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En un video de su canal de YouTube Paraísos en Asia, titulado «Papúa: Regreso al Neolítico», el youtuber Miguel Seguí presenta su visita a varias aldeas de la isla de Papúa. El título del video ya revela su contenido. La descripción es un resumen de lo que se encuentra en la narrativa del youtuber: «La isla de Papúa es uno de los lugares menos explorados y más inexpugnables del mundo (…) Se estima que hay 107 grupos humanos no contactados en el planeta tierra, de los cuales 44 estarían en el occidente de Papúa, es decir, en la Papúa Indonesia. La isla contiene la tercera mayor masa forestal del planeta tierra y es una mezcla impenetrable de montañas y junglas, lo que da lugar a que las tribus que viven en las tierras altas hayan tenido contacto limitado con el exterior y aún mantengan estilos de vida muy primitivos, si bien su estilo de vida está amenazado por la globalización» (1).
En el primer minuto del video, el youtuber anuncia: «Mi plan es que voy a volar. Voy a volar porque no hay carreteras para hacer largas distancias en esta isla, al interior de la isla. A aldeas pequeñas, a poblados. Para ver si ahí la vida sigue siendo prehistórica o neolítica, como era hace unas pocas décadas o si la película ha cambiado y la globalización ha llegado a todos los lugares del mundo. Porque si la globalización ha llegado aquí, créeme que no hay ningún lugar del mundo donde vayas a encontrar algo parecido a tribus prehistóricas».
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Para cerrar el video, después de compartir con sus seguidores su estadía en aldeas papúes, la vida cotidiana de sus pobladores, y algunas reflexiones, el youtuber concluye: «La verdad que este es el sitio más primitivo en el que he estado. No hay absolutamente electricidad ni agua corriente. Pero sí que hay signos de que está llegando la globalización. Por ejemplo, algunas chozas tienen algunos paneles solares. Algunas villas ya tienen tiendas (…) En cierto sentido, está llegando incluso la civilización hasta aquí (…) Papúa es uno de los últimos lugares a los que no ha llegado la modernidad. Pero con cierta tristeza veo que en varias décadas la globalización llegará, incluso aquí. De hecho, ya está en proceso [se muestra un panel solar en una choza]. La desaparición de las culturas locales [se ve a un aldeano que sostiene un teléfono móvil] es un proceso irreversible».
Este video, alzado a la plataforma YouTube el 25 de marzo de 2024, es una muestra de lo vigente que está en el imaginario de muchos de nuestros contemporáneos la idea de la incompatibilidad entre «poseer» una cultura local tradicional y tomar elementos de la cultura global. Lo que se presenta como la irremediable pérdida de la cultura tradicional debido al avance de la globalización es un proceso que se mira con tristeza, con la nostalgia de ver a los últimos fósiles vivientes de culturas que van a extinguirse, disolviendo su diferencia en la fría homogeneidad de la globalización, que uniforma a las personas.
Según se desprende de su video, en la visión del youtuber existen dos tipos de sociedades: las globalizadas y las tradicionales. Las segundas, en caso de que su grado de integración al mundo moderno globalizado sea mínimo, pueden ser consideradas prehistóricas, como las de la isla de Papúa que mostró. Contemplarlas en vivo sería como ver, en una película en 3D con hombres «prehistóricos», el pasado de la humanidad. De abrirse al mundo moderno, según su perspectiva, dejarían de ser prehistóricas y se convertirían en globalizadas.
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En la práctica, este proceso pintado como triste y desesperanzador por quienes ven a las culturas humanas como entidades cerradas, que deben, de ser posible, mantenerse puras y sin contaminar por influencias extranjeras, es vivido de forma distinta por los pueblos tradicionales. Más que como el drástico final de una forma de vida y el comienzo de otra completamente novedosa, se lo experimenta como un continuum en el que lo nuevo, que se incorpora del exterior, es acomodado a lo que ya se tenía.
Pero en ningún caso un pueblo tradicional deja –de la noche a la mañana– la «prehistoria» y se convierte en globalizado. Todos los pueblos indígenas actuales son sociedades contemporáneas, al igual que cualquier otra sociedad. No por incorporar elementos nuevos dejan de ser indígenas ni se vuelven automáticamente «modernos» u occidentales.
Cuando trabajaba en la Dirección de Salud Indígena del Ministerio de Salud de Paraguay, entre los años 2009 y 2012, solía dar charlas sobre interculturalidad en salud para personal de blanco que trabajaba con comunidades indígenas, y era muy frecuente escuchar a algún participante en los talleres decir, refiriéndose a los indígenas con los que trabajaba: «Pero estos de acá ya no son indígenas. Ya usan celulares, como nosotros».
Lo que a muchas personas les cuesta entender es que lo que caracteriza a todas las culturas humanas es su capacidad de modificarse con el tiempo, y que es por eso que persisten en el presente; no idénticas a lo que eran hace generaciones, sino con elementos del pasado y con cambios en algunos aspectos.
Para los que consideran deseable que las culturas indígenas reciban la menor cantidad posible de influencias externas, los casi 480 millones de indígenas que viven en el mundo en 2024, 6% de la población del planeta, deberían apegarse al pasado, y, en caso de que incorporasen lo último en tecnología a su vida diaria, deberían dejar de ser considerados indígenas. Esta concepción esencialista, que niega lo históricas que son las sociedades humanas y su capacidad de renovarse constantemente, no se condice con cómo se dan las cosas.
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Todas las sociedades, tanto las modernas como las indígenas, son sociedades cyborgs (2), en las que los humanos convivimos con las máquinas. En este sentido, el filósofo de la mente Andy Clark sostiene que los humanos «somos cyborgs. No en el sentido meramente superficial de combinar carne y cables sino en el más profundo de ser una simbiosis humano-tecnológica» (3). Según Clark, la tecnología es una extensión del ser humano. Nuestras mentes se prolongan hacia el exterior a través de tecnologías y herramientas que son una extensión de nuestro pensamiento y de todo nuestro ser.
Esta afirmación de Clark de que todos los seres humanos somos cyborgs por naturaleza, lo que se manifiesta usando lápices para escribir, ollas para cocinar o herramientas para labrar la tierra, ha pasado a otro nivel con los dispositivos mediante los cuales buena parte de los pobladores del planeta nos conectamos a internet todos los días.
Estar conectados a internet constantemente, recibir y responder mensajes, estar pendientes de notificaciones, alzar contenido a una red social e interactuar con otros por medio de aplicaciones, nos pone en relación permanente con estos dispositivos, siendo los mismos una extensión de nuestros cuerpos. En este sentido, los cibernautas somos cyborgs usando máquinas con las cuales interactuamos con los demás en cualquier momento y lugar (4).
Que esta tecnología esté disponible desde hace ya bastantes años en todo el planeta ha hecho que los indígenas de todo el mundo, como cualquier grupo humano, la busquen y se apropien de ella. En lugar de hacerlos «salir de la prehistoria» o hacerles perder su cultura, los smartphones les han permitido mantenerse presentes con su propia identidad y además, a través de la creación de contenidos en plataformas como YouTube o TikTok, ganar visibilidad a nivel nacional e incluso internacional, logrando reconocimiento, valoración y respeto hacia sus culturas.
Para muestra basta un botón. Mostrar en un video (que se volvió viral) como su pueblo come tradicionalmente larvas, le valió a la tiktoker Cunhaporanga Tatuyo de la Amazonia brasileña volverse conocida en TikTok. Su cuenta tiene hoy más de 6.500.000 suscriptores. Con quienes interactúa, haciendo videos en los que aclara sus dudas, respondiendo a sus preguntas sobre la vida de los indígenas amazónicos. El padre de la tiktoker, jefe de su aldea, primeramente no veía esta actividad con buenos ojos, pero llegó a comprender que podría ser un medio por el cual se respetara la cultura de su pueblo (5).
La joven youtuber del pueblo kichwa saraguro de Ecuador Nancy Risol, cuyo sueño es ser una actriz famosa, se ha ganado la simpatía de los jóvenes de su país al mostrar de manera divertida la cultura y cotidianidad en la sierra, alzando videos con gallinas, cerdos y labores del campo. Compartiendo este contenido se hizo una de las youtubers más populares del país, con, hasta el momento, más de 2.500.000 de suscriptores (6).
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El diseñador de moda y tiktoker mbya guaraní Ever Vera de Paraguay logró visibilidad a nivel nacional con videos en los que mostraba su trabajo, llegó a presentar sus prendas en la semana de la moda de Asunción y de Nueva York y ganó una beca en la universidad para estudiar diseño de modas. Su historia mediática comenzó con un video alzado a TikTok que se hizo viral, en el que manifestaba que su sueño era vestir a la entonces Miss Paraguay. A partir de esta aparición en la red social, el joven se hizo conocido como diseñador de moda indígena y apareció en varios medios, donde siempre manifiesta orgullo por sus raíces y por mostrar diseños tradicionales en las prendas que confecciona.
En lugar de criticar a los indígenas que usan smartphones o tratar de evitar que los usen para que no pierdan su cultura, los gobiernos de los países donde existe población indígena deberían tomar medidas para que tengan el mismo acceso a ellos –y a computadoras e internet– que el resto de la población.
La nueva generación de indígenas creadores de contenido en redes sociales está demostrando que el uso de smartphones no es incompatible con las culturas tradicionales y que no hace que dejen de ser indígenas. Por el contrario, usarlos permite a estos influencers indígenas, por medio de la reivindicación de sus raíces y de su identidad, mostrar la manera en la que deciden ser indígenas en el mundo moderno y globalizado en el que viven. Con sus videos le dicen al mundo que hoy continúan siendo indígenas y ya no viven como vivían sus abuelos sino como deciden hacerlo. Usando smartphones. Viviendo a su manera sus tradiciones e incorporando, también a su manera, la tecnología.
Notas
(1) Seguí, M. [Paraísos en Asia] (25 de marzo de 2024). Papúa: Regreso al Neolítico [Video]. Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=6zHeI_KXwHA
(2) El término cyborg proviene del inglés cyber, cibernético, y organism, organismo. Se refiere a un ser compuesto de elementos orgánicos y maquinas, cuya finalidad es mejorar las capacidades del organismo biológico a través del uso de la tecnología.
(3) Clark, A. (2003). Natural-Born Cyborgs: Minds, Technologies and the Future of Human Intelligence. Oxford University Press, p. 3.
(4) Kverndokk, K. (2017). Androids, cyborgs and connectivity. Cultural Analysis, 16(1), pp. 134-140.
(5) Farrés, H. Así es (y así come) la joven indígena con 6 millones de seguidores en TikTok, La Vanguardia, 19/09/2021: https://www.lavanguardia.com/tecnologia/20210919/7730911/cunhaporanga-tatuyo-vida-joven-indigena-amazonas-brasil-millones-seguidores-influencer-tiktok-pmv.html
(6) Aldás, G. Así ha evolucionado la influencer ecuatoriana Nancy Risol desde que inicio con sus videos en Youtube, Metro Ecuador, 23/12/2022: https://www.metroecuador.com.ec/entretenimiento/2022/12/23/asi-ha-evolucionado-la-youtuber-ecuatoriana-nancy-risol-durante-todos-estos-anos/
*Marcelo Bogado es licenciado en Filosofía por la Universidad Nacional de Asunción (UNA), máster en Estudios Latinoamericanos con énfasis en Antropología por la Sorbonne Nouvelle (París 3), investigador, docente y autor de los libros Representaciones y prácticas de salud en dos comunidades mbya guaraní de Caazapá (Fundación Kuña Aty, 2012) y Antropología Social (Santillana, 2023).