Alfredo Seiferheld y el libro "Infortunios del Paraguay"

Reproducimos algunos párrafos del "Prólogo" firmado por el periodista e historiador Alfredo Seiferheld, con motivo de la reimpresión de "Los infortunios...", en coincidencia con el 50º aniversario de su primera publicación.

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Escribe Alfredo: Pocos libros como Infortunios del Paraguay, del Dr. Teodosio González, habrán causado tanto impacto en el ámbito de las letras, la política y la economía de nuestro país. Aparecido el 21-22 de mayo de 1931, desde entonces ha sido empleado por representantes de los dos partidos políticos tradicionales para acusarse mutuamente con citas de aquella obra. Los Infortunios del Dr. Teodosio González, como dieron algunos en llamar a tan singular trabajo, fue la comunicación de una carrera poco feliz de su autor en política, no así en el campo de la jurisprudencia, donde el Dr. González fue, entre otras cosas, el redactor y comentarista del Código Penal, todavía vigente en el Paraguay (1981, año en que Alfredo escribió este prólogo).   

Fallecido en Asunción el 25 de mayo de 1932 de un ataque al corazón, Teodosio González fue un hombre de destaque en el transcurso de todo el primer tercio de siglo. Hombre de derecho, estudioso, había alcanzado el cargo de Ministro de Relaciones Exteriores, en forma fugaz, así como la representación parlamentaria local por el Partido Liberal, coronando su labor con Infortunios del Paraguay, obra en sumo polémica, donde dio a conocer su pensamiento en cuestiones vitales como la deuda externa local, las ambiciones políticas y otras cuestiones donde, con estilo mordaz, no ponía frenos a sus impulsos, aun errados, en el enjuiciamiento de hechos y personas de nuestro panorama político.   

Intelectuales y políticos consagrados fueron blanco de las iras de don Teodosio, cuya pluma, no pocas veces mojada en amargura, clavaba sus creaciones en nuestros hombres claves de la época, sin importar títulos ni posiciones. Así, fue Infortunios del Paraguay la obra más importante escrita contra la figura de Eligio Ayala —ya desaparecido éste— pese a su consagración casi sin excepciones. Demoledores son sus ataques por la falta de obras públicas en nuestro país y por la necesidad, que él entonces avizoraba, de un gobierno militar para el Paraguay.   

A cincuenta años de una obra completamente agotada, y en cuyas casi 600 páginas Teodosio González no hacía santo de su devoción a casi nadie —como habría de acontecer ahora con las memorias de Bray—, muchas de sus páginas conservan la frescura del ambiente que nos narra el autor y otras predicciones se han cumplido a cabalidad después de este tiempo transcurrido.   

Así, por ejemplo, refiriéndose el Dr. González a las perspectivas de desarrollo económico paraguayo-brasileño, escribía para 1931 estas palabras que parecerían premonitorias: "Es incalculable lo que será el Alto Paraná, paraguayo y brasilero, bajo el punto de vista industrial dentro de 50 años, teniendo en cuenta sus numerosas cataratas. Con los siete saltos grandes y once chicos de las cataratas del Guairá, con cinco veces más fuerza eléctrica que el Niágara con el Salto del Yguazú, y la cantidad de saltos más pequeños que salpican esa región no habrá, en futuro no lejano, en el mundo, comarca que le discuta la preeminencia industrial".   
  
PERIODISTAS INDEFENSOS

Don Teodosio tampoco escatimaba palabras para defender a quienes hacían sus armas en el periodismo, ya entonces y mucho antes, víctimas de iniquidades. "Los gobiernos del Paraguay —decía refiriéndose a campañas periodísticas caídas en saco roto— reservan toda su energía y sus rigores para los periodistas indefensos. En cambio, para los capitalistas ingleses o argentinos o los caudillos civiles o militares, en pura caballerosidad, complacencia, tolerancia, almíbar puro".   

En otro orden de cosas, Teodosio González acostumbraba recoger las más diversas versiones sobre sucesos y hechos que pudieran dejar en ridículo a nuestros políticos. "Un joven intelectual del Partido Liberal —escribe en la obra que comentamos— de lo más promisor que tiene el partido por su talento y su carácter, ha pintado a los políticos paraguayos en la siguiente forma: Hablaba un diputado. Uno de sus colegas estaba sentado cerca de un ministro, dijo a éste, señalando al orador: Me parece que tiene razón. A lo que el ministro repuso: Personalmente soy de su opinión, ministerialmente no sé todavía".
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