Bonpland libre en Paraguay

Mucho se ha escrito, y fabulado, sobre los años en que el célebre botánico francés pasó en Paraguay bajo el gobierno del Doctor Francia. Y es así que para la mayoría de nosotros la vida de Aimé Bonpland terminó en ese lejano 31 de diciembre 1830 cuando Francia decretó que puede el francés... irse cuando quiera.

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Sin embargo, los investigadores Julio Rafael Contreras Roqué y Alfredo Boccia Romañach rescataron de la Biblioteca Nacional de Lima un manuscrito titulado “Viaje de Bonpland de Corrientes a Asunción, 1857”. De este documento se trata el libro que acaban de publicar bajo el sello de Servilibro y la Universidad Nacional de Pilar: El Paraguay en 1857: un viaje inédito de Aimé Bonpland.

El diario de viaje de Bonpland, si bien breve “veintiséis folios en formato de medio pliego”, amerita por sí solo la publicación. Pero Contreras y Boccia añaden al mismo una erudita edición del manuscrito. Introducción, numerosas notas a pie de página, valoración de la obra, anexos y una bibliografía actualizada sobre la vida y obra del sabio francés acompañan a este diario de viaje. El aporte de ambos investigadores es sumamente rico.

Es importante no perder de vista, para mejor comprender el diario, que Bonpland, una vez libre del “cautiverio” francista, no regresó a Europa sino que permaneció en la zona de las antiguas misiones jesuíticas, más específicamente en San Borja. No queda aislado del mundo, sino que continuamente viaja a Corrientes, Montevideo o Buenos Aires. Ni siquiera se dedica exclusivamente a la ciencia, sino que también incursiona en la vida política interna de la Argentina, a tal punto que su casa de San Borja (ya en territorio brasileño) se convierte en “refugio de exiliados políticos”.

Estos datos son importantes para vislumbrar que Paraguay no era para Bonpland un recuerdo pasado. Seguramente estaría al tanto de los acontecimientos políticos que se sucedieron a la muerte de Francia, leería El paraguayo independiente y más tarde el Semanario y estaría al tanto del nuevo comercio del Paraguay.

Es decir, cuando Bonpland realiza su viaje al Paraguay, ya con 83 años de edad, no lo hace con un ánimo romántico de volver a pisar esa tierra en donde pasó diez años de su vida, sino que lo que lo impulsa a él es seguir con sus investigaciones botánicas y mineralógicas. De esto se trata fundamentalmente el diario que escribió Bonpland desde el 26 de febrero de 1857, en que partió de Corrientes a bordo del vapor de guerra francés Le Bisson comandado por Ernest Mouchez hasta el 16 de abril en que lo da por terminado y lo firma en la misma Corrientes (a esta ciudad había llegado el 20 de marzo).

Del diario de Bonpland se pueden hacer diversas lecturas de acuerdo a los intereses del estudioso. Contreras y Boccia sostienen que a nivel científico es más bien pobre, comparado con las producciones previas que el mismo Bonpland había realizado. De hecho, el sabio francés no publicó el diario, sino que era un borrador para él. Puede ser que con la intención de publicarlo en algún momento, pero falleció al año siguiente del viaje.

Más importante resulta este diario para conocer a un Bonpland aún activo, a pesar de haber superado los ochenta años. Una persona que no dejaba de investigar ni de sorprenderse ante lo que él desconocía.

Para otros, entre los que me incluyo, los comentarios que realiza Bonpland sobre las personas, y la situación política y económica del Paraguay, como lo anotado el 18 de marzo, son de sumo interés. No, y nunca está de más repetirlo, para armar toda una historia a partir de un solo documento, sino para ir penetrando más en la vida cotidiana de esa Asunción cada vez más cosmopolita y de ese Paraguay en crecimiento.

Es de agradecer que obras como el diario de Bonpland editado por Contreras y Boccia sigan apareciendo, arrojando más luces sobre la historia del Paraguay.
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