Cargando...
a poesia concreta acaba com o símbolo, o mito. com o mistério. o mais lúcido trabalho intelectual para a intuição mais clara. acabar com as alusões. com os formalismos nirvânicos da poesia pura. a beleza ativa, não para a contemplação.
Décio Pignatari, Poesía concreta.
Cuando hacemos una revisión histórica de los sucesos literarios del siglo XX, es preciso fijar la mirada en el año 1922. Es entonces cuando comienzan a circular libros como Trilce, de César Vallejo, Los gemidos, de Pablo de Rokha, Desolación, de Gabriela Mistral, y Andamios interiores, de Manuel Maples Arce. También es el año de la Semana de Arte Moderno, realizada en São Paulo, Brasil, que tuvo una especial repercusión en el campo de la literatura.
Otro momento interesante llega treinta años después, con el surgimiento de la corriente de la poesía concreta de la década de 1950, un fenómeno artístico que aparece simultáneamente en Europa –de la mano del poeta boliviano-suizo Eugen Gomringer– y en Latinoamérica –con el Grupo Noigandres, de Brasil–. En lugar de hacer un uso literario (en el sentido tradicional) de las palabras, los poetas concretos «exploraron sus posibilidades visuales, espaciales, verbales y cinéticas, creando poemas visuales, sonoros e, incluso, escultóricos y videográficos» (1).
Los orígenes de la poesía concreta
Ya en 1911 Kandinsky plantea la dialéctica realidad / abstracción. Poco después, el holandés Theo van Doesburg plantea otra, abstracción / concreción. En un artículo publicado en 1982 en Poesía experimental, ARA, Felipe Boso afirmó que esta tesis fue formulada en 1926. Según Boso, el primer manifiesto del concretismo plástico, Manifeste de l’Art Concrete, aparece en 1930 en el primer y único número de la revista Art Concret: «Pintura concreta y no abstracta, pues nada hay más concreto y real que una línea, un color, un plano. ¿Son concretos una mujer, un árbol o una vaca pintados en un lienzo? No… pintados son mucho más abstractos… que una línea». A la muerte de Doesburg se forma la agrupación Abstraction-Création, a la que llegan a pertenecer cerca de 400 artistas de todo el mundo que provenían de distintas corrientes artísticas. De 1939 es Imaginary Landscape No. 1, de John Cage, que lo llamará después «música protoconcreta». En 1944 Max Bill organiza la exposición internacional Konkrete Kunst.
Lea más: Escribir para que nada siga igual: Andrés Caicedo, profeta del mal ejemplo
Hay varias pistas a las cuales seguir el rastro para tener un panorama completo del proceso de la poesía concreta o del arte concreto en general. En 1942, el artista franco-alemán Jean Arp huye de Francia y se refugia en Suiza. Dos años después, manifestará: «…como en este arte no hay asomo de abstracción, lo llamaremos concreto». En toda esta serie de acontecimientos valdría la pena destacar la aparición de movimientos como el letrismo, con Isidore Isou, o la música concreta de Pierre Schaeffer y de Varèsse.
Es a partir de la década de 1950 que hay que volver la mirada a Brasil, a la I Bienal de São Paulo, en la que Max Bill gana el premio internacional. En 1953, el escritor Oyvind Fahlström saca a la luz su Manifiesto por una poesía concreta. Augusto de Campos publica «poesía concreta» en el Jornal do Brasil. Al mismo tiempo, Décio Pignatari, que vivía en Europa, entabla relación con Cage en París. En medio de todo este furor, el poeta suizo-boliviano Eugen Gomringer, a través de la Escuela de Diseño de Ulm, contacta a Augusto de Campos y deciden publicar una antología internacional de poesía concreta.
Este es el inicio de la poesía concreta, que seguirá su evolución y su largo camino. Más adelante, este tipo de poesía será atacado por Hans Magnus Enzensberger y pasará a un segundo plano debido al «vitalismo irracional» –en palabras de Felipe Boso– de la Beat Generation y al anticoncretismo de Ferlinghetti. En 1972, ya Eugen Gonrimger afirmaba que la poesía concreta entraba en su fase de retrospectiva. Pero no fue el final de algo, fue el inicio de nuevas exploraciones.
Noigandres e Invençao
Uno de los pioneros y principales representantes de la poesía concreta fue el grupo Noigandres, creado en São Paulo en 1952 por tres poetas, los hermanos Haroldo y Augusto de Campos, y Décio Pignatari. Congregado en torno a la revista homónima, el grupo fue expandiéndose con la incorporación de otros artistas brasileños en un proceso que culminó con una exposición nacional de poesía y pintura concreta en 1956.
Fueron las revistas de vanguardia Noigandres e Invençao las que dieron a conocer las poéticas concretistas en Brasil. La poesía concreta encontrará después, según Ángel Crespo, otros medios de difusión en las páginas del Correio Paulistano y del Suplemento Litérario del diario O Estado de São Paulo.
Lea más: Yi Sang poliglotón
Noigandres debe su nombre a una cita de Ezra Pound: «Noigandres, eh, noigandres, / Now what the DEFFIL can that mean!». Al mismo tiempo, es supuestamente una palabra tomada del poeta provenzal Arnaut Daniel. Si en Noigandres confluían Décio Pignatari, Augusto y Haroldo de Campos y Ronaldo Azeredo, en Invençao se sumarán los nombres de José Lino Grünewald, Casiano Ricardo, Pedro Xisto y Edgar Braga. Es curioso reparar en que, mientras en Brasil tenía lugar esta efervescencia, algo similar pasaba en Europa con Gonrimger.
Los poetas concretos de Brasil contaban con precursores como Stephan Mallarmé, Ezra Pound, James Joyce, Guillaume Apollinaire, Francis Ponge o Vladímir Mayakovski. Sin embargo, también en su propia literatura, en Brasil, aparecían nombres como los de Oswald de Andrade o João Cabral de Melo Neto. Revisaron, igualmente, la obra singular de Sousândrade (Joaquim de Sousa Andrade, 1833-1902).
Lea más: El poeta sin plumas cumple 100 años
Para Ángel Crespo, la nueva poesía de Brasil debía: «rechazar el ideario según el cual la buena literatura brasileña es la que se guía por las normas lingüísticas portuguesas y se atiene a las formas importadas de Europa. Es preciso crear una literatura nacional, no sólo por su contenido sino también por su lenguaje. Las palabras caboclas, los giros y locuciones nacidos en el país, sus normas propias de flexión gramatical, sus particularidades sintácticas, han de ser elevadas a la categoría de norma. Escribir bien el portugués ya no es escribir correctamente el idioma de la antigua metrópoli. La importancia de esta posición, mantenida en general sin exageraciones ni dogmatismos, no necesita ser encarecida».
Poesía concreta y poesía visual
No hay que confundir la poesía concreta con la poesía visual. Según el poeta Lamberto Pignotti, uno de los padres de la poesía visiva (poesía visual) en Italia: «la poesía concreta se apoya en convenciones gráficas –y en cierto sentido pre-lingüisticas–; la poesía visual lo hace en convenciones iconográficas generalmente aceptadas –tendiendo con ello a lo post-lingüístico–: en ésta la figura se inserta en la palabra mientras la palabra entra en la figura en una relación comunicativa de interacciones dialécticas». Tal como afirma Javier Maderuelo, los orígenes de la poesía concreta los hallamos también en la poesía fonética: «La ruptura del espacio de la página, el valorar el espacio, el hueco, la tipografía y la caligrafía como parte integrante de la poesía, abre no sólo las puertas de todo lo que será después la “poesía visual y concreta”, sino que induce a plantearse otra poesía más allá de lo estrictamente poético y visual. La supuesta recitación de este tipo de poemas “visuales” exige un tipo de entonación que, en rigor, debe ser tan poco convencional como su escritura».
Para «leer» un poema concreto tenemos que estar dispuestos a olvidarnos de toda la poesía tradicional y contemplar la forma. A nivel cinematográfico, su antecedente podría ser Serguei Eisenstein, que también buscó las raíces de su teoría en el ideograma. Con la poesía concreta se inicia una liberación del verso, una búsqueda de lo elemental que guarda una estrecha relación con la estética del haiku japonés, en el sentido de que se busca sugerir una emoción en lugar de describirla, contrariamente a lo que se suele encontrar en los poemas discursivos. Lo que busca el concretismo es comprimir el lenguaje. Tal vez uno de los puntos más interesantes de este movimiento sea el hecho de que sus integrantes no creyeron nunca que estuvieran descubriendo la pólvora. Por el contrario, veían que en lo antiguo también hubo una necesidad de cambio, y de hecho la forma que eligieron tenía sus cimientos en el año 300 a. C. con el poeta y gramático griego Simias de Rodas. Además, según ya mencionamos líneas atrás, contaban con antecedentes notables, por ejemplo, en el siglo XIX. Baste recordar Un Coup de Dés jamais n’abolira le Hasard, de Mallarmé, uno de los primeros poemas tipográficos de la literatura francesa.
Lea más: ¿Quién fue Felipe Boso?
En resumidas cuentas, no puede haber una poesía revolucionaria –Mayakovski dixit– sin una forma revolucionaria. La propuesta de la poesía concreta continúa vigente. Los poetas concretos de Brasil son el reflejo de una época en la cual las máquinas empezaban a reemplazar a los seres humanos. Frente a esto, ellos encontraron formas revolucionarias de crear. Volvamos a nuestra tradición vanguardista y a partir de ahí empecemos a renovar las formas poéticas de nuestro propio tiempo.
Notas
(1) https://www.archivolafuente.com/obra-artistica/1945-1989/latinoamerica/poesia-concreta-y-poemaprocesso/
Bibliografía
Boso, F., Garnier, P., Blaine, J., et al. (1982). Poesía experimental, ARA. Valencia: Sala Parpalló - Diputació de València.
Crespo, Á., Gómez Bedate, P. (1963). «Situación de la poesía concreta». En: Revista de Cultura Brasileña, vol. II, n. 5, junio de 1963. Madrid: Servicio de Propaganda y Expansión Comercial de la Embajada del Brasil.
Crespo, Á., Gómez Bedate, P. (2013). Situación de la poesía concreta y otros ensayos sobre la poesía brasileña. Madrid: Libros de la Resistencia.
De Andrade, M., De Andrade, O., Del Picchia, M., et al. (2001). Una semana en São Paulo. México: Breve Fondo Editorial.
De Andrade, O. (1981). Obra escogida. Caracas: Biblioteca Ayacucho.
De Campos, A., Pignatari, D., De Campos, H. (1965). Teoria da poesia concreta. Textos críticos e manifestos 1950 - 1960. São Paulo: Edições Invenção.
Maderuelo, J. (1983). La poesía fonética: un arte del siglo XX. Torrelavega: Ayuntamiento de Torrelavega.