Cargando...
Faris Odeh era un niño palestino que vivía con sus padres, Fayek y Anam, y sus ocho hermanos en el barrio Zeitoun de la ciudad de Gaza. El 29 de octubre de 2000, durante la Segunda Intifada, Laurent Rebours, de Associated Press, le tomó una fotografía que llamó la atención del mundo entero.
Esa fotografía hoy ilustra esta página. Mírenla: es Faris Odeh, un niño de 14 años, solo, armado con una piedra, enfrentando sin miedo a un tanque israelí.
Diez días después, el 8 de noviembre, en otro enfrentamiento, cerca del cruce de Karni, Faris Odeh se agachó para recoger otra piedra del suelo y en ese momento un soldado israelí le disparó a la nuca, por la espalda.
Lea más: El poder de la orquesta más pequeña
Faris Odeh estaba muy cerca de un tanque israelí cuando cayó. Por eso sus amigos tuvieron que esperar una hora para poder acercarse a él sin peligro de ser alcanzados también por alguna bala. En cuanto pudieron, corrieron hasta él, lo alzaron y se lo llevaron en una ambulancia. Faris fue declarado muerto al llegar al hospital.
Diez mil personas asistieron al funeral de Faris Odeh, pero nadie ha sido juzgado por su muerte. Faris Odeh no logró destruir ningún tanque con sus piedras, ni siquiera hacerles un rasguño, pero fue asesinado con todas las ventajas. Y a pesar de todo esto, o más bien por todo esto, Faris Odeh no murió en vano. Su valentía lo convirtió en un símbolo que desde entonces no deja de crecer y que sigue y seguirá creciendo lenta e inexorablemente hasta que llegue el día en que la sombra enorme del pequeño Faris cubra de vergüenza eterna a los míseros tanques de la tierra.