Napoleón: una derrota de Ridley Scott

A juzgar por este implacable artículo del crítico Gustavo Reinoso, si a Napoleón le llegó su Waterloo, a Ridley Scott le llegó su Napoleón.

Joaquin Phoenix como Napoleón Bonaparte
Joaquin Phoenix como Napoleón Bonaparte

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La última película de Ridley Scott, Napoleón, protagonizada por Joaquín Phoenix en el papel de Napoleón Bonaparte y con Vanessa Kirby encarnando a la emperatriz Josefina de Beauharnais, con guión de David Scarpa, es un compendio de desaciertos fílmicos que resultan difíciles de asimilar como provenientes de uno de los cineastas en actividad más efectivos en rodar tramas convincentes, entretenidas y con una narrativa visual dotada de calidad estética.

Tan solo dos años atrás, Ridley Scott nos brindaba, con El último duelo, una recreación de época que, si bien asumía alteraciones respecto a los hechos históricos, lograba una narración convincente, amena y con personajes dotados de profundidad.

Es innegable la versatilidad del director, competente para conducir el rodaje de la magistral Los duelistas (The Duellists,1977) –basada en un texto de Joseph Conrad–, Alien: el octavo pasajero (Alien, 1979), Blade Runner (1982) –para muchos, su mejor film–, Thelma & Louise (1991), 1492: la conquista del paraíso (1492: Conquest of Paradise, 1992), Gladiador (Gladiator, 2000), Gánster americano (American Gangster, 2007), Red de mentiras (Body of Lies, 2008), Robin Hood (2010), Misión rescate (The Martian, 2015), Blade Runner 2049 (2017), El último duelo (The Last Duel, 2021).

Como se ve, Scott transita a sus anchas por varios géneros: reconstrucción histórica, ciencia ficción, road movie, thriller policial, drama. Sin embargo, esta vez cae derrotado, fracasa como realizador y nos ofrenda un muy flojo filme sobre el más célebre de los integrantes de la familia Bonaparte.

El Gran Corso

A los aficionados a la historia, el Napoleón caracterizado por Phoenix nos desconcierta. En la película no existe ni rastro del joven oficial oriundo de Córcega, algo taciturno, hábil en matemáticas, lector voraz que siempre tenía consigo un ejemplar de Las cuitas del joven Werther, ni del brillante general capaz, con pocos soldados y mínimos recursos, de humillar a las potencias europeas coaligadas, a instancias de Inglaterra, contra la Francia revolucionaria. El metraje del filme omite cualquier referencia a su carisma personal, que ganó la adhesión incondicional de sus soldados, sedujo mujeres, obtuvo la lealtad de naciones y despertó la simpatía, por lo menos inicial, de artistas como Beethoven o Goethe.

En Francia, la crítica ha descalificado la película tachándola de panfleto antifrancés
En Francia, la crítica ha descalificado la película tachándola de "panfleto antifrancés"

El primer gran error de producción en la película es la selección de actores, el casting. Joaquín Phoenix está demasiado entrado en años para el papel. Es ridículo verlo pretender ser un hombre de 24 años al inicio del filme. En todo su desarrollo, la película nos muestra un Bonaparte sin rastro de la virtud que lo catapultó a la cima, la inteligencia estratégica ante el conflicto. En cambio, se nos propone un Napoleón inexpresivo, hierático, patán y, por añadidura, amante torpe, vulgar y zafío.

En fin, un retrato ejecutado para zaherir al personaje, sin miramientos para con los hechos históricos nada menos que en los cruciales años en los que la burguesía europea, armada con las herramientas jurídicas surgidas en la revolución y codificadas por el emperador francés, se lanzó al asalto inicial contra los restos del antiguo régimen aristocrático, sostenido por Inglaterra y las monarquías europeas coaligadas contra la Francia napoleónica y sus aliados.

En Francia, la crítica ha descalificado la película tachándola de panfleto antifrancés y acusando además al director de ser un continuador de la obra del célebre caricaturista inglés James Gillray (1757-1815), famoso por sus dibujos satíricos de, entre otros, Napoleón. Siendo imposible tener certezas sobre tal acusación, sí sea dicha una verdad: en el filme, acontecimientos históricos muy bien documentados, como la ejecución de María Antonieta o la caída de Robespierre, se tratan con tal puerilidad y tan absoluto desprecio por los hechos que molesta. Aunque no quiero ni por asomo caer en señalar las muchas imprecisiones y omisiones históricas del filme, pues la lista es tan extensa que demandaría mucho más que estas pocas líneas, sí es pertinente señalar que, aun cuando una ficción no precisa ajustarse estrictamente a los hechos históricos, debe darnos un relato convincente, entretenido, con protagonistas dotados de carácter y profundidad. Todo esto le falta a Napoleón. Los personajes que nos muestra Scott en su filme solo exhiben oquedad; sus motivaciones, su psicología, sus ambiciones no aparecen; solo apreciamos burdas y desfiguradas caricaturas

"El primer gran error de producción en la película es la selección de actores"
"El primer gran error de producción en la película es la selección de actores"

Josefina, las locaciones, las batallas y otros problemas

La actriz inglesa Vanessa Kirby es la encargada de dar vida en la pantalla a la legendaria emperatriz Josefina. Buena actriz, su papel sin embargo es afectado por la superficialidad del guión, y tiene que lidiar, además, con el problema inverso al de Phoenix: luce demasiado joven para su rol. La trama enfatiza, sin mayor gracia, la supuesta frivolidad de Josefina, dejando fuera del relato aspectos interesantes del personaje –su relación con sus hijos, su generosidad con los caídos en desgracia económica o política y su amistad con Napoleón, que persistió hasta mucho después de que se apagaran las brasas de la atracción erótica–. Otras mujeres importantes en la vida de Napoleón, como Désirée Clary, Pauline Fourés o María Walewska, no aparecen en la película.

Napoleón no se rodó en Francia, sino en Inglaterra, y esto se nota. La filmación adolece de exteriores inadecuados; un palacio neoclásico inglés bastante insulso pretende, sin éxito, ser la residencia de Malmaison, algo que parece el patio de un palacete de segunda intenta pasar nada menos que por el Kremlin moscovita, y así durante toda la película presenciamos la drástica mezquindad de la producción artística, en la que no se ve el estilo imperio salvo en algún que otro mueble. Estas carencias se agravan por una fotografía, a cargo de Dariusz Wolski, que utiliza filtros de leve tonalidad azulada que otorgan al filme un cromatismo de ocaso invernal que no le sienta nada bien.

En la producción cinematográfica más costosa de la historia, Guerra y paz, de 1967, realizada en la Unión Soviética por la productora Mosfilm y bajo la dirección de Serguei Bondarchuk, se recrearon las batallas de Austerlitz y Borodinó con una destreza narrativa visual y un despliegue de recursos técnicos y humanos que no se han igualado. El mismo director, esta vez al servicio de una superproducción occidental, logra una espectacular recreación de la famosa batalla del 18 de junio de 1815 en el film Waterloo, de 1970. En comparación, lo realizado en este rubro por Ridley Scott es de una mediocridad crasa y deprimente. Evidentemente filmadas desde el desconocimiento, no se abordan ni siquiera a grandes rasgos los aspectos tácticos y estratégicos de aquellas grandes batallas –por no hablar de la dificultad de tratar de recrear con doscientos extras acciones en las que estuvieron comprometidos doscientos mil o más hombres–.

La música es otro problema del filme. La música original de Martin Phipps es insípida y resulta notable que nadie involucrado en esta producción advirtiera que los años en los que transcurre la acción son los de una de las cúspides de la música occidental, el clasicismo vienés. El primer imperio francés coincide con la apreciación en Europa del legado de Mozart, mientras Haydn y Beethoven están en plena actividad. En verdad, un poquito de auténtica «música de época» hubiera, quizás, salvado alguna secuencia de esta ruina fílmica que es Napoleón.

La versión estrenada en cines, de 157 minutos de duración, precede a otra más larga, de cuatro horas, que se podrá ver directamente en la plataforma de streaming Apple TV; sin embargo, asumo un riguroso escepticismo en cuanto a la posibilidad de que los minutos adicionales tornen más llevadero el Napoleón de Scott.

La versión estrenada en cines, de 157 minutos de duración, precede a otra más larga, de cuatro horas, que se podrá ver directamente en la plataforma de streaming Apple TV
La versión estrenada en cines, de 157 minutos de duración, precede a otra más larga, de cuatro horas, que se podrá ver directamente en la plataforma de streaming Apple TV

Ficha técnica / Napoleón

Título original: Napoleon

Género: Drama

Dirección: Ridley Scott

Guión: David Scarpa

Elenco: Joaquin Phoenix / Vanessa Kirby / Tahar Rahim / Ben Miles / Ludivine Sagnier / Matthew Needham / Rupert Everett / Édouard Philipponnat / John Hollingworth / Youssef Kerkour / Sinéad Cusack / Paul Rhys / Abubakar Salim / Ian McNeice

Fotografía: Dariusz Wolski

Banda sonora: Martin Phipps

Producción: Ridley Scott / Mark Huffam / Kevin J. Walsh

Edición: Sam Restivo / Claire Simpson

País: Estados Unidos / Reino Unido

Productora: Apple Studios / Scott Free Productions

Duración: 157 minutos

Idioma: Inglés

Año: 2023

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