El mundo de ayer

«Detestados por esa sacarinada clase media que usurpa indebidamente el nombre de “izquierda”, Beatriz Sarlo y Juan José Sebreli nos han dejado alto el listón a los inconformes», escribe Julián Sorel a propósito del doble duelo con que se despide este 2024.

Adiós a Beatriz Sarlo y Juan José Sebreli
Adiós a Beatriz Sarlo y Juan José Sebreli

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Con pocas semanas de diferencia, han fallecido los dos intelectuales argentinos más importantes de las últimas décadas. Si no los más importantes, dos de los más importantes. ¿Por qué? Por su falta de miedo a las polémicas, por su inconformismo, por su vocación de intervención en la vida pública, por su absoluto desinterés por agradar y su manía de apuntar los cañones de la crítica en todas las direcciones –características que los convierten a los dos en blanco de los burdos ataques de cierta supuesta «izquierda» antiimperialista (1), dicho sea de paso–.

Beatriz Sarlo y Juan José Sebreli nacieron y murieron en Buenos Aires. La carrera de intelectual público de Juan José Sebreli (Buenos Aires, 3 de noviembre de 1930 - 1 de noviembre de 2024) comenzó cuando José Bianco le publicó en Sur en 1952 una reseña del Monsieur Verdoux de Charles Chaplin. En las décadas siguientes, escribió, tradujo y editó decenas de libros –incluido «un inequívoco panfleto –Fútbol y masas (1980)– contra las equívocas seducciones masivas del deporte institucional que gana FIFAs y Copas Mundiales» (2) aparecido bajo la dictadura del Proceso– y colaboró con cientos de artículos y reseñas bibliográficas y cinematográficas en las principales revistas culturales argentinas. A mediados de la década de 1960, devino best-seller, y desde entonces sus entrevistas se difundieron urbi et orbi en los diarios, la radio, la televisión, las redes.

Muere a los 93 años Juan José Sebreli, escritor y sociólogo
Falleció a los 93 años Juan José Sebreli, escritor y sociólogo

Según el erudito escritor y periodista porteño Alfredo Grieco y Bavio, los mejores libros de Juan José Sebreli –«aquellos», profetiza, «que se leerán dentro de un siglo»– son los que recogen los secretos íntimos de las ciudades. Libros como Buenos Aires, vida cotidiana y alienación (1964), ese catálogo razonado («nunca gratificante para el marxismo académico o las ciencias sociales universitarias, jamás decepcionante para la literatura») en el que todo –vida privada, áreas y residencias, actividad e inactividad sexual, gastronomía y anorexias, mobiliario y gusto en ropas, vacaciones, palabras, escuelas– es inventariado con el optimismo sádico de un oficial de justicia que procede a embargar bienes y en el que las clases sociales –burguesía (oligarquía terrateniente agroexportadora e industria nacional), clases medias, proletariado, lumpenaje– le sirven al autor para delimitar los ecosistemas de la sociedad rioplatense (3).

En los últimos treinta años, Sebreli se dedicó a producir manuales de tema filosófico, «libros de explicación clara y estilo acérbico» que acaso sean lo «menos irremplazable» de su obra, si bien, por otra parte, no han sido reemplazados. Las ochocientas páginas de Dios en el laberinto (2016) son un análisis filosófico de la teología, una historia de los tres grandes credos monoteístas y «una puesta en contexto de los usos políticos de la religión, del fundamentalismo islámico a las derivas católicas que van de los curas villeros al neopopulismo del Papa argentino y peronista» (4).

Agudamente nos hace notar Alfredo Grieco y Bavio que casi todos los elogios de Sebreli suelen estar acompañados de descalificaciones. Unos, al no haber enseñado Sebreli en la universidad ni haber siquiera egresado de ninguna ni haber ejercido como investigador en un centro académico, encuentran sus ensayos sospechosos de diletantismo. Otros le endilgan pretenciosidad, capricho, rareza tales que lo pintan como autor light de libros de «alta vulgarización». En compensación, nadie le niega el desabrido título de «pensador». Pero precisamente ese lugar incómodo en el que Sebreli queda arrinconado es el lugar más propio de los intelectuales: «que allí no tenga vecinos –señala Grieco– habla menos de él que de la Argentina, de América, y de nuestro siglo» (5).

La periodista, escritora y ensayista argentina Beatriz Sarlo falleció en Buenos Aires
La periodista, escritora y ensayista argentina Beatriz Sarlo falleció en Buenos Aires

De ese lugar hablábamos al comienzo, al explicar los motivos de la importancia que tienen a nuestro juicio intelectuales como Beatriz Sarlo y Juan José Sebreli. Porque si el lugar de Sebreli era incómodo, otro tanto cabe decir quizás de Beatriz Sarlo (Buenos Aires, 29 de marzo de 1942 - 17 de diciembre de 2024), desaparecida pocas semanas después que su amigo y colega, con el que disputa póstumamente un título notable: si Alfredo Grieco y Bavio llamó al segundo «El último intelectual» en su aquí profusamente citado artículo publicado el 4 de noviembre en la revista La Agenda, de Buenos Aires, el historiador Horacio Tarcus se refiere con esa misma expresión a la primera en el Homenaje a Beatriz Sarlo (1942-2024) publicado esta semana en la revista Nueva Sociedad: «Antes de que las revistas culturales fueran desplazadas por los blogs y los intelectuales por los influencers –comienza Tarcus–, Beatriz cumplió a cabalidad con la función que las sociedades modernas asignaron a los intelectuales: la de pensar a contrapelo del poder de turno, la de azuzar a la opinión pública biempensante, la de descolocar lo que parecía que estaba en su lugar. Edward Said decía que el intelectual es siempre un outsider y Beatriz supo sostener durante décadas ese ejercicio de pararse a pensar desde ese lugar incómodo» (6).

Hace pocos años, recuerda Tarcus, en una entrevista televisiva, el periodista Luis Novaresio le preguntó a Sarlo si se definía como una «intelectual de centroizquierda», a lo que ella respondió sin titubear: «Como intelectual de izquierda». Es importante recordarlo porque muchos le niegan el derecho a considerarse como tal. Lo cual resulta comprensible considerando que, como Tarcus apunta, Sarlo «no dejó de señalar ciertas vías muertas de la ideología de izquierdas». A fuer de intelectual, Beatriz Sarlo, «del mismo modo que como demócrata cuestionó los límites de clase del liberalismo, y como liberal lideró la resistencia cultural a la dictadura, analizó las pulsiones populistas del kirchnerismo y anunció la deriva autoritaria del mileísmo».

«Beatriz Sarlo –escribe Tarcus– se va de un mundo que ya había dejado de ser el suyo: el de los diarios impresos en papel, el de las revistas culturales, el de las pasiones intelectuales, el de la política en el sentido fuerte del término, el de la avenida Corrientes con sus librerías y bares abiertos hasta la madrugada» (7).

El mundo de ayerDie Welt von Gestern–, del austriaco Stefan Zweig, es una crítica penetrante pero también una oda nostálgica a esa sociedad europea que desapareció para siempre en el barro de las trincheras de la Primera Guerra Mundial. No hay mejor homenaje, sobre todo en una despedida, que evitar las idealizaciones. En este caso, además, huelga decir que no solamente son innecesarias sino que resultarían tan paradójicas como contraproducentes.

Detestados ambos por esa sacarinada clase media populista que en todas partes del mundo usurpa indebidamente el nombre de «izquierda», incomprendidos por esa inmensa mayoría que prefiere, a las virtudes del genuino intelectual, las del buen redactor publicitario, que sabe qué decirle y cómo decírselo para que le compre su discurso, limpios de impostaciones moralistas y ajenos tanto a la trivialidad de las retóricas seudo-revolucionarias como a la deshonestidad de esa práctica hoy generalizada de apostar a lo seguro eligiendo siempre, entre dos teorías, la que pinte como más inocentes a los desfavorecidos y como más culpables a los privilegiados, Beatriz Sarlo y Juan José Sebreli nos han dejado muy alto el listón a los inconformes. Y este es un regalo que –como todo desafío– se agradece.

"Beatriz Sarlo y Juan José Sebreli nos han dejado muy alto el listón a los inconformes. Y este es un regalo que –como todo desafío– se agradece."
"Beatriz Sarlo y Juan José Sebreli nos han dejado muy alto el listón a los inconformes. Y este es un regalo que –como todo desafío– se agradece."

Notas

(1) Como ejemplo de este discurso nacionalista y populista cabe citar: «Sebreli, Sarlo y la causa Malvinas»: https://www.agenciapacourondo.com.ar/sociedad/sebreli-sarlo-y-la-causa-malvinas.

(2) Alfredo Grieco y Bavio: «El último intelectual». Revista La Agenda, Buenos Aires, 4 de noviembre de 2024. Disponible en línea: https://laagenda.buenosaires.gob.ar/contenido/75310-el-ultimo-intelectual

(3) Ídem.

(4) Ídem.

(5) Ídem.

(6) Horacio Tarcus: «El mundo de Sarlo». En: Homenaje a Beatriz Sarlo (1942-2024). Revista Nueva Sociedad, diciembre de 2024. Disponible en línea: https://nuso.org/articulo/homenaje-a-beatriz-sarlo-1942-2024/

(7) Ídem.

Sarlo y Sebreli, vidas paralelas
Sarlo y Sebreli, vidas paralelas
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