infancia

De la infancia, de esa parte de la humanidad que tantas veces es víctima inocente de hambre y violencia, de sed y bombardeos, hablan estas líneas del escritor y cineasta José Eduardo Alcázar. Desde Asunción, en exclusiva para los lectores de El Suplemento Cultural.

Manuel, recolector de ostras, 5 años de edad. Biloxi, Misisipi, 1911. Fotografía de Lewis Hine
Manuel, recolector de ostras, 5 años de edad. Biloxi, Misisipi, 1911. Fotografía de Lewis Hine

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me dijeron que era aquí, yo dije que sí, que era aquí, me dijeron que no era en otro lugar, yo dije que sí, que no era en otro lugar, me dijeron que no saliera, yo dije que me quedaba, me dijeron que me fuera yo dije que me iba, que no, que me quedara, y yo quedé, me dijeron que así tenía que ser, y yo estaba conformada, me dijeron que no había nada que hacer, yo dije que bueno, que si no había nada que hacer, no había nada que hacer, me dijeron que era así, yo dije que así era, me dijeron que después, yo dije que bueno, que después, me dijeron que ahora no, yo dije que bueno, que ahora no, me dijeron que bajara la mirada, yo bajé la mirada, me dijeron que no había comida, yo dije que comía poco, que la niña tenía hambre, me dijeron que no había agua yo dije que no tenía sed, la niña tenía sed, me dijeron que no saliera a la luz del sol, me quedé en la oscuridad, la niña tenía miedo a la falta de luz, me dijeron que viviera despacio, yo dije que no tenía apuros, me dijeron que no recordara, yo dije que era siempre hoy, con la niña y yo, siempre hoy, para ella, para mí, me dijeron que era así, que así tenía que ser, me dijeron que no valía la pena, me dijeron que espere, yo dije que sí, que esperaba, yo esperaba con mi niña, me dijeron que todavía no, yo dije que bueno, que sí, que todavía no, me dijeron que callara, yo cerré la boca, me dijeron que no hiciera caso, yo dije que sí, que estaba bien, que no hacía caso, esperé callada y a la tarde ocurrió el bombardeo, llegó de sorpresa y la niña no lo vio llegar, y el muro se dejó ir por el ruido de los aviones y se dejó caer a un costado, una parte sobre las piernas de la niña que lloraba asustada, yo le dije que no llorara, que no se asustara, que el avión ya se había ido, que no volvería, ella me dijo que no quería vivir, que otro avión llegaría y le rompería los brazos, le llenaría la boca con tierra volada, la dejaría sin verme, sin verme a mí y ella quería verme, me dijo que siempre, me dijo que el avión volvería y podría lastimarme, y separarme de ella, y hacer con que no estuviera más con ella, y que por eso quería morir, cerrar los ojos a mi lado, tenerme a su lado y nunca despertar, y entonces, entendí, que sí, que el avión volvería, y no era justo que la encontrara a ella, tan niña, tan mía, le di algo fuerte para que no sintiera y le corté la vena, esa que hay en el cuello y le corrió la sangre, esa que hay en el llanto.

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