El obituario de Kafka

Un siglo de Franz Kafka (1924 - 2024): Tres días después de la muerte de Kafka, el 6 de junio de 1924, su obituario apareció como “Noticia del día” en el diario Národní Listy de Praga, escrito en checo por la extravagante periodista y traductora Milena Jesenská (Praga, 1896 - campo de concentración de Ravensbrück, 1944).

Fotografía de pasaporte y firma de Milena Jesenská, circa 1916
Fotografía de pasaporte y firma de Milena Jesenská, circa 1916

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Este año del centenario luctuoso de Franz Kafka es también el del 80 aniversario de la muerte de la traductora y periodista checa Milena Jesenská, figura extravagante, aventurera y trágica que en cierto modo contrasta con la de nuestro tranquilo oficinista: si este llevó una existencia ordenada y solo liberó sus desórdenes en la imaginación y en el papel, creando una obra que hasta hoy nos obsesiona, aquélla, en cambio, audaz y desafiante en la vida real, apenas es conocida por el gran público como la destinataria de las Cartas a Milena del primero.

Milena Jesenská, la primera traductora de Kafka, nació en Praga en 1896, hija de un catedrático de Medicina que presumía de descender del célebre Jessenius, médico de cabecera del emperador Rodolfo II y rector de la Universidad Carolina ejecutado en 1621 por haber participado en una sublevación contra la Casa de los Habsburgo. Las relaciones entre el autoritario padre Jesenský y la rebelde hija Jesenská fueron duras, porque ambos eran temperamentos borrascosos. Jesenský quería que la joven siguiera sus huellas y estudiara Medicina.

Milena prefería pasar las horas en los cafés de Praga, en uno de los cuales, el Café Arco, se enamoró del judío Ernst Pollak, lo que enfureció a su padre, que, después de que Milena pasara por un intento de suicidio y un aborto clandestino, la encerró en un manicomio. Como, pese a todo, no logró separarla de Pollak, dio al fin su consentimiento a la boda, a condición de que la pareja viviera en Viena, porque ya habían escandalizado a Praga más de la cuenta.

Franz Kafka delante del Café Arco, Praga, circa 1920 (Foto Martina Kutková)
Franz Kafka delante del Café Arco, Praga, circa 1920 (Foto: Martina Kutková)

En Viena, la pareja despilfarró en tiempo récord la dote de la novia, Milena tuvo que dar clases de checo y cargar maletas en la estación de ferrocarril, Ernst llevó a casa a la bella Mitzi y, como buena enemiga de las convenciones sociales, Milena aceptó la convivencia de los tres, mientras empezaba a enviar crónicas a periódicos de Praga y a hacer sus primeras traducciones.

Fue la traducción de los cuentos de Kafka del alemán al checo lo que la llevó a conocerlo y dio pie a su relación. Teniendo mucho en común, eran muy distintos. Kafka era prudente, cauteloso y frugal; Milena era bohemia, derrochadora y siempre dispuesta a violar reglas. La muerte de Kafka no la sorprendió; en una carta a Max Brod, la había predicho: «Franz no tiene capacidad para vivir. Franz jamás podrá curarse».

A mediados de los «roaring tweinties», Milena se divorció de Pollak, volvió a Praga y, al tiempo que trabajaba como traductora para sellos editoriales, se convirtió en una estrella periodística con sus artículos publicados en periódicos tan prestigiosos como Národní Politika y Lidové Noviny. Se casó con el arquitecto vanguardista Jan Krejcar, del que se divorció en 1934, se volvió adicta a la morfina, produjo lo mejor del periodismo checoslovaco de preguerra con sus reportajes en Prítomnost y en 1939, se sumó a la resistencia clandestina contra la ocupación alemana y fue detenida por la Gestapo y recluida en el campo de concentración de Rawensbruck, donde murió el 17 de mayo de 1944. Los nazis arrojaron sus cenizas a un lago.

Franz Kafka / Milena Jesenská, la traductora de Kafka
Franz Kafka / Milena Jesenská, la traductora de Kafka

Kafka había muerto veinte años antes. En ese momento, ella escribió su obituario, que apareció el 6 de junio de 1924 en el diario checo Národní Listy:

«NOTICIA DEL DÍA

Anteayer murió en el sanatorio de Kierling, en Klosterneuburg, en las afuera de Viena, el doctor Franz Kafka, escritor alemán que vivía en Praga. Pocos aquí lo conocían, porque era un ermitaño, un sabio que temía la vida. Durante años padeció una enfermedad de los pulmones, y, aunque recibió tratamiento, también la alentó a conciencia y la nutrió espiritualmente. “Cuando el alma y el corazón no pueden con la carga, el pulmón toma la mitad del peso para que al menos quede repartido”, escribió en cierta ocasión en una carta, y así ocurrió con su enfermedad. Esta le dio una sensibilidad rayana en lo maravilloso y una claridad mental casi aterradora; y, por otro lado, este hombre depositó en su enfermedad todo el peso de su angustia espiritual. Era tímido, sereno y bueno, pero escribió libros terribles y dolorosos. Veía el mundo poblado de demonios invisibles que aniquilaban a las personas indefensas. Era demasiado lúcido, demasiado sabio para vivir, y demasiado débil para luchar, pero su debilidad era la de las almas nobles que rehúyen las peleas con los engaños, el desamor y la mentira porque saben de antemano que son impotentes y aceptan la derrota para avergonzar a los vencedores.

Franz Kafka con el hermano menor de Max Brod, Otto, en el castillo de Toblino, cerca de Trento, Italia, 1909
Franz Kafka con el hermano menor de Max Brod, Otto, en el castillo de Toblino, cerca de Trento, Italia, 1909

Conocía a la gente como solo pueden hacerlo las personas de inmensa sensibilidad, los solitarios que captan a la humanidad entera en un solo destello de la mirada. Conocía el mundo de modo extraordinariamente profundo, y él mismo era un mundo extraordinariamente profundo. Escribió algunos de los libros más significativos de la joven literatura alemana. En ellos está la lucha de las generaciones actuales, aunque no tengan nada de dogmático: son tan verdaderos, descarnados y dolorosos que resultan absolutamente realistas, incluso cuando se expresan mediante símbolos. Están llenos de la implacable ironía y el delicado asombro de un hombre que vio el mundo con tanta claridad que no pudo soportarlo y tuvo que morir, que no quiso hacer concesiones para salvarse, como tantos.

El doctor Franz Kafka escribió “El fogonero”, primer capítulo de una hermosa novela todavía inédita, “La condena”, sobre el conflicto entre dos generaciones, La metamorfosis, el libro más poderoso de la literatura alemana moderna, “En la colonia penitenciaria”, “Contemplación” y Un médico rural. El manuscrito de su último relato, “Ante la ley”, está listo desde hace años para la imprenta; es de esa clase de libros que parecen abarcar el mundo de modo tan completo que cualquier comentario resulta superfluo. Todas sus obras describen el horror de los malentendidos misteriosos y la inmerecida culpa que atormenta a los seres humanos. Fue un hombre y un artista dotado de una conciencia tan escrupulosa que seguía alerta incluso cuando los demás, sordos, ya se sentían seguros.

Milena Jesenská».

(Národní Listy, Praga, 6 de junio de 1924.)

Franz Kafka (Praga, 1883 - Kierling, Austria, 1924)
Franz Kafka (Praga, 1883 - Kierling, Austria, 1924)
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