Lectura, desinformación, felicidad

Errar no siempre es negativo. Errar es también estar en movimiento, vagar sin rumbo. Es «hacer camino al andar», felicidad suprema del lector. No tengan miedo de errar, sean lectores errantes, nos dice el novelista y cineasta José Eduardo Alcázar en este artículo.

"No tengan miedo de errar, sean lectores errantes..."
"No tengan miedo de errar, sean lectores errantes..."

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Se habla mucho de lectura, se la defiende, se la pondera como la vanguardia de todo desarrollo. Sin lectura no hay futuro, sin lectura estamos perdidos, son dictámenes repetidos una y otra vez. Es bueno que así sea. Pero habría que tomar consciencia de las diferentes lecturas posibles. Vivimos en un mundo inundado de información, y es a partir de este punto que propongo compartir algunas reflexiones sobre la lectura.

Reflexiones que se me ocurren cuando leo y sobre todo cuando observo a mis pequeñas nietas, procurando entender, buscando significados, logrando algunas síntesis, nunca definitivas, siempre provisorias y tentativas. El universo de la infancia permite abrir ventanas infinitas.

Se dice que la lectura informa. Es verdad, y muchas veces es una verdad dolorosa. Pero no se habla de la lectura como desinformación, y el objetivo de toda lectura es, en parte, la desinformación. Y habría que aplaudirla.

Demos el justo valor a cosas distintas. Informar es poner en una forma, es limitar el sentido para que no lo invada otro sentido. El prospecto de un medicamento informa, mete en una forma, para que todos entiendan lo mismo, los beneficios y contraindicaciones del medicamento. El manual de uso de una máquina informa, mete en una forma, lo que se debe saber sobre la máquina. En anatomía se informa, se mete en una forma, lo que se conoce sobre cada órgano. Para que todos los informados vean la misma forma y se informen por igual. Es peligroso, en estos casos, dejar entrar a la desinformación, que saca de la forma, que libera de los estrechos límites que permite la forma. Sería letal que el prospecto de un medicamento no brindara la información inequívoca, no cumpliera con rigor la puesta en forma.

La sociedad moderna nos informa de manera avasalladora, nos mete en formas estrechas. La información busca eliminar el error. Al dar una forma precisa, quiere evitar todo desvío.

Pero es el desvío –que, por otro lado, hace la felicidad de toda lectura– lo que propone la lectura desinformada, libre de formas.

"Pero es el desvío –que hace la felicidad de toda lectura– lo que propone la lectura desinformada, libre de formas"
"Pero es el desvío –que hace la felicidad de toda lectura– lo que propone la lectura desinformada, libre de formas"

Les digo yo a mis alumnos, cuando los tengo, que es bueno leer veinte libros por día. Aclaro dos cosas: veinte es un número arbitrario; el número podría ser mil, o uno. Aclaro también lo que entiendo por «leer un libro». A veces es ojear páginas o partes de páginas, a veces es no tocar el libro, ningún libro, y recordar lo que una vez fue leído. Hacer memoria de una idea encontrada en un libro, compararla con otra, de otro libro, también es leer. Comparar las memorias de veinte libros es leer veinte libros. Buscar, intentar la síntesis de mil, sería leer mil. No se trata de recordar pasajes precisos, frases, capítulos. Se trata de errar por páginas y páginas con la felicidad del errante imaginativo. Errar es una palabra muchas veces poco apreciada. No debiera ser así. Errar no siempre es negativo. Errar es también estar en movimiento, vagar sin rumbo. Es «hacer camino al andar», felicidad suprema del lector. No debiéramos condenar a este lector errante que va sin rumbo, impulsado por fertilidades inconscientes. En algún momento será fecundado y tendrá materia prima para diseñar ideas, pintar historias, que podrán ser recuerdos, que podrán devenir combustible para comprender y seguir errando.

A mis nietas, Eugenia y Olivia, y a todos los pequeños compañeros, en colegios y aulas: no tengan miedo de errar, sean lectores errantes, no tengan recelos de desinformarse, de dejar la forma, la horma, en lecturas y conversaciones. La felicidad los acompañará en estas errancias venturosas, que quiere decir «llenas de aventuras». Aventura, que quiere decir «lo que va a venir». ¡Felices días, queridos niños!

José Eduardo Alcázar
José Eduardo Alcázar
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