El baúl de los recuerdos y los re-locos

25 recuerdos sobre los 25 años del Espacio Sajonia que hay que tomar en cuenta.

Antigua credencial de prensa de uno los sospechosos autores del presente artículo, el poeta Carlos Bazzano.
Antigua credencial de prensa de uno los sospechosos autores del presente artículo, el poeta Carlos Bazzano.

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[En letras pequeñas, como se hacía en El Yacaré para los mensajes subliminales] Estimado lector, estimada lectora, este pequeño recuadro es para recordarle, así, sutilmente, que, si usted formó parte de esta historia, sabe que El Espacio no cabe en 25 recuerdos. En sus siete años de existencia, por este centro cultural alternativo e itinerante pasaron más de mil personas; sería imposible contar todas las colaboraciones artísticas e intelectuales de un grupo tan heterogéneo. Queda constancia de que esto fue antes del apogeo de las redes virtuales, por lo cual los registros —en cualquiera de sus formatos— son escasos o poco difundidos. Entonces, cabe destacar una advertencia: así como hoy El Espacio es nada, 25 años atrás, para un grupo de gente, era mucho. En el tiempo que duró, El Espacio fue muchas cosas a la vez: bar, comunidad, sala de redacción, local de cursos de toda índole…

1. Al principio, la unión. Según los consultados para estos recuerdos, el Espacio Sajonia nace de la unión del bar de Héctor «Kalele» y el proyecto Espacio Sajonia Siglo XXI, que impulsaban Jorge Buman y Sebas Yegros, con la integración de un grupo de jóvenes que estuvieron vinculados al movimiento del marzo paraguayo y la toma de las universidades de 1999.

2. Charly paga el alquiler. Muchos recuerdan el póster de Charly y Luca colgado frente a la barra del bar. No era un hecho inocente: la primera gran actividad —organizada a raíz de deudas de alquiler— fue el homenaje a Charly García «Filosofía barata y zapada de goma» a cargo de La Kalele Blues Band —el concierto y la banda fueron bautizados así, en medio de la urgencia de crear un afiche y distribuirlo, por el poeta Miguel Méndez—.

3. Pega el afiche. Los afiches fueron pegados en paneles de facultades (Filosofía, Arquitectura, Medicina, entre otras) y en disquerías y librerías del centro asunceno, principalmente.

4. El señor Barriga cobra la renta. Aunque el motivo no era iniciar un movimiento sino pagar el alquiler, como el concierto fue un éxito y aún quedaban varios meses de deuda, surgieron más actividades, varias sugeridas por los propios asistentes a los eventos, y a la música se sumaron la plástica, el teatro, la literatura, el cine, la arquitectura

5. Sueño de una minga de verano. Con el entusiasmo generado tras las primeras actividades, se hizo una minga para limpiar el patio de malezas y escombros. El local, remozado con el trabajo y el aporte de una comunidad que iba cobrando forma, fue reinaugurado una noche de verano del año 2000 con un concierto tributo a los Beatles. Para la ocasión, todos los espacios del Espacio fueron intervenidos con objetos, dibujos y fotografías de los Cuatro de Liverpool. A modo de «instalación artística», en el primer salón se introdujo un Volkswagen «escarabajo» que daba la bienvenida al público.

Local del extinto Espacio Sajonia XXI, Dr. Paiva casi C. A. López, Asunción.
Local del extinto Espacio Sajonia XXI, Dr. Paiva casi C. A. López, Asunción.

6. Las manos de Beckelmann. A la comunidad se fueron sumando más estudiantes y artistas, como el escultor Gustavo Beckelmann, asiduo parroquiano que aportó al Espacio varias luminarias con forma de manos izquierdas de cuatro dedos que acompañaron la itinerancia del proyecto en sus sucesivos locales. Prometeo postapocalíptico, iluminó las noches espaciales.

7. El tiempo y el Espacio. El Espacio Sajonia funcionó entre 1999 y 2001 sobre Doctor Paiva 1533 casi Carlos Antonio López. De 2001 a 2004, el proyecto se mudó a una casona antigua sobre la avenida España casi Brasil; allí se llamó el (otro) espacio —con minúsculas—. Tras meses de vagabundeo y orfandad, la última morada, de 2005 a 2006, fue el caserón de Ayolas esquina Haedo. Sin ninguna novedad conceptual, este lugar fue conocido como El Último Espacio, o, sencillamente, El Espacio.

8. De cronopios y cronopios. Una vez llegó al local un joven barbudo en moto. «¿Está Miguel? —preguntó—. Me dijo que venga a esta hora para hablar con él». Era uno de los responsables de la revista de arte Los Cronopios, cuyo último número incluía una entrevista al responsable de la editorial El Ombligo del Mundo (EOM). Algo grande ocurriría después.

9. Todos los espacios, el espacio. En todas sus versiones, El Espacio acogió una combinación de artistas e intelectuales con trayectoria y artistas emergentes. Músicos como Alberto Rodas, Los Búfalos y Chester Swann compartieron escenario y equipos con bandas y solistas que debutaban en El Espacio. En literatura y artes visuales, referentes de vasta experiencia alternaban con estudiantes que homenajeaban a los poetas malditos, Cortázar, Pizarnik, Bukowski, Nietzsche, Dalí, Picasso...

10. No era el centro del mundo, era su ombligo. La editorial EOM lanzó aquí varias de sus publicaciones artesanales; hablamos de los libros Cuentos afónicos, Sobras completas, Ya da ya, y algunas ediciones del tríptico literario La Cigarra Afónica, entre otras obras. De igual modo, el tríptico literario El Expreso presentó aquí su antología de poemas y cuentos de autores locales que iniciaban sus caminos en las letras.

La mirada del Yacaré: así era la cabecera del semanario cultural destinado "a pea que amoa..."
La mirada del Yacaré: así era la cabecera del semanario cultural destinado "a pea que amoa..."

11. Un yacaré por tu ventana. De aquellos encuentros entre los responsables de Los Cronopios y la editorial EOM nació el semanario cultural El Yacaré, cuya primera oficina funcionaba en una suerte de altillo del Espacio. Recuerdan sus integrantes que una cuerda atada a una lata con piedras hacía las veces de campana.

12. Un periódico destinado a péa que amóa. El Yacaré tuvo 260 ediciones: una cada semana durante cinco años ininterrumpidos. La tirada fue fluctuando dependiendo de la economía, los trueques con la imprenta, la cantidad de suscriptores y el pequeño número de auspiciantes.

13. El Yacaré nació en El Espacio y El Espacio murió en El Yacaré. El periódico fue tan itinerante como el centro cultural que lo vio nacer. Su última oficina oficial y centro de armado final, tras el cierre del Espacio en 2006 (cuya cobertura la realizó El Yacaré, como corresponde), funcionó dentro del local que por esos años tenía el Sindicato de Periodistas de Paraguay, sobre la calle Herrera.

14. Es tuya, San Juan. A esta altura de los recuerdos, entenderá usted (lector cómplice, lectora suspicaz) que muchos de los protagonistas eran bastante «alternativos» para su tiempo. Pero cada junio, al llegar la temporada de San Juan, era menester pensar en una fiesta tradicional hecha de modo, precisamente, alternativo. Así, las fiestas de San Juan en El Espacio incluían actividades performáticas de celebración del fuego con artistas haciendo malabares con antorchas, mientras sonaba un concierto con pelotas tatá entre el público y un toro candil haciendo pogo.

15. Formas raras de hacer negocios. El Yacaré sobrevivió gracias al aporte de los suscriptores (llegó a tener cerca de cuatrocientos). En materia de auspicios y publicidad, en algunos casos se utilizaba el trueque; como cuando una integrante de la comunidad se operó los ojos a cambio de publicidad para la clínica.

Una noche cualquiera en el Espacio Sajonia
Una noche cualquiera en el Espacio Sajonia. Al fondo, en la guitarra, otro de los sospechosos autores de este recuento, el poeta Eulo García.

16. El ataque de risa. La única posibilidad de conseguir un gran auspiciante fue una entrevista con un po guasu de una empresa nacional, pero los representantes reptilianos del semanario no pudieron cerrar trato pues les agarró un irrefrenable ataque de risa.

17. No cash. El staff del Yacaré (diagramación, ilustración, suscripción, redacción, armado, distribución) nunca cobró por sus servicios en cinco años y 260 ediciones.

18. Dogmas no, Dokma sí. El concierto más multitudinario en la historia del Espacio fue el que en 2004 realizaron en conjunto los grupos Dokma y Deliverans. Se estima que asistieron alrededor de quinientas personas.

19. Un local dentro del local. Dentro del centro cultural había un local de venta de artesanías llamado Ñande Rembiapo, que también exponía trabajos de ayoreo, ishir y toba qom y cuadros del pintor indígena Flores Balbuena, más conocido como Ogwa, y distribuía una revista hecha en manuscrito por jóvenes qom.

20. Los toba qom en el (otro) espacio. Una actividad memorable tuvo lugar cuando varias familias de una comunidad toba qom fueron invitadas por Ñande Rembiapo a compartir con la comunidad del Espacio una semana de integración que incluyó danzas rituales.

"Press Credential" de Carlos Bazzano, con la flagrante firma del actuamente conocido actor, director teatral y dramaturgo Nelson Viveros.
Su pasado los condena: "Press Credential" de Carlos Bazzano, con la flagrante firma del actuamente conocido actor, director teatral y dramaturgo Nelson Viveros.

21. Rock y ao po’i. Junto a las artesanías, en Ñande Rembiapo podían encontrarse vinilos de Jimi Hendrix y Janis Joplin, libros usados y discos de la Komarca Mainumby.

22. La internacional planetaria. En la época del (otro) espacio, la casa fue refugio temporal de gente de todo el mundo: Bélgica, Chile, Argentina, Brasil, Colombia, Uruguay, Ecuador, Italia, Francia, Alemania, Perú, Bolivia, Canadá… Con el tiempo, muchos integrantes de la comunidad se fueron a otros países a continuar sus búsquedas artísticas.

23. Los muchos espacios del Espacio. Organizaciones de estudiantes universitarios y proyectos como el CUMIS (Campamento Universitario Multidisciplinario de Investigación y Servicios) se reunían asiduamente en la casa/centro cultural, que sirvió también de espacio de reunión de organizaciones campesinas cuando llegaban a Asunción.

24. Raras mascotas nuevas. El loro Chomsky vivió en la casa de España hasta que le crecieron las alas y se fue. Los murciélagos Braulio y Onofre vivieron en el (otro) espacio, en el salón que luego sería oficina del Yacaré. También convivieron con la comunidad los perros Jack y Yakarta, y las gallinas Kocó y Borí. Pero la mascota que más tiempo compartió la casa fue Denso, un perro muy grande que gustaba de acompañar y cuidar a las personas que salían del bar del Espacio de madrugada.

25. Agradecimientos espaciales. A quienes aportaron recuerdos a este listado: Ever Román, Alicia Sosa, Carlos Elbo Morales, Ninfa Martínez, Arístides Ortiz, Rober Irrazábal, Maura Aliende, Charles Da Ponte, Natalia Correa, Nelson Viveros, Fides Gauto, Héctor Argüello y Guille Arce.

Una noche espacial
Por otras mil y una noches espaciales. ¡Salud!
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