Debates sobre Levina

Durante mucho tiempo, la mayor parte de la literatura sobre el arte y el retrato del Renacimiento inglés apenas mencionó a Levina Teerlinc. En general, los historiadores del arte omitieron su figura como si tuviera una importancia secundaria frente a la de otros artistas contemporáneos suyos.

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Entrado ya el siglo XX, unos cuantos estudiosos empezaron a cuestionar la autoría de algunas obras relevantes atribuidas tradicionalmente a artistas masculinos para reatribuirlas a Levina. Así, Simone Bergman, en su artículo «Miniatures of Levina Teerling [sic]», publicado en The Burlington Magazine en 1934, fue una de las primeras en ver, en algunas miniaturas consideradas obra de Hans Holbein y de Nicholas Hilliard, la autoría de Levina Teerlinc. Por su parte, Erna Auerbach analizó el tema en su libro de 1954 Tudor Artists: A Study of Painters in the Royal Service and of Portraiture on Illuminated Documents from the Accession of Henry VIII to the Death of Elizabeth I y reconoció también que la autoría de varias obras de la época no estaba clara y podía discutirse si Levina Teerlinc no fue la artista que las realizó. Lo mismo hace Daphne Foskett en su artículo «The English Renaissance Miniature by Roy Strong», publicado en el Journal of the Royal Society of Arts en 1984. El punto es que, siendo Levina una artista tan bien remunerada y tan importante en su época, y habiendo sin duda, por ende, tenido que pintar numerosas obras y retratos por encargo de personajes destacados de la corte, ¿por qué casi no quedan vestigios de su trabajo, dado que se le pueden atribuir tan pocas obras con certeza, y que no firma sus cuadros? El debate sigue hasta hoy.

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