Bernardino Caballero y Eligio Ayala

Aunque dos generaciones separan a estos prestigiosos hombres de Estado, ex presidentes, diversas facetas los identifican en el plano constitucional, político, personal y doctrinario.

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Si bien el tema es amplio, digamos breves palabras sobre la cuestión. I- La cuestión constitucional. Ambos ejercieron la Presidencia en forma "provisoria", y posteriormente en calidad de efectivo, con el consentimiento de la comunidad política. Caballero fue provisorio desde el 4 de setiembre de 1880 al 25 de noviembre de 1882 por designación del Congreso, ante la acefalía del presidente Bareiro y la renuncia del vicepresidente Saguier. Fue efectivo entre el 25 de noviembre de 1882 y el 25 de noviembre de 1886, entregando la banda presidencial al general Patricio Escobar. Es decir, una fracción de periodo y un periodo completo, totalizando seis años.   


El Dr. Eligio Ayala fue provisorio del 12 de abril de 1923 al 17 de marzo de 1924, periodo que actuó sustituyendo a otro provisional, el Dr. Eusebio Ayala. El periodo completo de Eligio Ayala fue entre el 25 de noviembre de 1924 al 25 de noviembre de 28, completando cinco años.   


Poco difundido es que en la Constitución de 1870, no existía la categoría de Presidente provisorio; el que asumía el cargo lo hacía con la efectividad, poderes y restricciones de aquel electo directamente por el pueblo con el sistema de voto indirecto. El que cubría una acefalía por muerte, destitución o renuncia, toda vez que el Congreso lo designaba gozaba de idénticas facultades y restricciones a los efectos de la reelección. Sin embargo, es corriente usar la fórmula "provisional" cuando esa categoría ni el vocablo siquiera existen en ninguna constitución ni doctrina que la sustente.   

Desde la óptica constitucional, existe claridad absoluta: "El Presidente y Vicepresidente de la República durarán en sus empleos el término de cuatro años, y no pueden ser reelectos en ningún caso, sino con dos periodos de intervalo". (Art. 90 Constitución/1870). La expresión "en ningún caso" excluye toda interpretación acomodaticia a la norma; en otras palabras, quien asume la Presidencia no puede repetir el cargo sino con dos periodos de intervalo, ocho años.   

Sin embargo, hubo varios casos. La práctica (real politik o pragmatismo) superó la norma constitucional. El hecho político, fruto del pragmatismo aplicado en aquellos años -1882 y 1924–, por dos políticos modélicos, que aceptaron la desviación de la norma constitucional, es un tema que debiera llamar la atención de los historiadores e interpretar esa fase poco comentada de la vida constitucional.   

 Desde el punto de vista estrictamente jurídico constitucional no pudieron haberlo hecho, razón por la que debe buscarse la justificación en el ámbito de la política práctica, que los ubicaba a ambos ciudadanos –se supone- como imprescindibles para dirigir la nave del Estado. En el caso de Caballero, por la necesaria reconstrucción de la Patria, y en el de Ayala, por la visión de la guerra que se anunciaba como un proceso ineluctable. En otras palabras, gozaban ambos de prestigio por sus antecedentes ganados en el breve lapso del "provisoriato" que habría sido un desperdicio para la sociedad bloquear la segunda Presidencia. Se produjo en ambos casos en 1882 y 1924 respectivamente una modificación de hecho de la disposición de la Constitución de 1870. A nadie se le ocurrió plantear que esperasen dos periodos para volver a gobernar.   

II- La cuestión doctrinaria. Ambos líderes de sus respectivos partidos políticos coincidieron en la aplicación del sistema republicano de gobierno. En sus discursos y acciones desarrollaron el sistema, como se puede constatar en el lenguaje de ambos.   

Bernardino Caballero manifestaba su orgullo por haber fundado: a) "sobre bases inconmovibles la República, ese régimen de gobierno popular que es el ideal supremo de la humanidad. Pero para la consecución de estos propósitos debemos erigir un culto a la austeridad del deber y la moralidad. La dignificación del hombre por la educación y el trabajo, la reconstrucción de la familia…". (Mensaje al Congreso, 1883).  
b) "En una República, todos los partidos tienen igualmente derecho de aspirar a la dirección de sus altos destinos. El deseo de servir a su Patria, realizando propósitos elevados y dignos, lejos de ser un crimen reprochable, es un ejemplo de virtud cívica que merece un laudable encomio y un aplauso sincero. Existen muchos medios lícitos para alcanzar el triunfo, cuando se emplean para ello las armas pacíficas del derecho y de la razón y es bueno tener presente que las grandes reformas sociales solo pueden operarse por el desenvolvimiento de las fuerzas morales e intelectuales de la sociedad". (Mensaje al Congreso, 1886).  
c) "Mientras que la libertad de prensa, de la asociación y el sufragio sea un hecho en el país, lealmente respetada por los poderes públicos, no habría nunca causa bastante motivada para recurrir a los extremos de la resistencia…". (Mensaje al Congreso 1886).  
d) "He empeñado la palabra solemne de que mi conducta sería totalmente prescindente en la lucha electoral, dado caso que ella se produjera como resultado de las disidencias políticas. El falseamiento del voto popular es el crimen más abominable y odioso bajo el régimen del gobierno republicano, es el atentado más monstruoso contra los derechos y libertades públicas. Las situaciones fundadas por el fraude ocasionan siempre infinitos males y son precursoras de la anarquía y el despotismo". (Mensaje al Congreso, 1886).  
En coincidente línea de pensamiento, años después, Eligio Ayala en el Mensaje al Congreso (1926) expresó:   
a) "El gobierno republicano. El gobierno republicano es de opinión, y en consecuencia, de libre deliberación. Por esta razón, es igualmente incompatible con el despotismo y la demagogia".   


b) "Es una aleación equilibrada entre la autoridad y la libertad. Ni la libertad ha de degenerar en la licencia, ni la autoridad en la opresión".  
c) "Este equilibrio entre la autoridad y la libertad es lo que nos ha faltado para realizar plenamente el gobierno republicano".  
d) "El gobierno republicano infunde en el pueblo la confianza en sí mismo, y esta fácilmente degenera en el menosprecio de las aptitudes, en la creencia que cualquier rabadán es apto para todo".  
e) "Muchas crisis ha sufrido y atravesado nuestra incipiente democracia. La última, de hace pocos años, ha sido la más dolorosas y funestas. Pero hemos sido los únicos en padecer dude ellas. (Se refiera a la revolución de 1922/23).   
f) "El pesimismo respecto a la democracia es infundado. La democracia paraguaya ha de resistir, como ha resistido siempre, a la sugestión morbosa; a la asechanza artera".  
g) "La opinión pública es superior a los gendarmes".   
h) "El régimen de gobierno ha de ser necesariamente de opinión, en nuestros días. Nuestra democracia no necesita de los hombres providenciales y de los autócratas".   
i) "Pero sabemos por la historia que la democracia puede elevar a los pueblos a la cima de las grandezas, como sumirlos en la disolución social. Debemos organizarnos para prevenir esta degeneración".  
j) "Para que exista gobierno republicano, que es el objeto del sistema adoptado por nuestra Constitución, es preciso que haya opinión, vida pública, una conciencia ética colectiva".  
En ambas expresiones coincidían en la exposición del programa republicano de gobierno. Es de advertir que en ambos casos las opiniones son fragmentos textuales de las fuentes citadas.   

III. Trato con la oposición. Caballero eligió para acompañarlo como vicepresidente a un adversario, -Juan Antonio Jara - que no pertenecía al caballerismo o partido nacional. Años después fue uno de los fundadores del Centro Democrático o Partido Liberal.   


Eligio Ayala impulsó la reforma de la ley electoral, discutiendo las bases de la nueva ley, con líderes republicanos (Mallorquín y otros). En 1928 el republicanismo presentó por vez primera un candidato a Presidente -Eduardo Fleytas– que compitió con José P. Guggiari. La posibilidad de la alternancia se inició en aquel año.   

Ese detalle no fue desconocido por el célebre historiador Eric Hobsbawm. En su obra clave Historia del siglo XX" recuerda al Paraguay de la siguiente forma: "Los únicos países en que no se celebraron elecciones de ningún tipo en el periodo (1919-1947) son  Etiopía, Mongolia,  Nepal, Arabia Saudita y Yemen; eran fósiles políticos aislados".  En otro cinco países (Afganistán, la China del Kuomitang, Guatemala, Paraguay y Tailandia  (que se llamaba todavía Siam), solo se celebraron elecciones en una ocasión, lo que no demuestra una fuerte inclinación hacia la democracia liberal,  pero la mera celebración de tales elecciones evidencia cierta penetración, al menos teórica, de las ideas políticas liberales. Por supuesto, no deben sacarse demasiadas consecuencias del hecho de que se celebren elecciones, o de la frecuencia de las mismas".
No entra en detalles  el célebre historiador, pero es obvio que se refiere a las elecciones presidenciales de 1928 en que por primera vez en el siglo XX compitieron por el solio  presidencial dos candidatos de distintos partidos políticos. Las elecciones de parlamentarios no son consideradas en la  estadística de Hobsbaum.
IV- Plano personal.  Ambos provenían de familias campesinas, de clase media rural. Llegaron a la Presidencia solteros, Caballero tuvo una numerosa descendencia, contrajo matrimonio  siendo mandatario, quedando viudo y vuelto a casar en Buenos  Aires en el exilio de 1909. Ayala permaneció soltero hasta su desaparición física a consecuencia de un confuso incidente pasional. No dejaron herencia material significativa; la casa quinta de Caballero a punto de ser rematada por un Banco fue adquirida por la Municipalidad  de Asunción (administración  ingeniero Mernes). Caballero fue un caudillo popular, con numerosos amigos  en todas los estratos  sociales; mientras Ayala carecía de amigos, según el juicio de uno de sus confidentes, Belisario Rivarola. Caballero no tuvo estudios formales, aunque fundó la segunda Escuela de Derecho, de donde egresó Ayala en 1908 para luego completar  su formación en Europa. Caballero siendo presidente adquirió la primera cañonera de la República en el lapso de la reconstrucción (1883); Ayala,  las cañoneras que facilitaron el triunfo de la Guerra del  Chaco.  Caballero conoció  el exilio en varias ocasiones; Ayala, al parecer estuvo libre de la persecución  de sus adversarios.  Caballero y Ayala son los únicos presidentes que fueron provisorios en una primera etapa  y efectivos  posteriormente  completando sin sobresaltos el periodo para el cual el pueblo los eligió.  Solo el egoísmo y las pasiones bajas  pueden negar glorias a estos dos representantes  genuinos de la clase política y el patriotismo que imprimieron a sus actos.
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