Día del Tereré…

El pasado sábado 23 de febrero se celebró el Día Nacional del Tereré, y la Municipalidad de Asunción promovió una serie de actividades y un homenaje a las yuyeras, emblemáticas figuras del paisaje asunceno, con una ronda o tereré jere. Estas explicaron los beneficios de las hierbas medicinales que normalmente se le agregan a la bebida. El Día Nacional del Tereré fue creado por disposición del Congreso Nacional en el 2010, a través de la Ley 4261/11, y se celebra el último sábado de febrero de cada año.

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La ocasión se hace propicia para una reflexión sobre la yerba mate, porque si tuviéramos que elegir un símbolo incuestionablemente común a todos los países del Mercosur, forzosamente debemos optar por el mate. El ‘ilex paraguaiensis’ es tema de valiosas contribuciones a la bibliografía, tanto de la historia como del desarrollo cultural regional. Se destaca por ser simple y certero, El Mate, del profesor Fernando Assuncao, uruguayo ya fallecido, y otras contribuciones valiosas de compatriotas.

El descubrimiento de este producto, muy ligado a la cultura indígena, se debe a Domingo Martínez de Irala, quien en 1554 inició una expedición al Guairá, donde fue recibido por los miles de aborígenes que allí poblaban: “Llamaron enseguida la atención de los españoles la buena talla, el vigor físico y el excelente estado de salud de aquellos indios, su buen carácter y natural alegría. El secreto de tantas buenas cualidades, según los propios indígenas, radicaba que bebían en calabazas naturales una infusión de hojas de un árbol que llamaban ka’a”.

La hoja de ese arbusto por mucho tiempo había pasado desapercibido de los conquistadores españoles.

En algún momento los sacerdotes y conquistadores contemplaron la inteligencia de prohibir el consumo de la yerba a los aborígenes. Eso se hubiera convertido en un argumento contraproducente, pues con certeza inspiraría animosidad contra los misioneros. Por ello: “Se optó por la solución de cristianizar el uso del mate a imagen de la labor que se hacía con ellos mismos. Entonces, por la prédica de los jesuitas, aquella bebida considerada como pagana y hasta diabólica pasó a ser otorgada como un don a los indios, no por Tupâ sino por Dios, el Dios de los cristianos”.

Los jesuitas mencionaban a la yerba en sus Cartas Anuas y fue precisamente uno de ellos, Francisco José Sánchez Labrador, el primero en ocuparse del aspecto técnico científico en un trabajo fechado en 1774, que es hoy prácticamente desconocido. Pero no solo la ciencia se interesaba en la yerba mate como nos lo relata Assuncao: “No existe inventario de pulpería, almacén o boliche, de extra o intramuros, en el que no figure, como mercadería de primera importancia por su volumen la yerba mate en sacos o en barricas,” esto ocurría a lo largo del S. XIX.

En el caso paraguayo, la yerba mate siempre estuvo íntimamente asociada a su evolución histórica. Se sabe que la prohibición del comercio, como política de enclaustramiento del doctor Francia, obligó a los países limítrofes a cultivar la yerba, mermando así el mercado de nuestro producto en la región. Otro destacado científico que había proyectado precisamente realizar cultivos de la yerba estuvo prisionero del doctor Francia por más de una década, don Aimé Bompland.

La gran prosperidad del gobierno de los López, e incluso gran parte de la reconstrucción nacional después de la Guerra del 70, se debió al comercio de la yerba mate. Señala un historiador extranjero que el peor sufrimiento del soldado paraguayo durante la Guerra Grande fue la falta de yerba, pues su cosecha y producción se acabaron al ser todos los hombres incorporados como combatientes al ejército.

Assuncao le dedica un importante capítulo del libro a describir la relación entre el mate y el gaucho. Por extensión, nosotros podríamos hacer lo mismo con nuestro campesino paraguayo y el tereré más apropiado para nuestro clima cálido.

Igualmente, el mate cocido es una costumbre difícil de desarraigar, ya que forma parte de la cotidianeidad del paraguayo. Con agradable sorpresa se puede notar que la cercanía del paraguayo con la yerba no se limita a los sectores populares, pues hoy en día se observa un extendido uso del tereré en todas las capas sociales, incluyendo en las sesiones del Congreso o entre adolescentes estudiantes de la secundaria.

La yerba mate aparece frecuentemente en las pinturas de nuestros artistas nacionales de principios del siglo XX. Otras expresiones artísticas también se refieren a la yerba mate como tema de creación. En el caso del destacado poeta Eloy Fariña Núñez tenemos algunos memorables versos. “Crece con lozanía en tus regiones/ la planta de la yerba, cuyas hojas/ proporcionan el mate, el té nativo/ gloria de las mañanas y las siestas/

Nada más agradable que mecerse/en la hamaca a la sombra del naranjo/en las tórridas horas del estío/ y tomar perezosamente mate/ rebosante de espuma y de fragancia/ cebados por las manos de una joven/

Pocos ensayos de miles de palabras podrían describir mejor este arquetipo de las costumbres paraguayas. Descubierta la infusión, se inicia una etapa que culmina con la graduación de la yerba mate en producto comercial del gran mercado internacional en la América hispana y portuguesa. El Paraguay, alrededor de finales del siglo XVI, se convierte en monoproductor de yerba mate por cuyo comercio más adelante compiten los colonos y los jesuitas, lo que termina en la Revolución de los Comuneros, cuyas causas mediatas e inmediatas podrían adjudicarse a la yerba mate. Pues los misioneros formaron alrededor de las reducciones yerbales artificiales y se han esmerado en el cultivo y explotación de la yerba, muy apreciado para el consumo interno y su exportación: Optimizaron tanto la producción como la comercialización de la yerba mate, que se erigieron sin querer en serios competidores de la provincia civil del Paraguay.

Descubierto el producto y su utilización por los indios, los españoles lentamente fueron adoptándolo, para lo cual precisaban utilizar la calabaza e inventar la bombilla a fin de impedir tragar las hojas. El camino recorrido por el mate fue azaroso: “Signado fundamentalmente por las opiniones tendenciosas de panegiristas y, sobre todo, de detractores, quienes lo calificaron, alternativamente, de infusión llena de virtudes cuasimágicas, a de vicio abominable y sucio, causante de toda clase de lacras sociales”.

Al mate se llegó a culpar de la escasa productividad individual y colectiva y “de una larga serie de otros pecaminosos etcéteras”.

Es asombrosa la creación artística asociada a la manufactura tanto de calabazas como  de bombillas en los más diversos metales, incluyendo oro y plata, y con los más originales diseños que hoy forman parte de un valioso acervo de museos de la región.

La yerba se erigió en eje central de la historia económica y social del Paraguay y de una amplia región de Sudamérica.

Thomas Whigham dice: “En los albores de la independencia, el comercio en el Paraguay giraba en torno a la exportación de la yerba mate. La yerba paraguaya gozaba de una demanda enorme en Buenos Aires y en todo el territorio meridional del continente”.

La exportación de la yerba mate, que hasta mediados de los años 1810 había sido relativamente libre de restricciones, ahora conocía controles rígidos a partir de 1823, el doctor Francia insistió que un tercio de todas las exportaciones desde Itapúa (uno de los dos puertos libres en el sur del país) fuera de los depósitos que eran propiedad del Cabildo Municipal. Se inclinó así a desalentar la iniciativa privada a favor de los esfuerzos estatales. El Estado paraguayo como la Corona española era teóricamente dueño de los yerbales.

La muerte de Francia contrajo cambios esenciales, porque el comercio externo era casi inexistente. La yerba tenía su importancia a nivel local. Por ejemplo, en 1843, el Gobierno concedió varios “beneficios de yerba”, sobre todo en el lejano norte, entre Concepción y San Pedro, y como en el tiempo de la colonia la yerba era usada en vez de efectivo, se podía cambiar por ganado u otras mercaderías en las tiendas del Estado.

Carlos A. López, cuando consolida la estabilidad política, presta atención a los asuntos económicos y establece un estricto monopolio estatal para la exportación de la yerba mate. Quería legitimar el control sobre el comercio, aunque no se percibe en la documentación de la época alguna reacción a ese monopolio.

Por otro lado, la caída del régimen de Rosas en 1852 permitió que los barcos comerciales puedan ir río arriba sin ser molestados y regresar con cargamento de yerba y otros productos. Las nuevas realidades del comercio suscitaron la atención de López, que estableció destacamentos militares en los yerbales de Villarrica y en el norte para defender esos lugares del ataque de los indios. Los soldados cosechaban gran parte de la yerba destinada a exportación; los jefes militares reclutaban a los hombres para aumentar la mano de obra y el pago se hacía con vales para ser utilizados en los almacenes estatales. El Gobierno trataba a los desertores de la yerba como culpables de un delito civil.

Río Grande do Sul en Brasil explotó la comercialización y, finalmente, también exportaba yerba, lo que mermó la exportación paraguaya en el mercado del Río de la Plata.

En 1880, el empobrecido Estado paraguayo remató en subasta todos los yerbales que estaban todavía en manos del Gobierno.

El comercio de la yerba fue víctima de la situación política, pues con el bloqueo de vías fluviales se destruyeron las conexiones comerciales. Se sumaban así factores en contra del desarrollo de un comercio próspero.

Finalmente, siendo el mate protagonista de aquella historia común que hoy apuntamos a ponerla en valor, por formar parte de nuestras raíces, es francamente invalorable otorgar un día especial del calendario al “tereré” y celebramos la noble y pertinente iniciativa.

(Antiguo romance popular del coloniaje)

Santo Tomé iba un día
A orillas del Paraguay,
Aprendiendo el guaraní
Para poder predicar.

Los jaguares y los pumas
No le hacían ningún mal,
Ni los jejenes y avispas,
Ni la serpiente coral.

Los chontas y los motacues
Palmito y sombra le dan;
El mamangá le convida
A catar de su panal.

Santo Tomé los bendice
Y bendice al Paraguay;
Ya los indios guaraníes
Le proclaman capitán.

Santo Tomé les responde:
“Os tengo que abandonar
porque Cristo me ha mandado
otras tierras visitar.

“En recuerdo de mi estada
una a merced os he de dar,
que es la yerba paraguaya
que por mí bendita está”.
Santo Tomé entró en el río
Y en peana de cristal
Las aguas se lo llevaron
A las llanuras del mar.

Los indios de su partida
No se pueden consolar,
Y a Dios siempre están pidiendo
Que vuelva Santo Tomás.
Cancionero del Mate de Luzan del Campo.

Editorial Tupa, Buenos Aires, 1950

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