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Las comunidades indígenas de Paraguay siguen sujetas a una relación de dominio colonial que tuvo su origen en el momento de la conquista y que sigue impregnando hasta nuestros tiempos el tejido social. Estructura colonial que se manifiesta en el hecho de que las tierras que deberían estar ocupadas hoy por indígenas son consideradas como tierras de nadie abiertas a la conquista y la colonización, como resultado de una política en situación de dependencia externa que guarda relación con la posición de los países latinoamericanos frente a las metrópolis imperialistas.
Así, la estructura de nuestra política interna, como república dependiente, al llevarnos a aplicar prácticas colonialistas en relación con nuestras comunidades indígenas, nos coloca en posición tanto de explotados como de explotadores, situación que se expresa en el desconocimiento de las garantías sociales, culturales y ambientales que les favorecen, dando apertura a la industria del agronegocio y aprovechando de esa forma la necesidad del estado en que viven. Muestra de ello es la apropiación de tierras bajo el formato de arrendamiento, de forma ilegal y con apoyo del Estado paraguayo.
Las estadísticas de los casos de pobreza y pobreza extrema entre los pueblos indígenas arrojadas por el Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas (International Work Group for Indigenous Affairs, IWGIA) son de 75% y 60%, respectivamente: superan, pues, en mucho el promedio nacional. En niños de menos de cinco años, el índice de extrema pobreza es de 63%, frente al 26% de la media nacional, mientras que el índice de malnutrición crónica es de 41,7% , frente al 17,5 del promedio nacional, datos que demuestran la profunda brecha de desigualdad que separa a los pueblos indígenas del resto de la población.
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Bien remarca Codehupy (Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay), en su informe anual del 2020, que el desamparo de las comunidades indígenas se vio reflejado en aquel momento, y no necesariamente por efecto de la pandemia, en hechos punibles cuyas victimas fueron indígenas desplazados de sus comunidades, que pasan a encontrarse en situación de calle, como sucedió en el caso de la niña que apareció desmembrada en una mochila cerca de la terminal de ómnibus de Asunción (1), en caso el de la adolescente que fue abusada sexualmente en las instalaciones abandonadas de una cervecería céntrica (2) o en el caso del reciclador muerto a balazos mientras dormía en una parada de autobús (3), «crímenes que, en su dimensión histórica, se podría afirmar que empezaron a perpetrarse mucho antes de que se consumaran» (4).
El avasallamiento de las comunidades indígenas por parte del capital, producto del avance del agronegocio, es la demostración fiel de que nunca hemos pasado del estado colonial; de que toda esa literatura que nos brindan desde que pisamos el mundo de la academia siendo niños, fetiche de algunos académicos de la historia –que no hacen otra cosa que recitar fechas y parafrasear hechos–, es también prueba de que nuestra mirada y nuestra conciencia siguen colonizadas.
No existen políticas públicas que enfrenten los problemas de los indígenas en Paraguay. ¿Qué podemos recordar este 12 de octubre? La escasa o nula atención hacia la realidad indígena, el permanente desplazamiento forzoso hacia las ciudades por el acaparamiento de sus tierras con el objetivo del «desarrollo», que es concebido desde la inclusión de las comunidades indígenas en el modelo de producción propuesto por el agronegocio y a costa de la exclusión de sus mundos simbólicos y autonomías políticas para amoldarlos a un sistema económico basado en la explotación de los recursos naturales y la acumulación del capital producido en pocas manos, tal como lo describen Lea Schvartzman y Sofía Espíndola, autoras del artículo «Entre la imposición y la resistencia», publicado en el libro Con la soja al cuello (2017).
¿Cuánto tiempo más tendrán que seguir resistiendo las comunidades originarias los ataques de la cultura colonial que sigue imperando? ¿Cuánto tiempo más tendrán que seguir resistiendo frente a la imposición del agronegocio, que va da la mano con la ayuda del Estado? Ni la Constitución nacional, ni otras leyes que garanticen su existencia como comunidad, han detenido hasta hoy los avances de la cultura colonial, siempre imperante en estas tierras.
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Notas
(1) «Identifican a niña indígena encontrada en baldío aledaño a Terminal de Asunción», Última Hora, 25 de febrero de 2020. En línea: https://www.ultimahora.com/identifican-nina-indigena-encontrada-baldio-aledano-terminal-asuncion-n2871823.html.
(2) «Minna acompaña a niña indígena en proceso de desintoxicación y rehabilitación», Agencia IP, 29 de enero de 2020. En línea: https://www.ip.gov.py/ip/minna-acompana-a-nina-indigena-en-proceso-de-desintoxicacion-y-rehabilitacion/
(3) «Caso indígena asesinado: la Fiscalía aún no logra identificar al autor del disparo mortal», Ñanduti Diario Digital, 18 de febrero de 2020. En línea: https://nanduti.com.py/caso-indigena-asesinado-la-fiscalia-aun-no-logra-identificar-al-autor-del-disparo-mortal/
(4) Ayala Amarilla, Ó., y Cabello Alonso, J. (2020). «Desamparo, crisis alimentaria, desalojos: rastros de la violencia hacia pueblos indígenas». En: Derechos Humanos en Paraguay 2020, Asunción, Codehupy, 2020, pp. 50-51.