Adela y Celsa Speratti

Dignas seguidoras de Rosa Peña habrían de ser más tarde Adela y Celsa Speratti, quienes por su abnegación y desinterés se harían acreedoras al respeto y gratitud de las generaciones futuras.

Este artículo tiene 13 años de antigüedad
Nacida, la primera, en Villarrica en 1865 y la segunda en Luque, tres años más tarde, fueron criadas en Concepción del Uruguay, a raíz de que su madre, viuda de guerra, emigró del país en busca de mejores horizontes.Beatriz Rodríguez Alcalá de González Oddone

A costa de innúmeros sacrificios, doña Dolores Speratti, realizando las más duras tareas, logra que sus hijas cursen sus estudios en la Escuela Normal de dicha ciudad, entonces importante centro educacional propulsado por Sarmiento.   

La dedicación al estudio de las hermanas, primeras alumnas de sus respectivas promociones, las hace acreedoras a sendas becas del Gobierno argentino, que, una vez egresadas, las contrata para el ejercicio de la cátedra en la misma escuela.   

Años más tarde, el gobierno del general Egusquiza llama a las distinguidas educacionistas y les encarga la tarea de dirigir la Escuela Normal de Preceptoras.   

El 7 de marzo de 1896, a pedido de numerosas preceptoras, Adela Speratti funda la Escuela Normal de Maestras y el Gobierno nacional otorga 40 becas a otras tantas alumnas llegadas de distintos lugares del país. Adela ejercerá la dirección de la escuela hasta el día de su muerte, acaecida en 1902, tras desarrollar una encomiable labor, renovando el sistema pedagógico vigente con modernos métodos. Celsa la sustituirá eficazmente a lo largo de cinco años, tras los cuales abandonará la escuela para fundar su propio hogar.   

Pero Celsa y Adela no se redujeron a transmitir conocimientos. Ubicadas en su tiempo, sensibles a las urgencias de su país, facilitaron los estudios a numerosas jóvenes indigentes del interior, a quienes alojaban y alimentaban gratuitamente en su hogar y les solventaban además sus estudios. Y todo ello lo hacían con sus exiguos salarios, sin recibir ayuda de nadie.   

Un busto en la Escuela Normal de Profesores y una escuela primaria nos recuerdan hoy a Adela, y una placa recordatoria en la misma escuela a Celsa; esas dos grandes educadoras y auténticas benefactoras del Paraguay de ayer, que marcaron hitos en la instrucción pública del país.   

BIBLIOGRAFÍA

— Carlos Zubizarreta: "Cien vidas paraguayas.   

— Juan Francisco Pérez: "La primera maestra paraguaya".   

— Efraím Cardozo: "Historia cultural del Paraguay".
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