Ballet, Coro y Orquesta de UniNorte en el Municipal

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Con libreto basado en el cuento Der Sandmann, de Ernst Theodor Amadeus Hoffmann, coreografía de Arthur Saint-Léon, adaptada por Yllasmín González (directora del Ballet de UniNorte) y música de Léo Delibes, la Compañía de danza clásica presentó una Suite (síntesis) de Coppelia. La novedad fue el auspicioso debut de Jeaninne Zuccolillo como primera bailarina, que había ingresado a la Compañía siendo una dedicada adolescente, y en esta temporada demostró con creces merecer su nueva jerarquía. La ovación del público la emocionó hasta las lágrimas. También en el papel de Swanilda, brilló la consagrada Carmen González Cano. Ninguna de las primeras bailarinas tuvo descanso, porque los días en que una hacía de Swanilda, la otra interpretaba a la Oración. El acrobático cubano Manuel Pérez (maestro y primer bailarín), como no podía ser de otro modo, descolló representando a Franz. Se lucieron ampliamente Ximena Américo (Aurora), Ángela Arias, Claudia Cabrera, Bibiana Colmán y Francisca Guajardo (Amigas), Fátima López y Diego Sosa, Gisella Díaz y Rafael Martínez, Grace Jhonson y William Hoppe (solistas de la Mazurka y el Chardaz). Los fuetté y los jeté de los primeros bailarines, la coda, las variaciones de los solistas arrancaron sostenidos aplausos. Pero además de las difíciles piruetas, esta obra requiere cuidada mise en scène, especialmente en los pas de deux, aunque el espectador no siempre es consciente de los recursos interpretativos empleados y, simplemente, percibe “naturalidad” en la actuación. Aunar virtuosismo y expresividad es el mayor desafío en Coppelia, y el Ballet de UniNorte logró generosamente ese objetivo. Gran parte del éxito es mérito del cuerpo de baile, cuya labor de conjunto creó el marco apropiado para el completo esplendor de la producción. Yllasmín explotó los atributos propios de cada quien: la delicadeza de Ángeles Crovato, la soltura de Fiorella Fassolo, la simpatía de Ana Pedroso, la seguridad de cabeza de fila de Rebecca Zaracho, especialmente en el “Vals de las horas”. La “Suite” contó con el vestuario y la escenografía originales, igual que el “Concierto lírico” que siguió al ballet, que además exhibió supertítulos en español proyectados a ambos lados del escenario, con la traducción al español de las letras de las músicas (partes selectas de óperas), cantadas en su idioma original (italiano, alemán francés).

El Coro de la Ópera y la Orquesta abrieron el Concierto lírico con una interpretación perfecta del Himno Nacional paraguayo, cuya melodía no mucha gente entona correctamente, en especial el verso que expresa “más un día soberbia surgiendo”. Seguidamente, la Orquesta deleitó con la exquisita obertura de la ópera El barbero de Sevilla. Con la gran versatilidad que la caracteriza, la Orquesta dirigida por el extraordinariamente virtuoso maestro Diego Sánchez Haase saltó del lúdico estilo de Gioacchino Rossini a la templada armonía verdiana de la obertura de Nabucco. El histriónico tenor Ignacio Zubizarreta conmovió con el aria “Pourquoi me reveiller?” (ópera Werther, de Jules Massenet). La potente voz de la mezzosoprano Montserrat Maldonado, nos regaló “Mon Coeur s´ouvre a ta voix” (Sansón y Dalila, de Camille Saint-Saëns). El veterano tenor Miguel Coronel, por su parte, se lució con “Di quella pira” (Il Trovatore, de Giuseppe Verdi). La reciente revelación, el novel tenor Héctor Candia, con la dulzura que caracteriza a su timbre vocal entregó “Una furtiva lagrima” (L´Elissir d´Amore, de Gaetano Donizetti). El Coro de la Ópera cantó el imponente “Va, pensiero” (Nabucco). A pesar de su juventud, Marisol Soto es ya una leyenda del canto lírico paraguayo. A ella le cupo interpretar la célebre “Habanera” (Carmen, de Georges Bizet), con una escenificación que incluyó a bailarines y coreutas. La misma artista obsequió una creación de muy distinto carácter, profundamente conmovedora, “Un bel di vedremo” (Madama Butterfly, de Giacomo Puccini). Justo Pastor Rodríguez, joven barítono bajo, ofreció la conocida aria del “Toreador” (Carmen, de Georges Bizet). Rodríguez cantó la también famosa “Cavatina” de El Barbero de Sevilla (presente hasta en películas de dibujos animados). El público –particularmente el femenino– manifestó eufóricamente su aprobación. La soprano en ascenso Jessica Bogado, y el multifacético actor y barítono Juan Ángel Monzón, tuvieron a su cargo el “Dúo” de Don Giovanni y Zerlina (Don Giovanni, de Wolfgang Amadeus Mozart). El “Vals de Musetta” (La Bohème, de Puccini) fue interpretado por la soprano Lorena Gómez, con elegante comicidad. Su escenificación incluyó a Augusto Matto en el papel de Alcindoro, y a Clark, la estrella canina de la Ópera. La primera soprano Rebecca Arramendi, Montserrat Maldonado, Miguel Coronel, Nicolás Román (en tesitura de bajo) y el barítono profesor Luis Gaona tuvieron a su cargo la maravillosa interpretación del complejo “Cuarteto de Rigoletto”, de Verdi. Los músicos brindaron una poco conocida versión orquestal del aria “E lucevan le stelle” (Tosca, de Puccini). La expresión apasionada de las cuerdas fueron un cantar tan bello como el de la voz humana a la que nos acostumbró la reiterada versión convencional. El imponente “Te Deum” (Tosca, de Puccini) contó con el conocido Nicolás Román (en tesitura de barítono) y el Coro de la Ópera, que ofreció una magnifica dramatización, recorriendo en procesión la sala de considerables dimensiones, desde el fondo de la misma, hasta el escenario, que abordó desde ambos lados, ante la mirada atónita de más de un millar de personas que cada noche fue partícipe del espectáculo. Ante varios miles de espectadores –en escenarios de Paraguay, Argentina, Brasil, Chile y Estados Unidos, y en numerosos espectáculos de televisión- ha actuado la primera soprano Rebecca Arramendi (además de codirigir su propio programa en Radio Ñandutí). Antes del “Te Deum” (último número del programa), con la admirable recreación de “Visi d´arte” de Arramendi, Floria Tosca confesó su desesperación y su consuelo y nos transportó al punto de mayor intensidad, al clímax del gran espectáculo.

El “Final real de fiesta” estuvo a cargo de todos los solistas y coreutas participantes, que a modo de bis ofrecieron el célebre “Brindisi” de La Traviata, de Verdi. Entre los meritorios directores y maestros de la Gala figuran Ana María Casamayouret (Ópera), María Victoria Real Delor y Benito Román (Coro), Juan Víctor Bogado (Escena), Graciela Bartolozzi, Pacita Diez Pérez, Alicia Visconte, Diego Escrivá (Piano), Luis Gaona, Ñeca González, Miguel Coronel (Canto). El talento de los artistas fue tributado con interminables aplausos. Como de costumbre, en representación de todos los involucrados, solistas y maestros recibieron flores, esta vez entregadas por Viviana Benítez y Natalia Medina, dos destacadas alumnas de UniNorte, que además ostentan los títulos de Miss Paraguay y Miss Universitaria respectivamente, y en el intervalo se dedicaron a informar sobre la labor de Fundación Santuario de los Niños (institución a la que fue donada parte de la recaudación), y otros trabajos sociales en que ellas participan. Las entradas más económicas para los espectáculos de UniNorte cuestan 15 mil guaraníes, la vigésima parte (por lo menos) de lo que se paga en el Primer Mundo. Tal vez este sea el mayor privilegio que ofrece Paraguay, privilegio que nada cuesta al Estado, porque todas las producciones líricas nacionales profesionales son realizadas con recursos intelectuales y materiales de esta institución privada.

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