BOQUERÓN Una batalla decisiva

Acerca del famoso Regimiento de Infantería N.º 6 "Boquerón", el Cnel. Arturo Bray, en su libro "Armas y Letras - Memorias, Tomo II", dice cuanto sigue: "SE MOVILIZA LA ESCUELA MILITAR.

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Para el caso de decretarse la movilización general, habíase dispuesto desde principios del año 1932, que los jefes, oficiales y cadetes de la Escuela Militar constituirían los cuadros del Regimiento de Infantería N.º 6 ‘Boquerón’ (…) Solo se aguarda la respectiva orden, a ser impartida por el Comando en Jefe de las Fuerzas Armadas de la Nación, por aquel entonces ejercido por el general Manuel Rojas A., para proceder a la organización de la unidad en pie de guerra y, en consecuencia, clausurar el año lectivo. Dicha orden la recibí personalmente del nombrado general en la mañana del 30 de julio de 1932. (…) Los cuadros y mandos del Regimiento de Infantería N.º 6 ‘Boquerón’ quedaron constituidos". "¡Boquerón! Batalla decisiva de nuestra historia y encrucijada memorable de nuestra dignidad nacional, porque allí se enfrentaron por vez primera por medio de las armas la justicia de una causa con los desplantes de una usurpación. (…) Piedra blanca en el camino, no solamente para el Paraguay, sino para América toda, porque vencer allí equivalía al triunfo rotundo y consagratorio de la justicia continental. (…) En cambio, un revés hubiera significado la pérdida total, el naufragio sin remedio. (…) Tres cadetes perdieron la vida en la referida batalla: Oscar Otazú, Carlos Sisa y Pastor Pando". Dejamos aclarado que el primero de los nombrados fue exalumno del Colegio de San José, al igual que su comandante, el mayor Arturo Bray, perteneciente a la primera remesa de bachilleres de dicho colegio.   

El Cnel. D.E.M. (SR) Heriberto Florentín, en su libro "Victoria de Boquerón", escribe cuanto sigue: "El día 9 de septiembre, a las 5 y 30 horas, una salva de artillería anunciaba el comienzo del ataque. (…) Corría la muy agradable noticia de que el Regimiento de Cadetes de la Escuela Militar —R. I. N.º 6 ‘Boquerón’— se acercaba al campo de batalla para reforzar la acción de las demás unidades un tanto fatigadas en el esfuerzo impotente por alcanzar el objetivo. Esta nueva contribución de energías, con sus 1.600 hombre, al mando de un talentoso jefe (mayor Arturo Bray), significaba un verdadero aliento para las tropas empeñadas en pos de la victoria. (…) Con la garantía del poderoso Regimiento N.º 6 ‘Boquerón’, el Comando paraguayo había montado su maniobra de ataque general para el día 17 de septiembre, con el objeto de apoderarse del fortín Boquerón".   

El mismo autor, en su libro "Lo que he visto en Boquerón", escribe: "(…) gallarda y poderosa unidad, que posiblemente haría reventar las paredes del reducto; tal perspectiva dio origen a una verdadera euforia que hinchó de optimismo y esperanza a todos los hombres de la línea de fuego y de la retaguardia. Era el R. I. N.º 6 ‘Boquerón’, compuesto de la mejor juventud de la patria (los cadetes de la Escuela Militar), dirigido por un jefe ilustre y secundado a su vez por una brillante oficialidad. Todo parecía concurrir a una inminente liquidación victoriosa de la ya larga y pesada Campaña de Boquerón. (…) Después de la presentación de estilo, espontáneamente nació entre nosotros una cordial conversación. Jamás lo habíamos tratado, apenas si lo conocíamos de vista, pero sabíamos del influjo de su vigorosa personalidad, que ya había ganado fama y renombre, y estábamos convencidos, al igual que muchos camaradas, que la participación de su unidad significaría un mazazo colosal sobre la cabeza de los defensores de Boquerón".   

Por su parte, el Cnel. (SR) Esteban López Martínez, en su libro "Listo Valois", escribe lo siguiente: "Con la llegada del resto de la Segunda División de Infantería y el importante refuerzo del R. I. N.º 6 ‘Boquerón’, encuadrado por aguerridos cadetes de la Escuela Militar, al mando del mayor Arturo Bray y los capitanes Luis Santiviago, Isaias Báez Allende y Mushuito Villasboa, al mando de los batallones 1.º, 2.º y 3.º, respectivamente, se fue estableciendo un sólido cerco alrededor de Boquerón e incontrovertiblemente la suerte de la batalla estaba echada. (…) Como hemos visto, en la batalla de Boquerón actuó diríamos la flor y nata de nuestras Fuerzas Armadas, paradigmas de la pujanza incontenible de nuestra raza".   

En el libro "De la epopeya del Chaco", Mauricio T. Osuna, Benigno Riquelme García y Osvaldo Masi Pusineri escriben: "29 de septiembre… El Tte. Cnel. Marzana, capturado por el Tte. Manuel Islas, fue entregado al Cap. Luis Santiviago, del R. I. N.º 6, quien a su vez lo presentó a su Cmdte. de Regimiento, mayor Arturo Bray. A las 7.40, llegó el Tte. Cnel. Marzana, en compañía del mayor Bray, al PC del Cmdte. Estigarribia. La lucha había terminado". Dejamos constancia de que el Tte. Cnel. Manuel Marzana fue el comandante boliviano que rindió sus fuerzas en Boquerón. Como conclusiones, agrega el Cnel. (SR) Florentín, en "Victoria de Boquerón": "La batalla de Boquerón fue la primera y la más dura de las pruebas a que fuera sometido el ejército nacional en la Guerra del Chaco. (…) Indudablemente que Boquerón fue la victoria más cara, pero, al mismo tiempo, la más valiosa de todas, pues ella nos sirvió de trampolín para tomar el impulso necesario y avanzar resueltamente hacia el interior del territorio usurpado, llevando el estandarte de guerra, de triunfo en triunfo, hasta la recuperación total de nuestra heredad comprometida". Agrega: "Pero lo más brutal y repelente es lo último a que manda descender al ser humano, la tragedia de la sed, cuando lo vemos arrastrarse a nuestros pies y extender sus brazos mendicantes para implorar al que pasa un poco de orín con que aplacar lo inaplacable, la sed".   

También creemos necesario transcribir lo que dice el escritor Alfredo M. Seiferheld en la página 164 de su libro "Estigarribia, 20 años de vida política paraguaya", como rindiendo el gran homenaje a los héroes de la Guerra del Chaco, en un sentido intento de abarcar a todos ellos cuando dice: "¿Es concebible rememorar Gondra sin mencionar a Franco; evocar Nanawa sin Irrazábal; Toledo sin Ayala; El Carmen sin Fernández; Yrendagué sin Garay; Picuiba sin Benítez; Ingavi sin Cazal; en fin, la campaña toda del Chaco sin Estigarribia?".   

Por último, agrega el mismo autor cuando escribe del comandante del Regimiento de Infantería N.º 6 "Boquerón": "La tarea que nos propusimos tropezó con no pocas dificultades, inherentes varias de ellas a la misma obra del coronel Bray, cuya labor literaria lo sitúa a él a la altura del militar de mayor destaque en nuestras letras; hombre de pluma galana y saber intelectivo superior, virtudes a las cuales solo podemos oponer la relación de los hechos comprobados y las deducciones que entendemos lógicas, sin la finura de estilo ni la capacidad descriptiva de Arturo Bray. No cabe duda alguna de que se trata, en su caso, del más prolijo escritor militar compatriota, por la fuerza de sus ideas, la profundidad de sus descripciones y los brochazos de pintor que da a sus escenas. Obras a tiempo agotadas como ‘Hombres y épocas del Paraguay’ bien merecerían ser reeditadas como modelos de belleza literaria".   

Como un aporte más a lo que fue la Batalla de Boquerón, y todas las batallas de la Guerra del Chaco, transcribimos lo escrito en el citado libro de Alfredo M. Seiferheld: "LOS HÉROES NO SE JUZGAN, SE SIENTEN". (Respuesta de Estigarribia a una pregunta formuládale en el Brasil sobre el Mariscal López).
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