El país de las polladas

«Ese dinero de utilería alude, pensé, al carácter de utilería del dinero». A propósito del asesinato del CEO de United Healthcare y del arresto de Luigi Mangione.

El país de las polladas (Paraguay, 2018. Foto de Unicef).
El país de las polladas (Paraguay, 2018. Foto de Unicef).

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Cuando el pasado miércoles 4 de diciembre un encapuchado asesinó a balazos en pleno centro de Manhattan y a la luz del día a Brian Thompson, de 50 años, director ejecutivo de la compañía de seguros médicos United Healthcare, agentes de la Policía de Nueva York recogieron de la escena del crimen –la entrada del Hotel Hilton Midtown– tres casquillos de balas con una palabra escrita con rotulador indeleble en cada uno. Deponer. Denegar. Demorar. Son los tres pasos del proceso burocrático habitualmente utilizado por las compañías privadas de seguros médicos en Estados Unidos para negar cobertura a sus clientes. Deny. Defend. Depose.

El interés desatado en las redes sociales por esta misteriosa performance y por su anónimo autor, el asesino del CEO, rápidamente excedió el ámbito estadounidense y se volvió internacional. Las consecuencias trágicas de la prevalencia del lucro sobre la salud y la vida de la gente en el caso de Estados Unidos son conocidas en todo el mundo –recordemos Sicko (2007), el documental de Michael Moore, por citar un ejemplo famoso–, pero eso no basta para explicar la simpatía que el asesino del CEO de United Healthcare despertó dentro y fuera de Estados Unidos. Si la despertó fue porque le atribuimos al crimen un sentido que, al parecer, no tuvo.

Afiche de "Se busca" difundido por la Policía de Nueva York (EFE).
Afiche de "Se busca" difundido por la Policía de Nueva York (EFE).

Al saber hace unos días que se había encontrado la mochila del tirador encapuchado y que estaba llena de billetes de Monopoly, di prácticamente por seguro que se trataba de un bandido altruista que no mataba por saña sino en aras de un bien mayor. Si lo escrito en las balas remitía al modus operandi de las empresas privadas de seguros médicos, ese dinero de utilería alude, pensé, a algo de más vasto alcance, al carácter de utilería del propio dinero: «por esta ficción, por este papel de juguete, asesinamos y nos asesinan». Se trata, me dije entonces, de una metáfora.

Me equivoqué. La ilusión parece haber terminado este lunes con el arresto de Luigi Mangione, de 26 años, en un McDonald’s de Altoona, Pensilvania. Llevaba consigo un «manifiesto» que en pocas horas, el martes, se filtró en Internet. Para entonces, ya habíamos stalkeado a mansalva sus cuentas en X y en Goodreads. Si Mangione es realmente el autor del crimen, me temo que le atribuimos (al menos, yo le atribuí) ideas que no tiene. Mangione no parece ir más allá de una mala experiencia personal y familiar con los seguros médicos privados. Su manifiesto da cuenta de ello, sus conocidos han hablado a la prensa de sus problemas de espalda, y en su cuenta de X hay una radiografía de, presumo, su columna vertebral. Por lo que se sabe del joven Mangione, es de familia rica, se educó en la Ivy League y estaba destinado a posar para un póster del sueño americano. En algún momento, este mundo que siempre había funcionado tan bien para personas como él le falló porque su seguro médico no cumplió lo que esperaba. En el rastro que dejó el joven Mangione en Internet, no he encontrado indignación por otros sufrimientos ni solidaridad con otras causas. Y, francamente, basta ver sus fotos para clasificarlo como un tecno-bro de gym y vape.

"La ilusión parece haber terminado este lunes con el arresto de Luigi Mangione, de 26 años, en un McDonald’s de Altoona, Pensilvania" (EFE)
"La ilusión parece haber terminado este lunes con el arresto de Luigi Mangione, de 26 años, en un McDonald’s de Altoona, Pensilvania" (EFE)

Pero ese no es el punto. El joven Mangione no tiene la culpa –en caso de que él sea realmente el autor del crimen, por otra parte– de no ser lo que algunos esperábamos. Tampoco Thompson era personalmente culpable del funcionamiento letal de una maquinaria en la que apenas cumplía el papel de un engranaje y en la que será reemplazado por otro CEO. El punto es que las redes esta semana han revelado que algunos, incluso muchos, vimos –y que, por ende, necesitamos ver– en ese crimen, sin duda cruel, un gesto más amplio y profundo, un desafío más radical, una protesta más universal.

United Healthcare recauda cientos de millones de dólares al año y, según Associated Press, Brian Thompson ganaba más de 10 millones anuales. ¿A cuántas personas se niega cobertura y mueren para amasar esos millones y pagar a CEO como Thompson? Es, literalmente, un sistema asesino. Pero ese sistema asesino no se limita a la medicina ni a United Healthcare ni a Estados Unidos ni a Brian Thompson. De modo completamente legal, el propósito que cumple eficazmente nuestro modelo económico, respaldado por nuestros gobiernos con sus instituciones y aparatos jurídicos y represivos, no es garantizar los derechos de la población sino las ganancias de una minoría –en este caso concreto, las ganancias de las empresas de seguros médicos y farmacéuticas–. Por eso quisimos creer, aunque fuera por unos días, que el blanco no era un simple individuo, sino lo que este representaba, y que el misterioso crimen formaba parte de una guerra mucho más amplia. Porque, como bien sentimos, como en el fondo sabemos, todos los seres humanos tienen derecho a vivir, y también a morir, dignamente, y esta certeza la tenemos incluso aquí, donde enfermar es un lujo que la mayoría no puede permitirse; aquí, en el Paraguay, el país de las polladas.

Un caballo solitario en el centro de Asunción. Fotografía de Martín Crespo, año 2013.
Un caballo solitario en el centro de Asunción. Fotografía de Martín Crespo, año 2013.
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