Imperios de ultramar en América: Dos modelos de colonización. (I) De los mitos a los hechos

Las diferencias subjetivas entre los colonos del norte y el sur de las Américas pueden explicarse de modo objetivo, escribe el sociólogo e historiador Ronald León Núñez en esta primera entrega de «Imperios de ultramar en América», la nueva serie histórica con la que cerramos el año y que echa por tierra el mito de la «superioridad» de la colonización anglosajona, tan predadora como la ibérica.

José de Páez: "La destrucción de la Misión de San Sabá en la Provincia de Texas y el Martirio de los Padres Fray Alonso Giraldo de Terreros y Fray José Santiesteban", 1758
José de Páez: "La destrucción de la Misión de San Sabá en la Provincia de Texas y el Martirio de los Padres Fray Alonso Giraldo de Terreros y Fray José Santiesteban", 1758

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¿Cómo un territorio que hace menos de 250 años estaba sometido al yugo colonizador de una potencia extranjera pudo, no solo desarrollarse al punto de superar a su antigua metrópoli, sino erigirse en el imperialismo hegemónico del planeta?

Esta es una de las muchas preguntas que impone el estudio de la extraordinaria historia de los actuales Estados Unidos de América. En Hispanoamérica, por ejemplo, ronda el mito de que los EEUU se transformaron en potencia mundial debido a que fueron colonizados por ingeniosos anglosajones que habrían legado, además de una supuesta superioridad racial, una mentalidad mucho más ambiciosa, disciplinada y laboriosa.

Los colonos ingleses, según esta creencia, impulsaron un modelo de colonización «capitalista», mientras que sus pares ibéricos, satisfechos con la mera succión de recursos, «trasplantaron» el feudalismo europeo a estas latitudes. En consecuencia, el atraso latinoamericano sería producto de una pretendida «herencia feudal». Discutiremos, en sucesivas entregas, que ambos procesos colonizadores engendraban una naturaleza capitalista, principalmente por la dinámica que imprimía el naciente mercado mundial, aunque se hayan materializado por medio de vías distintas.

La interpretación que ensalza la «superioridad» de la colonización anglosajona tiene sus raíces en escuelas historiográficas liberales –aunque posteriormente haya sido asumida por exponentes del estalinismo y sus variantes–. Si bien es una lectura superficial y, por ende, simplificadora, descansa sobre ciertos elementos verdaderos que, erróneamente, son absolutizados adrede.

García Hurtado de Mendoza y Manrique, marqués de Cañete, gobernador de Chile y virrey del Perú. (Pintor anónimo.)
"El caso de los conquistadores ibéricos fue distinto. No eran un sector perseguido sino impulsado por la Corona..." García Hurtado de Mendoza y Manrique, marqués de Cañete, gobernador de Chile y virrey del Perú. (Pintor anónimo.)

El primero es que, efectivamente, los EEUU emergieron del proceso de descolonización americano y entraron en el siglo XX como una potencia imperialista, mientras el resto de las Américas mantuvo una condición semicolonial.

El segundo tiene que ver con las diferencias entre tipos de colonos y modelos de colonización en el norte y el sur del continente americano. Los primeros colonos ingleses en Norteamérica –si tomamos el clásico ejemplo de los «Padres Peregrinos»– componían un sector social perseguido por la monarquía absolutista anglicana debido al dogma religioso que profesaban: el calvinismo. Eran conservadores en todos los terrenos, pero los movía el afán de encontrar un lugar en el mundo en medio de la represión en Inglaterra y el tumultuoso ambiente político europeo durante el siglo XVII. Esto hizo que esos colonos –que habían huido del Viejo Continente– sí aspirasen a establecerse en el otro lado del Atlántico de acuerdo con sus creencias y costumbres.

El caso de los conquistadores ibéricos fue distinto. No eran un sector perseguido sino impulsado por la Corona a embarcarse rumbo a la conquista del Nuevo Mundo. En términos generales, puede afirmarse que no pretendían establecerse en los territorios conquistados –aunque muchos lo hicieron, evidentemente– sino enriquecerse lo más rápido posible para retornar a la metrópoli. La aspiración del grueso de los conquistadores ibéricos era ascender socialmente en su tierra de origen.

Las diferencias subjetivas entre los colonos del norte y el sur de las Américas, como veremos, pueden explicarse de modo objetivo.

Gaspar Miguel de Berrio: "Descripción del Cerro Rico e Imperial Villa de Potosí", 1758
"Los colonos puritanos no se dedicaron a la extracción de metales preciosos –como hicieron los españoles, por ejemplo, en Potosí..." Gaspar Miguel de Berrio: "Descripción del Cerro Rico e Imperial Villa de Potosí", 1758

Es fundamental comprender que si los EEUU alcanzaron su actual grado de desarrollo de fuerzas productivas no se debió a la obra de su antigua metrópoli sino a un hecho de signo opuesto.

La base sobre la que se construyeron los EEUU reside en la manera en que las trece colonias rompieron las cadenas que las sujetaban a Londres. La Guerra de Independencia (1775-1783) fue el primer y decisivo paso de un proceso revolucionario que permitió una colosal liberación de fuerzas productivas, que posibilitó no solo la existencia de los EEUU sino, además, su posterior salto hasta la cúspide de la dominación mundial.

Los primeros europeos que conquistaron partes de Norteamérica fueron españoles. Fundaron La Florida en 1513 y, en sucesivas expediciones, tomaron posesión del oeste, hasta Alaska. El Tratado de París –que selló el fin de la Guerra de los Siete Años– otorgó al reino español la Luisiana –entonces bajo dominio francés– en 1763 (1).

La colonización inglesa comenzaría casi un siglo después de la emprendida por los españoles. La expedición que resultó en la fundación de Jamestown (Virginia) en 1607 integraba un plan de colonización con miras a explotar la zona con cultivos de tabaco. El proyecto fue financiado por una empresa llamada Compañía de Virginia.

Los primeros puritanos, de los que hablamos anteriormente, llegarían en 1620 a bordo del barco llamado Mayflower para colonizar la zona nororiental (Nueva Inglaterra). La expansión de estos colonos fue relativamente rápida en una franja de territorio a lo largo de la costa del Atlántico que resultaría en las trece colonias existentes en el siglo XVIII, desde Nuevo Hampshire en el norte hasta Georgia en el sur.

George Henry Boughton: "Pilgrims Going to Church", 1867
"Los primeros puritanos, de los que hablamos anteriormente, llegarían en 1620 a bordo del barco llamado Mayflower..." George Henry Boughton: "Pilgrims Going to Church", 1867

La conquista de otros territorios, ahora estadounidenses, fue posterior a la independencia. En 1803, Napoleón Bonaparte, entonces Primer Cónsul francés, vendió Luisiana a los EEUU (2). En 1819, Fernando VII hizo lo propio con Florida, ensanchando aún más el dominio de Washington. En 1867 adquirieron Alaska del Imperio ruso. La expansión hacia el oeste se realizó de manera brutal. La doctrina del Destino Manifiesto (3) llevó a la pujante burguesía estadounidense no solo a cometer atrocidades contra las comunidades indígenas sino, sobre todo, a emprender una guerra de conquista contra México (1846-1848) que resultó en una ampliación de 25% del territorio de los EEUU por anexión de aproximadamente la mitad del suelo mexicano.

Como planteamos, es un hecho que las trece colonias mostraron características distintas a las de los territorios conquistados por los ibéricos o incluso por otros ingleses, por ejemplo, en las Antillas. No se desarrollaron sobre la base de la extracción de metales preciosos sino sobre la producción agrícola destinada, principalmente, a la exportación a la metrópoli. Esto contribuyó a que los colonos concibieran el territorio conquistado como un establecimiento más permanente.

De las trece colonias, las del norte se especializaron en la pequeña agricultura (farmers), además de la producción artesanal y, después, manufacturera, modelo que estimulaba la creación de un mercado interno y, a la larga, tendería a privilegiar el trabajo «libre». Este sería el caldo de cultivo para una burguesía con intereses propios. Dispuesta a llevárselo todo por delante, sería la vanguardia de la lucha por la independencia y, casi un siglo después, de la abolición de la esclavitud. Por su parte, las colonias del sur se especializaron en cultivos extensivos (plantaciones), sobre todo de tabaco y algodón, orientados casi exclusivamente al comercio exterior y sostenidos en el trabajo de africanos esclavizados.

Entonces, si en conjunto las trece colonias nacieron como engranajes del mercado mundial capitalista, a escala local se fue incubando una división en la burguesía nativa sobre qué modelo de acumulación capitalista debía ser adoptado. El duelo entre ambos proyectos estratégicos de nación solo se resolvería después de la Guerra de Secesión (1861-1865).

Pero las peculiaridades del norte de los EEUU en relación con el sur y con el resto del continente no pueden explicarse con teorías racistas o centrándose en el influjo de la ideología calvinista en ese proceso de modelación nacional. Si los colonos puritanos no se dedicaron a la extracción de metales preciosos –como hicieron los españoles, por ejemplo, en Potosí– o a las plantaciones en larga escala para la exportación como hicieron sus compatriotas sureños –utilizando mano de obra esclava importada de África– no fue porque no quisieran sino porque no encontraron las condiciones propicias.

(Continuará…)

Plantación de tabaco con esclavos. Grabado, 1759
"Las colonias del sur se especializaron en cultivos extensivos (plantaciones), sobre todo de tabaco y algodón..." Plantación de tabaco con esclavos. Grabado, 1759

Notas

(1) España también recuperó el puerto de La Habana y Manila (Filipinas), que habían sido ocupadas por Gran Bretaña.

(2) Esto corresponde a 23% del territorio actual de EEUU. Francia había recuperado este territorio de manos españolas en 1800 por medio del Tratado de San Ildefonso, sellado en el contexto de las Guerras Napoleónicas.

(3) La doctrina del Destino Manifiesto fue una «idea fuerza» que expresaba la creencia de que los Estados Unidos de América estaban destinados a expandirse desde las costas del Atlántico hasta el Pacífico.

*Ronald León Núñez es doctor en Historia Económica por la Universidad de São Paulo (USP) y licenciado en Sociología por la Universidad Nacional de Asunción (UNA). Ha publicado los libros Revolución y genocidio: El mal ejemplo de la independencia paraguaya y su destrucción (Asunción, Arandurã, 2011) y La Guerra contra la Triple Alianza en debate (São Paulo, Lorca, 2019).

Lectura pública de la Declaración de Independencia el 4 de julio de 1776. Grabado del siglo XVIII.
"La Guerra de Independencia estadounidense fue el primer y decisivo paso de un proceso revolucionario que permitió una colosal liberación de fuerzas productivas..." Lectura pública de la Declaración de Independencia el 4 de julio de 1776. Grabado del siglo XVIII.
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