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A Bryana Cruz Palacios, con quien leí Nimbos en Burela.
Procedente de una familia labriega y de emigrantes dispersos en Cuba y Buenos Aires, Xosé María Díaz Castro es una voz poética poco conocida dentro del panorama literario de España. Nació el 19 de febrero de 1914 a las ocho de la mañana en la parroquia de Os Vilares, lindera con la villa de Guitiriz, en la provincia de Lugo. Ingresó en 1931 en el Seminario de Mondoñedo, en cuyas aulas conoció a Aquilino Iglesia Alvariño, que en 1936 lo llamará para ser profesor en el colegio León XIII, de Villagarcía de Arosa. Antes de ser maestro, Díaz Castro estuvo en la guerra, aunque fue a defender su fe. Todo hay que decirlo. En el frente de Asturias, es testigo de la barbarie de la guerra civil y sus convicciones profundas declinan.
El latín, que estudió en su estancia en Mondoñedo, deja su marca en la poesía de Díaz Castro, de temperamento altamente lírico. Uno de sus exalumnos lo recuerda de esta manera: «Recuerdo muy bien que, cuando yo cursaba tercero de bachillerato, apareció por ahí Xosé María Díaz Castro. Recuerdo perfectamente el día que llegó al colegio. Traía una gabardina nueva, un traje de lana verde y unos zapatos que llamaban la atención por lo brillantes. Era profesor de francés, de alemán y de religión».
En 1946 aparecen publicados los primeros poemas de Díaz Castro, que obtiene el premio de los Xogos Florais de Betanzos, en la categoría gallego y también en español. Alejado de los focos públicos y con un escaso contacto con otros poetas, recién en 1959 Díaz Castro asistirá a su primer recital público en el Centro Galego de Madrid, con motivo de la Festa da Poesía. Díaz Castro solo publicará un libro en vida: Nimbos.
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Traductor apasionado
En 1948 se traslada a Madrid, donde inicia una labor incansable como traductor. Traduce a autores como Rilke, William Butler Yeats, Paul Claudel, Víctor Hugo, Campoamor, entre otros. Es en Madrid donde gana una oposición para trabajar como traductor en el Ministerio de la Gobernación, y se dedica a traducir secretos de Estado e interpretar mensajes en clave y telegramas llegados del extranjero. En 1952, es encargado de los servicios de traducción para francés, alemán, italiano, portugués, holandés y lenguas escandinavas del Instituto de Cultura Hispánica. Traductor apasionado, manifiesta en el Faro de Vigo en 1988: «La traducción es una forma de recreación. Y ciencia, pero también arte… Y, dentro del género literario, la traducción de poesía es dificilísima, casi imposible. La poesía tiene algo de misterio y de símbolo y lenguaje propio». El investigador Armando Requeixo afirma que las traducciones hechas por Díaz Castro a lo largo de su vida alcanzaron las 3000 páginas.
En 1954, contrae matrimonio con María Teresa Zubizarreta Bengoechea, con quien tendrá tres hijos: José Mari, Maite e Íñigo. A María Teresa la conoció por correspondencia durante la guerra civil, cuando ella era «madrina de guerra».
Su actividad literaria sigue dispersa por esos años; publica algunos de sus escritos en La Noche y en la Hoja del lunes de La Coruña, con diversos seudónimos. Por insistencia de Francisco Fernández del Riego y de Ramón Piñeiro, publica Nimbos bajo el sello de la editorial Galaxia en 1961. El libro reúne poemas dispersos hasta entonces en revistas.
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Hacia 1985, decide retornar a su tierra y se instala definitivamente en su pueblo natal, Guitiriz. A partir de entonces llegan el reconocimiento de la crítica y de su propia gente, los homenajes, las nuevas ediciones, las entrevistas... Otro notable poeta gallego, Manuel María Fernández Teixeiro, describe así a Díaz Castro: «Es un hombre de mediana estatura, bien proporcionado, de amplia frente, cabellos plateados y mirada expresiva detrás de sus gafas, como dicen los cubanos. Las notas características de su personalidad, a nuestro juicio, son: la autenticidad, la mesura y la humildad. No intenta deslumbrar ni impresionar a nadie como tantos poetas “profesionales”. […] Xosé María Díaz Castro es un hombre cordial, bueno y generoso. Un hombre sin pretensiones, que va por la vida con ojos abiertos a la belleza y el corazón abierto al paisaje, a los animales, a los hombres. No exige nada, no pide nada». En 1988, muere inesperadamente su esposa. El 2 de octubre de 1990, muere Xosé María en Lugo. El poeta vaticinó así su muerte:
Quero morrer de música nunha tarde de pinos
sen sentir o martelo dun recordó no sangue,
e caer amodiño na sombra como a lúa
enterra as súas cornas tras de Arxán.
(«Quiero morir de música una tarde de pinos / sin sentir el martillo de un recuerdo en la sangre / y caer despacito en la sombra como la luna / entierra sus cuernos tras (los montes de) Arjá». Traducción del autor.)
Etapas
En los años de descomposición del régimen franquista, la «poesía social» era la favorita de los jóvenes poetas, un llamado a derrocar aquel orden sangriento. Las voces distintas enmudecieron ante la oleada de la protesta general. La poesía de Xosé María se aleja de la canción panfletaria. En palabras de Ricardo Carballo Calero: «Díaz Castro es un representante del existencialismo poético, uno de los más conspicuos, si no el más conspicuo, siempre que demos a la palabra existencialismo un sentido general y no vinculemos el concepto a una escuela histórica determinada […] La poesía de Díaz Castro, aunque integrada en un paisaje campesino, rumoroso de trabajos agrícolas y dominado por la presencia del ganado bovino, tan vinculado a la vida de nuestro labrador, se remonta, como queda dicho, al cielo de la trascendencia». El poeta de Vilares estaba muy compenetrado con la tierra, y en alguna medida Nimbos es una recuperación de la infancia y de la patria perdida, la lucha por el destino más digno de todo un pueblo. Su regreso a Galicia significaba también una reconciliación con sus orígenes.
Gran parte de la obra de Díaz Castro permaneció inédita hasta 2014, año en el cual su poesía completa apareció publicada por la editorial Galaxia. Por otro lado, la crítica literaria redujo la obra entera del poeta a un solo libro, Nimbos. Podemos dividir la obra de Díaz Castro en tres etapas: 1) la preguerra, con textos dispersos en periódicos y revistas; 2) la producción que va desde 1946 hasta 1961, con colaboraciones en revistas como, principalmente, Alba, y con la aparición de Nimbos; 3) los años posteriores a la jubilación –se jubila en 1983–, con el regreso a Guitiriz, donde muere en 1990.
La primera etapa está marcada por un tono confesional, místico y con ciertos toques modernistas bajo la influencia de Baudelaire, Lamartine y Musset. En esta etapa forma parte de la Escola Poética do Seminario de Mondoñedo, y sigue la corriente del paisajismo humanista, muy cercana a los estilos de Xosé Crecente Vega y Aquilino Iglesia Alvariño. La segunda etapa coincide con el interés de los editores de Galaxia por incorporar a Díaz Castro en su catálogo, ya que habían leído los poemas aparecidos en la revista Alba. Con la publicación de Nimbos, Díaz Castro pasó a ser un referente.
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Nimbos
En este libro, los temas son el tiempo, la historia, Galicia como destino, la dicotomía de la luz y la sombra y, principalmente, la concepción de una poética, como en el poema que inicia el libro, «Coma ventos fuxidos»:
Estes non son poemas, nin cimentos
de poemas siquera. Son fragmentos
de min mesmo perdidos,
coma ventos fuxidos,
por antigos camiños esquencidos:
¡Díaz Castro perdido no traxeito
dun recordo moi longo, recolleito
por un anxo e salvado
nalgún intre de amor desesperado!
(«Estos no son poemas, ni cimientos / de poemas siquiera. Son fragmentos / de mí mismo, perdidos / como vientos huidos / por antiguos caminos olvidados: / ¡Díaz Castro perdido en el trayecto / de un recuerdo muy largo, y por un ángel / recogido y salvado / en un trance de amor desesperado!». Traducción del autor.)
Para Díaz Castro el oficio del poeta es el de nombrar las cosas, es decir, su concepción del poeta lo representa unido a la divinidad. La antinomia luz / sombra es constante en el poemario, con múltiples significados e interpretaciones, principalmente lo ligado a la memoria, una memoria que ilumina. Hay también un retrato de la realidad gallega y la migración en el poema «Ai, capitán»:
¡Chorar, chorar, mentres o barco rompe
contra o solpor, na noite!
A túa pipa non verán meus ollos
fomegar máis;
nin e teu riso, para sempre inmenso
abrente na mar.
Lume che din, cinza me queda. ¡Cinza,
capitán!
(«¡Llorar, llorar, mientras el barco zarpa / rumbo al poniente, en la noche! // Nunca mis ojos verán ya tu pipa / humear, nunca más; / ni tu reír, inmenso amanecer / sobre el mar. / Fuego te di, ceniza me queda. ¡Ceniza, / capitán!». Traducción del autor.)
¿Qué significa realmente «la literatura española»?
Xosé María Díaz Castro solo publicó un libro en vida: Nimbos. La poesía inédita de Díaz Castro distribuida en Follas verdes, Cantares e romance y Follas ô aire (Nóvas poesías), mantiene todavía la influencia de los versos de Rosalía de Castro, la religiosidad popular y los paisajes rústicos. La figura de Díaz Castro es en sí misma una introducción a la poesía escrita en gallego, en aquel remoto lugar desde el cual siempre parten marineros, en el que siempre llueve, hay neblina y hace mucho frío. Este artículo es un reclamo y una invitación a repensar lo que significa realmente la literatura española, más allá de la literatura escrita en castellano. ¿Qué poetas de España conocemos en Latinoamérica, fuera de García Lorca o Miguel Hernández? ¿Qué libros nos llegan desde España a los lectores latinoamericanos? Dependiendo de la editorial, tendremos una u otra respuesta, ya que cada editorial sigue una línea ideológica. Por ejemplo, editoriales como Visor o Pretextos suelen tener un tinte bastante conservador, salvo algunas excepciones. En cuanto a la actualidad, parece que no hubiera nada en España más allá de la denominada «poesía de la experiencia» y sus herederos, es decir, textos sin alma y sin calidad, inflados de manera exorbitante por la prensa burguesa. Son pocas las voces interesantes y atrevidas, y no siempre están en Madrid y Barcelona. ¿Y qué poetas latinoamericanos se leen en España, más allá de los clásicos del siglo XX? Son muchas las preguntas a las cuales hay que dar respuesta. Por eso, echarle una mirada a la poesía gallega sin duda nos dejará gratamente sorprendidos. La obra de Xosé María Díaz Castro está entre las cumbres de la poesía gallega, pero hay que ir incluso más allá de este solo nombre y seguir explorando esos parajes. Antes de culminar este artículo para El Suplemento Cultural, quisiera agradecer profundamente a Alfonso Torrado Blanco, Raúl Río, José Antonio Arias, Baldomero Francisco Iglesias (Mero, para los amigos) y la profesora Susana Vázquez, de la IES Xosé María Díaz Castro, quienes amablemente me ofrecieron su amistad, me llevaron a la tumba y a la casa de Díaz Castro y me brindaron pistas del poeta, a quien algunos de ellos conocieron en persona. Sin su ayuda no habría sido posible todo este proceso de investigación en el pueblo de Guitiriz, Galicia. A ellos van dedicadas estas palabras.
Referencias
Antón Cascudo, X. (Dirección) (2014). O instante eterno [Película].
Blanco Torrado, A. (2014). Desorballando Outonos. Lugo: Deputación de Lugo.
Díaz Castro, J. M. (1982). Nimbos. (J. M. Díaz Castro, Trad.) Madrid: Editora Nacional.
Díaz Castro, X. M. (2014). Nimbos de luz. Vigo: Editorial Galaxia.
Díaz Castro, X. M. (2014). Poesía galega completa. Vigo: Editorial Galaxia.
Granda Márquez, A. A., Pereira Trillo, R., y otros. (2014). Letras galegas 2014. Xosé María Díaz Castro. Lugo: Xunta de Galicia.
Requeixo, A. (2013). Vida e obra de Xosé María Díaz Castro. Vigo: Editorial Galaxia.