Colaboraciones internacionales o mundialización

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COMUNIDADES CIENTÍFICAS PEQUEÑAS

En su magistral evaluación de la ciencia y la educación superior en países recientemente industrializados, como Corea, Taiwán, Malasia y Singapur (Philip G. Altbach et al.: Higher Education and Scientific Development in Newly Industrializing Nations, Nueva York, Praeger, 1989), el profesor Philip Altbach, de la Universidad de Boston, apunta que las comunidades científicas de estos países son pequeñas, y sus instituciones y recursos físicos y financieros para la investigación, limitados (¡qué diría de los nuestros!). Estas comunidades dependen necesariamente de otras más grandes en otros países. Es muy difícil lograr autosuficiencia científica dentro de estos parámetros de dependencia. En general, en estos países el número de publicaciones es limitado, y más el de publicaciones en lenguajes adecuados para la mundialización de los conocimientos. Muchas publicaciones en lenguas vernáculas se pierden en el olvido, pues la comunidad mayor de científicos no las lee, y lo que quizá sean ideas o descubrimientos brillantes quedan en el limbo del desconocimiento global. Es injusto, en cierta forma, y es un problema crónico en Latinoamérica y aun en Paraguay, donde importantes descubrimientos han quedado relegados y sin el crédito correspondiente, debiendo estos paradigmas ser redescubiertos en países de ciencia central con publicaciones en los idiomas requeridos para la internacionalización.

Entonces, la única opción es entablar relaciones con grupos de investigación de otros países para formar redes de comunicación y de difusión de los conocimientos. Lo notable es que las colaboraciones como estrategia de supervivencia de la ciencia en países de ciencia marginal se dan de Norte a Sur y no de Sur a Sur. Es que los países que están en la misma línea horizontal planetaria tienen los mismos problemas, y no cabe lograr universalidad asociándose a ellos. Mientras no haya publicaciones indexadas de reconocida excelencia en los países del Sur, se seguirá dependiendo de los del Norte.

COLABORACIONES ÉTICAS Y PARITARIAS

Es aconsejable, en colaboraciones internacionales, considerar aspectos éticos y de dignidad intelectual para establecer apropiadamente la relación con investigadores de ciencia central, acostumbrados a liderar proyectos. Es frecuente, al elaborar protocolos internacionales de investigación en países de ciencia central, utilizar datos, materiales o casos de países de ciencia marginal. La hipótesis, el diseño, la publicación y los créditos en general pertenecen a los primeros, y el trabajo insalubre, el identificar y recolectar los datos, a los últimos. No está necesariamente mal colaborar en una causa altruista acumulando datos, por ejemplo, sobre una enfermedad nueva que aparece en países sin tradición científica y cederlos a otros que harán mejor uso de ellos. Pero no se necesitan científicos para tal colaboración, y los profesionales pueden hacerlo sin pedir nada a cambio, o quizás se conformen con figurar en algún lugar de una publicación multiautorial o en una nota final de agradecimiento en el apéndice del escrito. Para un verdadero científico, ya sea un joven que se está iniciando, ya sea uno maduro y con líneas propias de estudio, estas colaboraciones superficiales, que no son lideradas por uno mismo desde los países de ciencia periférica y en las que uno no participa ni en la generación de las hipótesis ni en los diseños de los estudios, no son atractivas. Otro punto es el respeto a las costumbres y los presupuestos éticos en las investigaciones. Existen reglas internacionales de ética de la investigación perfectamente delineadas que deben ser respetadas en países con ciencia marginal donde habitualmente prima otra cultura. Especialmente en las investigaciones de ciencias humanas y biológicas, en las que intervienen seres humanos, muchas veces socialmente vulnerables, que merecen el mismo respeto que aquellos de los países de ciencia central. Existen sonados casos de abusos flagrantes contra la ética de la investigación por uso inadecuado de protocolos de nuevos medicamentos de parte de científicos de países del Norte que, a fin de experimentar en seres humanos en África, privaron a los controles de drogas probadamente eficaces para usarlos como placebos. Los permisos otorgados por los propios gobiernos de estos países, como fue el caso, no son suficientes para conducir éticamente estos estudios.

Es nuestra estrategia de investigación generar en el país las ideas, diseñar los estudios, utilizar técnicas nuevas provistas por los países de ciencia central, si es posible gratis o a bajo costo, escribir las publicaciones y seleccionar y decidir la autoría de acuerdo a los estándares de uso internacional. Las relaciones entre los colaboradores científicos de países diferentes deben ser dignas, paritarias y éticas.

LA LÓGICA DE LA AUTORÍA

Una de las cuestiones que pueden ser problemáticas en las colaboraciones es la autoría de los trabajos científicos. Esta tiene su propia lógica que, por un hábito ya general, la mayoría de los científicos reconoce sin problemas. Pero los seudocientíficos habitualmente se confunden y se equivocan al determinar la correcta y justa prelación. El fenómeno es complejo porque la mayoría de los trabajos científicos de la actualidad tienen varios autores. En una revisión para una conferencia en la Sociedad Científica del Paraguay, el eximio científico biológico paraguayo Bernardo Schwartzman señaló un promedio de 50 a 60 autores por artículo en las revistas Science y Nature, donde él publica, y que son las más prestigiosas que existen.

EL MITO DEL DRENAJE DE CEREBROS

En un convenio de colaboración institucional entre investigadores de países de ciencia periférica y de ciencia central, lo normal es que aquellos se hayan formado en el centro mundial y que nuevos investigadores, como parte de esos convenios, viajen al extranjero para iniciar su carrera académica. Recientemente, Brasil abrió un programa de promoción de la ciencia mediante el envío de miles de investigadores a universidades top de investigación según el ranking de Shangai. Muchos científicos en ciernes adoptarán esas instituciones del primer mundo como sus ambientes académicos ideales, difíciles de superar en medios menos dotados intelectual y financieramente, y optarán por quedarse en ellos porque son muy superiores a los de su país natal. Los países que los envían se arriesgan a perderlos. Aunque no hay datos globales, un significativo porcentaje de emigrantes intelectuales no regresa a su país de origen, y se cree que este drenaje de cerebros es muy perjudicial. Sin embargo, según nuestra experiencia, investigadores emigrantes que trabajan en países de ciencia central son de gran utilidad a sus países de origen formando a otros científicos nacionales que sí vuelven a ellos, colaborando técnica y metodológicamente en investigaciones o abriendo sus inmensas bibliotecas a investigadores de sus países de origen. En muchos casos, es más conveniente que haya investigadores nacionales en países de ciencia central, ya que no podrían, dado lo primario de las condiciones de investigación, desarrollar adecuadamente su potencial científico en sus países de origen.

Instituto de Patología e Investigación

antoniocubillaramos@gmail.com

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