Cargando...
El psicólogo social Alfredo Moffatt, a sus 89 años, murió joven, demasiado joven. Su obra seguirá ayudando a los sufrientes, objeto de estudio de toda su vida. Moffatt llegó en distintos momentos a Paraguay. Esta es solo una aproximación, que quizá les sirva a aquellas personas que en el futuro deseen profundizar con investigaciones sobre la difusión de la psicología social en el país.
Cabe destacar que su primera llegada a tierras paraguayas fue en la época de la dictadura militar. Tras la caída de la dictadura, en diferentes momentos de la denominada transición, Moffatt volvió y fue participando cada vez con mayor énfasis en los acompañamientos de los sectores vulnerables, en especial de la niñez y la adolescencia y los grupos en situación de crisis. Uno de los momentos más intensos, que merecería un libro entero, fue el acompañamiento, junto con otros profesionales argentinos y paraguayos, de las víctimas del incendio del supermercado Ycuá Bolaños en el año 2004. También es importante recordar el acompañamiento de los educadores y trabajadores sociales en la SNNA en el año 2010. Los contactos con Moffatt siguieron hasta hace poco, también de manera virtual, y en visitas a su domicilio, que siempre estaba abierto para la comunidad paraguaya.
Lea más: «Ya vuela el colibrí»
Moffatt pensaba que la sociedad estaba más enferma que sus miembros. Y que el tejido social se ha destruido en esta cultura salvaje, neoliberal. Como psicólogo social, planteaba una concepción operatoria de la socioterapia. Si existencialmente se ha destruido la realidad, si se ha destruido el acuerdo social por la desocupación y un individualismo que no es individualismo sino más bien la condición de la soledad, si nos hemos quedado solos en un mundo virtualizado, Moffatt planteaba como oposición los métodos alternativos, y los métodos alternativos eran el rescate de la cultura popular, que no solo es independiente del sistema, sino opuesta a él, porque posee una organización más humanizada, ya que proviene de siglos de lucha por la vida; toda cultura popular defiende a la gente.
¿Cómo llegó Alfredo Moffatt por primera vez a Paraguay?
En 1986, el joven psiquiatra Carlos Arestivo se encontraba en un congreso en Buenos Aires. En una de las pausas decidió caminar por la ciudad. Fue así, caminando al azar, que se encontró con una vieja casona, que inicialmente le dio la impresión de estar abandonada. Acercándose, vio un cartel que decía: El Bancadero: aquí se banca la angustia.
Me cuenta Carlos Arestivo que decidió entrar. Se presentó como psiquiatra de Paraguay y se sentó en un sofá al que le faltaba una pata. Luego de unos instantes llegaron más participantes, e hicieron una ronda en el suelo. En ese espacio, Carlos se encontró con un mate terapéutico, y cada participante, en ronda y con mate de por medio, fue contando por qué había llegado al Bancadero. El Dr. Arestivo se fijó en que todos colaboraban con el mantenimiento de la casa, y en que no se cobraba por las atenciones terapéuticas.
Lea más: Dossier Miguel Méndez
Al año siguiente, Carlos Arestivo y el psicoanalista José Caballero fueron a casa de Alfredo Moffatt y le propusieron ir a Paraguay a compartir sus experiencias. Fue así que, tras muchas tareas de coordinación y planificación, los días del 11 al 14 de octubre de 1988 Alfredo Moffatt realizó las «Jornadas de Formación Alternativas en Salud Mental» en Asunción.
La actividad fue organizada por el Centro de Alternativas en Salud Mental (Atyha), el Centro de Experiencia Comunitaria en Salud Mental (CECSA), el Encuentro de Salud Integral Comunitaria (ESIC), Alter Vida y la Fundación Paraguaya de Cooperación y Desarrollo.
–Éramos alternativos. Buscábamos maneras nuevas, por eso Atyha, por ejemplo, se creó como un centro de alternativas de salud mental –recuerda el Dr. José Vera Gómez, quien también fue un activo protagonista de estas actividades en Paraguay, comentándonos que las organizaciones estaban conformadas mayoritariamente por profesionales jóvenes que buscaban tratar la salud mental de una manera alternativa.
–El objetivo fue que nos explicara su trabajo. José Caballero inclusive me envió una foto –comenta el Dr. Carlos Arestivo, que en ese momento nos muestra una fotografía que ilustra esta página. En la fotografía se observa, con remera amarilla, al reconocido actor Emilio Barreto; a su lado, con remera a rayas, el psicólogo social y especialista en educación Ramón Corvalán; luego vemos a Alfredo, a José Caballero, psicoanalista, especialista en psicología jurídica y forense, y a Jorge Abatte; los presentes no recuerdan a la persona que está entre José y Jorge.
Lea más: Ycua Bolaños: La mayor tragedia en tiempos de paz
Así fue el inicio del largo vínculo de Alfredo Moffatt con psiquiatras, psicólogos, educadores, estudiantes y jóvenes de Paraguay.
–A partir de ese encuentro dijimos: nosotros también podemos hacerlo. Y tuvimos una experiencia de comunidad terapéutica con nuestras propias características –recuerda el Dr. Arestivo, haciendo referencia a una experiencia terapéutica realizada por él, el Dr. Genaro Riera y el Dr. José Vera Gómez, donde, tomando en cuenta estas experiencias, trabajaron con pacientes de manera alternativa hasta en el momento de cocinar.
–Un día definieron en grupo que querían cocinar guiso y los pacientes consultaron a los vecinos cómo se hace un guiso. Una señora les contó sobre los ingredientes, y luego se distribuyeron las responsabilidades para traer los ingredientes y al día siguiente cocinamos.
Tras la caída del régimen de Stroessner, Atyha acompañó a familiares y víctimas de la dictadura, realizando actividades terapéuticas hasta el punto que la organización fue fundadora de la Red latinoamericana y del Caribe de instituciones contra la tortura, la impunidad y la violación de los derechos humanos.
–Tras estos encuentros, la siguiente actividad de Alfredo Moffatt fue con gente relacionada con Callescuela, en coordinación también con Atyha, trabajando sobre la atención a la niñez trabajadora y la niñez en situación de calle –recuerda el Dr. Arestivo, a la vez que nos comenta que fue creciendo el interés en las actividades relacionadas con el abordaje psicosocial en situaciones de emergencia y que la importancia del trabajo de Moffatt respondía a que su teoría tenía la base de intervención psicológica de Pichón Rivière, pero le sumaba sus propias ideas.
–Nunca nos cobró por sus venidas –comenta el Dr. Arestivo, recordando su amistad mutua y que siempre lo visitaban cuando tenían ocasión de un viaje a la Argentina, o viceversa.
Lea más: El educador popular Antonio Añazco sigue luchando por la vida
Alfredo Moffatt, las víctimas del incendio, su experiencia y su esperanza
–El lunes le hicimos un homenaje –me cuenta Liz Torres. El lunes pasado, como todos los lunes, la organización de sobrevivientes y familiares de las víctimas del incendio del Ycuá Bolaños se reunió, pero a la vez se enteraron de que un día atrás su amigo Alfredo Moffatt había fallecido. Le rindieron un sentido homenaje por todo el apoyo solidario que les brindó Alfredo, leyeron las notas de los medios argentinos, escucharon canciones que a Alfredo le gustaban, leyeron poemas en su memoria. Casi 20 años atrás, tras el incendio que fue y es una de las mayores tragedias de nuestra historia reciente, una red de organizaciones no gubernamentales que se llamaba Pojoajú, a pedido de las Víctimas del Ycuá Bolaños, donó un fondo para invitar a Alfredo Moffatt a hacer talleres para familiares y víctimas sobrevivientes.
Moffatt vino hacia finales de noviembre como apoyo para los familiares, amigos y víctimas del incendio del supermercado, para dar una conferencia sobre «Terapias de crisis en emergencias psicosociales» y un taller sobre «Fortalecimiento de redes solidarias de apoyo y contención a personas afectadas por la tragedia del Ycuá Bolaños». Su estadía en Asunción se dio por sus conocimientos de intervención en terapias de crisis.
–Pensé que puedo ser útil para aliviar lo que se puede aliviar todavía, y, además, dar elementos de terapias de emergencia –nos comentó Moffatt en ese entonces.
Las jornadas fueron intensamente emotivas. Alfredo planteó la idea de pasar la navidad con las víctimas. Esa sería a su criterio una toma de conciencia, pues como, citando sus propias palabras, dijo en esa ocasión:
–Aunque no quieras, porque se reúne la familia ya falta alguien en esa silla vacía. La idea mía es venir una semana antes y prepararse para eso y ayudar en lo que yo puedo ayudar; esa es la idea.
–Alfredo Moffatt estuvo una semana con nosotros, trabajó en comunidad y con las víctimas, después nos ayudó a hacer el pesebre y vino a pasar el 25 de diciembre con las víctimas e hizo el proceso de duelo –recuerda Liz Torres.
Su trabajo se basó en una intervención psicosocial con referentes de la salud mental como Martín Moreno, de Paraguay, y muchos otros más. Se sumó movido por el temor existente de que se desatara una ola de suicidios durante las fiestas por la dimensión que tenía la masacre como tragedia familiar y comunitaria.
–En esa ocasión, Moffatt se ratificaba en esto de las redes como espacio y de que todo se soluciona de forma colectiva, sin plata y sin permiso –recuerda Liz, dando claramente a entender que las redes pueden salvar vidas.
–Y entonces él vino a pasar con nosotros las fiestas, porque fue muy duro todo, y el 30 de diciembre, cuando estábamos reunidos con él, aquí eran las 11 de la noche, y en Buenos Aires era casi la medianoche. En ese momento nos llegó la información del incendio de la discoteca Cromañón, donde murieron casi doscientas personas jóvenes. Inmediatamente, la mañana del 31, tomó un vuelo y volvió a Buenos Aires a apoyar también a un grupo de familiares y víctimas de Cromañón.
Sin plata y sin permiso, UNA práctica recorre la universidad
–A Alfredo Moffatt lo conocimos en un congreso internacional sobre derechos humanos organizado por la Universidad Madres de Plaza de Mayo en el año 2010 –cuenta el trabajador social Claudio Rolón. Moffatt compartió con profesionales como Claudio experiencias de trabajo con personas en las cárceles, en las calles, la gente más postergada, más desechada por el sistema. Estas experiencias fueron de interés operativo para trabajadores sociales y educadores que justamente coincidían en la necesidad de tratar estas temáticas.
–Y en ese marco lo pudimos conocer. Justamente en un periodo, en una época en que estábamos trabajando con una población de niñez y adolescencia que estaba en situación de calle, y también con poblaciones indígenas en situación de calle, en comunidades urbanas. Su aporte fue muy importante porque tenía que ver con la desinstitucionalización de un abordaje que partía de una mirada desde el sujeto –nos comenta Claudio, haciendo referencia a la llegada de Alfredo Moffatt en el año 2010 para dar conferencias dirigidas a estudiantes, educadores y trabajadores sociales de la Secretaría de la Niñez y la Adolescencia.
Lea más: El duelo como fenómeno grupal
–Su perspectiva era muy desestructurante en el sentido de que estaba muy ligada ya a nuestra experiencia, que era, justamente, desde una perspectiva desestructurada. A partir de la realidad de los niños, niñas y adolescentes en situación de calle, y del proceso de generación del vínculo, de la generación de confianza, en base a la realidad de cada niño, íbamos construyendo propuestas metodológicas para poder ir resolviendo –Claudio también ayudó a formar grupos de educadores populares y psicólogos sociales para aglutinar, articular, formar en temas como el cuidado de cuidadores y la mirada crítica sobre la realidad, que van vinculados a otros procesos pedagógicos.
–A quienes por opción profesional veníamos trabajando con poblaciones totalmente excluidas, estigmatizadas, criminalizadas, yo pienso que Moffatt nos influyó muchísimo, en nuestra mirada, en nuestra perspectiva profesional. El aporte de Moffatt fue ampliando horizontes, y se fueron clarificando ideas y construyendo ciertas certezas que ayudaron a ensanchar el panorama. Que es lo que veníamos haciendo, justamente, sin plata y sin permiso, como decía él –recuerda Claudio.
–El mayor aporte de Moffatt es la práctica profesional, en donde permean sus ideas del hacer comunitario –comenta Mercedes Sánchez, docente de Psicología Social de la carrera de Psicología de la UNA. Donde muchos profesionales optan por la Psicología Comunitaria. Es el caso de Juana Casuriaga, psicóloga comunitaria; para ella, Alfredo fue el responsable de su formación académica. Para ella la teoría es justamente lo que Alfredo dice: un mapa que nos muestra más o menos hacia dónde ir, más o menos cómo; pero la realidad con el otro es el condicionante del dónde y del cómo.
–Tanto en la formación académica como en la práctica profesional, Moffatt trae esto de que siempre, incluso en lo más siniestro, hay algo de qué agarrarse, y por ahí debemos empezar –nos comenta Juana en una pausa de sus labores. Recordándonos que desde ahí empezamos, desde esa dignidad que queda, en la pobreza, en la locura, en la tristeza, en los estados de consumo, e incluso en la muerte.
Una psicoterapia existencial
Uno de los últimos libros de Alfredo se titula Psicoterapia existencial, y creo que, como todos sus libros, une el pensar, el sentir y el hacer. Los que lo conocen cuentan que desde hace muchos años tenía ese libro en su mente y sus acciones. Alfredo se declaraba un pesimista esperanzado. Pesimista porque le dolía lo que veía, y esperanzado en las luchas sociales que nacían del pueblo, porque luchar es mejor que llorar, decía. Porque luchar es entretenerse, decía. Dedicó su vida a trabajar especialmente con los más sufrientes, con la clase popular, con los oprimidos; tal vez por eso uno de sus libros más conocidos se llama Psicoterapia del oprimido, porque en el fondo hay también en esta elección una lucha política quizá inevitable, aunque él siempre aclaró que no se orientaba en esa dirección, que su aporte radicaba en las terapias humanizadas, en las psicoterapias y socioterapias humanizadas.
Al cerrar este artículo, el Lic. José Caballero me envía un link; se trata de un homenaje que se realizará (que, cuando este artículo sea publicado, ya se habrá realizado) a Alfredo Moffatt en un programa de radio el sábado 8 de julio, con la participación de la psicóloga comunitaria Juana Casuriaga y el psiquiatra Agustín Barúa Caffarena. Creo que el aporte de Moffatt en su amada Argentina fue muy alto, pero que no se quedó solo ahí y que con el tiempo sabremos de más huellas de Moffatt en Paraguay, y, por supuesto, en otros países de Latinoamérica y el mundo.
*Carlos Bazzano es poeta y narrador. Ha participado desde los 90 en proyectos culturales y contraculturales como la revista El Yakaré o el Centro Cultural Alternativo e Itinerante El Otro Espacio. Ganó el primer premio del concurso de cuentos de El Cabildo (2008), el primer premio del concurso de cuentos Jorge Ritter (2015) y el primer premio del concurso de cuentos del Banco Central del Paraguay (2022). El cortometraje El ropero, de Emilio Sanabria, está basado en su cuento homónimo, incluido en la antología Anales urbanos (2007). Ha publicado, entre otros, los poemarios Q.E.B.D. (2015), Escombros (2015), Nocaut (2017) y Mainumby (2018).