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En esta ocasión hablaremos de la disputa histórica entre los villarriqueños que no obedecieron la Real Cédula del 9 de julio de 1705, por la cual la Corona española derogó la del 12 de marzo de 1701, y la población de Villa Rica que, según documentos obrantes en el Archivo Nacional de Asunción, sí la acató.
Debido a la persecución de los bandeirantes paulistas, encabezados por Antonio Raposo Tavares y secundados por Manuel Preto, la población de Villa Rica del Espíritu Santo, cruzando ríos, bosques, pantanos y un sinfín de obstáculos, tuvo que peregrinar desde su ubicación inicial, en las tierras de los Ybyrayás (actual Estado de Santa Catalina, Brasil). En ocasiones, los villenos se vieron desamparados por las autoridades capitalinas, que no les brindaron protección a pesar de los reiterados pedidos del Cabildo de Villa Rica; este fue un motivo de enfrentamiento entre los cabildantes villarriqueños y asuncenos.
Villa Rica sufrió varios traslados desde su fundación, el 14 de mayo de 1570, incluso después de la licencia otorgada por el gobernador Juan Diez de Andino el 20 de mayo de 1682 para quedarse en la falda de la cordillera del Yvytyrusú. Un grupo de villarriqueños quiso entonces regresar al penúltimo lugar donde estuvieron, Espinillo, otro sector obedeció la disposición del gobernante y cada grupo envió a las autoridades sus argumentos sobre las tierras donde querían establecerse.
Para resolver la discrepancia entre los villenos, las autoridades (política y eclesiástica) de la Provincia del Paraguay enviaron emisarios a observar in situ. El gobernador Diez de Andino envió al sargento mayor Juan de Vargas Machuca, y el obispo del Paraguay, Faustino de las Casas, a fray Juan Astorga. Estos enviados hicieron en 1683 el reconocimiento de los parajes de Espinillo e Yvytyrusú, y pasaron por Ytapé, pueblo entonces recientemente asentado a orillas del río Tebicuary-mi, sobre el cual leemos en su informe (obrante en el ANA): «se está poblando para la reducción de los indios monteses» [sic]. Este es uno de muchos documentos que sitúan el traslado de Ytapé en 1682 al Paraje Guavicá, lugar actual, y señalan como fecha de su fundación el 10 de marzo de 1678.
En otras líneas del informe elaborado por los emisarios de las autoridades se describen en el Paraje Espinillo «incomodidades de pastos para sus ganados y demás cosas necesarias»; en cuanto al Paraje Yvytyrusu, manifiestan que las tierras son fértiles y de buena pastura, y que hay «montes para todo común» [sic]. En 1683, el gobernador Andino en base a estos datos, ratificó su licencia del 20 de mayo de 1682: asentamiento de Villa Rica en la falda de la cordillera del Yvytyrusú.
Recordemos que en Espinillo, según testimonios de los pobladores y enviados de las autoridades, la tierra no era apta para la agricultura y la ganadería: lugar «pantanoso en época de lluvia, en tiempo de sequía la tierra era dura y se agrietaba». En invierno la tierra despedía un vapor que causaba enfermedades mortales, y escaseaba el agua potable. Por estas razones, las autoridades de la villa en 1679 formaron una comisión con 23 feudatarios para ir a buscar tierras fértiles para un nuevo asentamiento. La comisión encontró un lugar privilegiado, Yvytyrusú, y solicitaron al gobernador Corvalán el traslado al lugar. Aunque el pedido no prosperó en época de Corvalán, se hizo posible, como ya señalamos, durante el gobierno de Andino.
El 20 de mayo de 2023 Villa Rica cumple 341 años de su traslado definitivo al lugar actual. Reiteramos que 19 años después de la licencia del gobernador Andino fue ratificado su asiento por la Real Cédula; sin embargo, la orden de la Corona española del 12 de marzo de 1701 fue derogada por el rey el 9 de julio de 1705 para la reubicación de los villenos en el lugar llamado Tupäita (cerca del actual Curuguaty), donde estuvieron 40 años. Esta última disposición del rey fue desobedecida; por eso Villa Rica se quedó definitivamente en el lugar actual. No obstante, algunos pobladores la acataron; con ellos se fundó la Villa San Isidro Labrador de Curuguaty. Entre los villarriqueños que fundaron la nueva Villa nombramos al maestre de campo García López Duarte, quien ya estuvo en ese lugar cuando se asentó Villa Rica (de 1636 a 1676). Según el censo realizado por Corvalán cuando visitó dicha población en 1674, la jerarquía de dicho maestre de campo era sargento mayor.
En contrapartida de las insurrecciones villarriqueñas señaladas, un documento de 1808, obrante en el Archivo Nacional de Asunción, designa, quizás por primera vez, como República a esta tierra y relata que en octubre de ese año las autoridades de Villa Rica del Espíritu Santo rindieron pleitesía durante «siete días y todas las noches» al rey, que se enarboló el Real Estandarte bajo custodia de soldados y se iluminaron las calles e iglesias al «son de desplegados instrumentos, y clarines, salvas y vivas», con juegos de corridas de toros, sortijas, «alistamiento a invención de Moros y Galanes, y otros Entremeses de por medio: saliendo las tres primeras noches el mismo Corrido en Caballos bailarines y en pasados con decente acompañamiento, y tropa correspondiente al paseo de la Risa y otros juegos que acostumbra esta República»; durante esos días, según el informe, «en medio de tanto tumulto y regocijo no se ha experimentado la más mínima desgracia». Al inicio de las fiestas, celebradas por la coronación del rey Fernando VII, el alférez real don José Fernando Meaurio «paseó a pie el Real Estandarte por las calles públicas, colocando en tres de ellas un tablado», y subió a ellos, «en voz alta y espada en mano á Nuestro Soberano, diciendo: Viva Nuestro Católico Monarca el Señor Don Fernando Séptimo, a que agregó todos los títulos de Castilla».
¿Por qué el nombre de «República del Guayrá»? Por las arterias de los insurgentes villarriqueños habría circulado la sangre del intrépido capitán Ruy Díaz Melgarejo, fundador de Villa Rica, que en 1542 y 1556 enfrentó al gobernador Domingo Martínez de Irala. Melgarejo marchó al actual Brasil, para poblar la zona denominada Guayrá. Después, el capitán habría cometido un doble crimen (uxoricidio, y asesinato del clérigo Carrillo). Además, brindó protección al desterrado Alvar Núñez Cabeza de Vaca, enemigo acérrimo de Irala. Quizás la denominación «República del Guayrá» se debe a la acción insurrecta de Ruy Díaz, o a la escisión de la Provincia Gigante de las Indias –recordemos que con la Real Cedula del 16 de diciembre de 1617, dictada por Felipe III, la gran Provincia se fraccionó en la Provincia del Guayrá o Paraguay, cuya capital era Asunción, y el Río de la Plata, cuya capital era Buenos Aires; finalmente, para tal designación también se puede considerar el acontecimiento del año 1808 mencionado más arriba.
La lealtad de las autoridades de Villa Rica a la Corona española está simbolizada en el escudo oficial: una corona, dos castillos –por el reino de Castilla–, una paloma que representa al Espíritu Santo, dos leones –por la corona leonesa– y, alrededor de las columnas de Hércules, el lema oficial de España, «Plus ultra». Podemos encontrar este escudo impreso en la portada de la obra de Ernesto Meuario Villarrica Contemporánea y su Municipio o en el libro El Guairá, de Ramón Indalecio Cardozo. Hemos observado personalmente que este escudo llama la atención de los historiadores y académicos españoles que visitan Paraguay. Nos arriesgamos a colegir que la celebración de 1808 en Villa Rica también influyó en la adopción de este escudo; resaltamos que en aquella ocasión el Estandarte Real fue exhibido públicamente por las calles.
En la época colonial, para el establecimiento de una población las autoridades normalmente hacían un reconocimiento territorial, buscando tierra fértil para la producción agrícola, campo de buena pastura para la ganadería, suficiente agua (cercanía a ríos o arroyos) para la pesca y el consumo de los habitantes y, otra referencia importante, cerros, por sus recursos naturales para la subsistencia a través de la cacería y recolección de frutas. Tanto el gobernador Andino como el obispo Faustino de las Casas, conociendo los Parajes Yvytyrusu y Guavicá, lugares actuales de Villa Rica e Ytapé, respectivamente, resolvieron el traslado definitivo de estas poblaciones en 1682, hace 341 años.