviar a Albino Jara y luego este envió a Carlos Goiburú). Aquí encontramos una equiparación de las misiones diplomáticas con los exilios políticos, los llamados «exilios dorados». He aquí el fenómeno de una función política del Estado, tan relevante a nivel internacional, utilizada como método de supervivencia del gobierno o como moneda de cambio entre sectores políticos. Hasta podría decirse que se trata de una práctica común en nuestros días.
En este contexto, cabe preguntarse dónde estaba el Partido Colorado durante todo este periodo. Como cualquier otra agrupación política, se encontraba latente, al acecho del poder. Si bien a partir de 1904 varios dirigentes colorados fueron exiliados, otros se quedaron a colaborar con los gobiernos liberales. En esos años de inestabilidad, los colorados exiliados también tuvieron su oportunidad de conspirar aliándose con los referentes cívicos del momento.
Pero el protagonismo político más notable del Partido Republicano después de 1904 surge a partir de la convención de diciembre de 1910. Con el retorno de sus históricos líderes, los generales Bernardino Caballero y Patricio Escobar, se reorganiza la comisión directiva y nuevos actores de peso intelectual emergen en escena.
Aquí encontramos el principio activo de toda actividad política: la lucha por el poder y el afán de conservarlo. La oportunidad para que el Partido Colorado ocupara mayor espacio surgió a partir de la anarquía propiciada por las fuerzas gondristas y jaristas alzadas en armas en Ñeembucú e Itapúa, respectivamente.
De esta manera, el liderazgo de Bernardino Caballero alcanza su última capacidad operativa, pues fallece en febrero de 1912 por causas naturales. En este apartado del libro, el relato sencillo y directo, sin ampulosas descripciones, lejos de la hagiografía, permite percibir el ambiente de admiración y respeto de todos los sectores hacia la figura de Caballero. Luis María relata que el apoyo oficial del Partido Colorado al gobierno de Liberato Rojas se concretó el día de la llegada de Caballero a Asunción, y que el acto de situar en la presidencia de la República a un colorado es realizado por la dirigencia el mismo día de su muerte. Asumió entonces Pedro P. Peña, único paréntesis de gobierno de la Alianza Nacional Republicana (ANR) en las casi cuatro décadas de régimen liberal.
LA INESTABILIDAD SE REFLEJA EN EL EXTERIOR
Las relaciones internacionales fueron objeto de cuidado para don Liberato. Sin embargo, los hechos impusieron sus efectos sobre cualquier intento de agenda diplomática, lo cual se refleja en la sucesión de cuatro ministros de Relaciones Exteriores en casi siete meses de gobierno.
En julio de 1911 fue designado canciller el doctor Teodosio González, quien, ante la controversia de límites con Bolivia, dispuso una comisión al Chaco para una inspección “in situ” ante una posible ocupación boliviana. Durante esta gestión se realizó el último intento de solución de la controversia chaqueña mediante la negociación, antes de recurrirse a la vía jurídica para luego desembocar en la guerra, que de alguna manera fue anunciada por González. Las fuertes desavenencias con el ministro del Interior, Alejandro Audibert, respecto al asunto con Bolivia, motivaron su renuncia.
La cancillería vacante fue aprovechada por Rojas al momento de intentar un acercamiento con el sector cívico liberal, designando como ministro a Carlos L. Isasi, líder de esa facción. Desde entonces se proyecta un nuevo entendimiento con el Gobierno de la República Argentina, orientado a una normalización de las relaciones, ya que se consideraba que este país prestaba apoyo logístico a los rebeldes gondristas en contra de Rojas. Sin embargo, en diciembre de 1911, Isasi renuncia como consecuencia de la ruptura del pacto entre el Gobierno y el Partido Liberal Democrático.
Antolín Irala asume entonces el Ministerio de Relaciones Exteriores durante cuarenta días. En ese breve lapso, Irala dejó testimonio de su política de ampliar las representaciones diplomáticas en el extranjero, al presentar un proyecto de ley que separaba la legación paraguaya en el Plata, creando dos representaciones: una en Buenos Aires y otra en Montevideo. Pero la situación con Argentina tendió a empeorar hasta la ruptura de las relaciones y la posterior renuncia de Irala, luego del intercambio de varias notas con fuertes acusaciones mutuas.
Finalmente, con la designación del doctor Federico Codas como ministro en enero de 1912 y la actuación de Eduardo López Moreira y Fulgencio R. Moreno, se restablecieron las relaciones diplomáticas con Argentina.
La gentileza intelectual de Luis María nos legó una segunda obra póstuma, la disección de un periodo poco explorado que nos presenta a sus actores, caudillos y secuaces, al decir de Bertrand Russell: hombres imperiosos y serviles, todo lo cual hoy, en el presente, debe ser instrumento útil para, de alguna forma, tratar de dignificar la labor del político como hombre público, pero con el riguroso y total apego a las instituciones democráticas.
Luis María Duarte
Política y diplomacia durante el gobierno de Liberato Rojas
Asunción, Intercontinental, 2016
NOTAS
(1) Boccia Paz, Alfredo. La travesía liberal del desierto. Los partidos liberales durante el gobierno de Stroessner. Asunción, Servilibro, 2016, p. 18.
(2) Duarte, Luis María. José Irala. Política y Diplomacia paraguaya a principios del siglo XX. Asunción, Intercontinental, 2014.
SOBRE EL AUTOR
Luis María Duarte González (Asunción, Paraguay, 2 de noviembre de 1980 - Kabul, Afganistán, 20 de marzo del 2014), abogado (Universidad Nacional de Asunción, 2004), profesor universitario (en la Escuela de Ciencias Políticas y Sociales de la UNA y en el Instituto de Altos Estudios Estratégicos, entre otras instituciones), investigador –con artículos como «El canciller Federico Codas y su misión a Buenos Aires en febrero de 1912» (en la Revista Jurídica Luis De Gásperi, 2005) o «El Líbano en la perspectiva del mundo árabe» (en la Revista de la Academia Diplomática y Consular Carlos A. López, 2012), entre otras publicaciones–, diplomático y analista político experto en temas de Medio Oriente, ingresó al Ministerio de Relaciones Exteriores a los veinte años, fue asesor de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Senadores, coordinador de Programas en la Oficina de las Naciones Unidas para las Drogas y el Delito, observador electoral de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Ecuador, Bolivia y Perú y, desde el año 2008, miembro del equipo internacional de observadores del Instituto Nacional Demócrata (National Democratic Institute, NDI) en elecciones realizadas en Bangladesh, Líbano y Paquistán, y analista político en Afganistán en los años 2009, 2010 y 2014. Ha dejado dos libros, ambos publicados póstumamente: José Irala. Política y diplomacia paraguaya a principios del siglo XX (Asunción, Intercontinental, 2014; ver reseña en El Suplemento Cultural) y Política y diplomacia durante el gobierno de Liberato Rojas (Asunción, Intercontinental, 2016).
hermesrada@gmail.com