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Ante el fallecimiento de la poeta Josefina García-Marruz Badía, más conocida como Fina García Marruz (La Habana, 28 de abril de 1923 - La Habana, 27 de junio de 2022), recordamos aquí tres opiniones sobre su figura. Las opiniones son de tres colegas y compatriotas suyos, los escritores cubanos Antonio José Ponte (Matanzas, 1964), José Prats Sariol (La Habana, 1946) y Reinaldo Arenas (Aguas Claras, 1943 - Nueva York, 1990). Ponte se refiere a cierta carta pública de triste memoria firmada por García Marruz, entre otros artistas e intelectuales, en respaldo al gobierno cubano poco después de la «Primavera Negra» del año 2003; Prats Sariol recuerda el humillante episodio de la expulsión de García Marruz y su esposo, Cintio Vitier, acusados por el régimen de «diversionismo ideológico», de la Biblioteca Nacional en el año 1971; y Reinaldo Arenas pinta un curioso contraste entre la (a su juicio) superioridad de García Marruz como poeta respecto de su cónyuge con la posición en segundo plano que, según observa, eligió adoptar conforme a «la tradición española y católica que ella representaba».
Antonio José Ponte: «un episodio infame»
«En tanto autores, de esos nombres sólo me interesan Fernández Retamar y García Marruz. Él, por un primer libro ensayístico, su estudio de la poesía contemporánea cubana, y por la elegía que escribió a la muerte de su padre. Ella, por su obra poética y ensayística.
Pero, ¿qué pueden tener en común todos esos nombres? Creo que a cada uno podría adjudicársele, al menos, un episodio infame. Fernández Retamar firmó en 2003, como miembro del Consejo de Estado, la sentencia de muerte de tres jóvenes que intentaron secuestrar una lancha para huir del país. Fueron fusilados los tres jóvenes, esos fusilamientos despertaron el rechazo internacional, y el rechazo internacional provocó en La Habana una carta de intelectuales de apoyo al régimen que García Marruz y Arrufat se apresuraron a suscribir».
(Antonio J. Ponte en entrevista con Cuadernos Hispanoamericanos, febrero del 2020. Disponible en línea: https://cuadernoshispanoamericanos.com/antonio-jose-ponte/.)
José Prats Sariol: «la humillación en 1971»
«Guardo un borroso recuerdo de la conferencia, yo apenas era un adolescente de 17 años. La aguda expositora estaba al cumplir en esos días de abril los 41. Releo para verificar –vivificar– el recuerdo. En efecto, no hay una sola mención en el texto a lo que se llama –y quizás aún existía– la “revolución cubana”. Ni siquiera una alusión. Parece que tanto Cintio Vitier como Fina García Marruz, en ese entonces no mostraban aún su fanático apoyo al Gobierno, aunque buscaban algo en los hermanos Castro –ya declarados, aunque no realmente, marxistas-leninistas, ateos confesos– que tributara al romántico ideal martiano. Buscaban…
“No se pierda de vista –decía Fina– que en Martí todo se tiñe de este fiero eticismo”...
(...)
¿Es la misma autora que años después se convertiría, hasta hoy, en una fanática de Fidel Castro, aún tras la humillación en 1971, cuando ella y Cintio Vitier fueron expulsados de la Sala Martí de la Biblioteca Nacional, por considerarlos –en plena sovietización– diversionistas ideológicos, enemigos de la visión materialista dialéctica del pensamiento cubano, de “ese sol del mundo moral” y de la historia del país?».
(José Prats Sariol: «¿Fiero eticismo?», Diario de Cuba, enero del 2013).
Reinaldo Arenas: «la esposa obediente»
«Cintio ejercía la crítica, siempre más bien con características monjiles, pero era culto y de todos modos valía la pena hablar con él. Fina era una poeta muy superior a su esposo, pero siempre ocupaba un segundo plano con relación a él, de acuerdo con la tradición española y católica que ella representaba; era la mujer paciente, sumisa, resignada, casta; el que brillaba era Cintio, y ella prefería ser solamente la esposa obediente».
(Reinaldo Arenas: Antes que anochezca, Barcelona, Tusquets, 1992).
La última sobreviviente
Fina García Marruz, la única mujer y la última sobreviviente del ya legendario grupo Orígenes, falleció el lunes en su ciudad natal, La Habana, a los 99 años de edad. Junto con su esposo, el poeta Cintio Vitier, estuvo entre los escritores reunidos durante una década, entre 1944 y 1956, en torno a la revista literaria epónima fundada por José Lezama Lima y José Rodríguez Feo. En su obra poética cabe destacar los títulos Las miradas perdidas (1951), Visitaciones (1970), Viaje a Nicaragua (1987) y Créditos de Charlot (1990). Apareció tempranamente en la antología de Carmen Conde Once grandes poetisas americohispanas (Madrid, 1967), y en la década de 1980 sus poemas fueron traducidos al inglés por Margaret Randall (Breaking the Silence, Vancouver, 1982) y al italiano por Francesco Tentori (Poeti ispanoamericani del novecento, Milán, 1987). Recibió el Premio Nacional de Literatura de Cuba en 1990, el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda en el 2007, el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca en el 2011 y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana también en el 2011. Fue, además, una estudiosa de la literatura cubana colonial y de la obra de José Martí (aunque también ha dedicado valiosas páginas a la obra de Quevedo, Sor Juana Inés de la Cruz, Bécquer y María Zambrano, entre otros autores). Como ensayista, sus libros más importantes se consideran Temas martianos (1969), Temas martianos. Segunda serie (1996) y Hablar de la poesía (1986). Es coautora, con Cintio Vitier, de Flor oculta de poesía cubana. Siglos XVIII y XIX (La Habana, Editorial Arte y Cultura, 1978).
De manera especialmente notoria a partir de la década de 1970, Fina García Marruz y Cintio Vitier adoptaron una postura pública de respaldo incondicional al régimen cubano, en nombre de la cual no solo contribuyeron a trazar una supuesta continuidad entre el grupo de los origenistas y el castrismo, que algunos críticos han llamado, burlonamente, el «castrorigenismo» (1), sino que además firmaron, en abril del 2003, con un grupo de cerca de treinta artistas e intelectuales, una carta de apoyo al gobierno de su país en medio de la ola internacional de repudio desatada por el fusilamiento de tres jóvenes que habían secuestrado una lancha para tratar de escapar de la isla durante la llamada «Primavera Negra».
En 2003, setenta y cinco opositores al gobierno cubano fueron arrestados, sometidos a juicios sumarios y condenados a penas de hasta 27 años de cárcel. Hubo cuatro condenados a cadena perpetua, y en un juicio sumarísimo y sin garantías procesales tres jóvenes fueron condenados a pena de muerte por haber secuestrado una embarcación en La Habana para tratar de huir del país.
Nueve días después del kafkiano proceso, el 11 de abril del 2003, los jóvenes cubanos Enrique Copello Castillo, Bárbaro Leudan Sevilla García y Jorge Luis Martínez Isaac murieron fusilados por órdenes directas de Fidel Castro.
A la semana siguiente, el 19 de abril, una carta titulada «Mensaje desde La Habana para amigos que están lejos» apareció publicada en el diario oficial Granma.
En respuesta a un escrito de intelectuales de todo el mundo contra la represión de los disidentes en Cuba, esta carta publicada en Granma acusaba a «algunos amigos» de Cuba de mezclar sus nombres con «consabidas firmas de la maquinaria de propaganda anticubana» en «manifiestos calumniosos contra Cuba». La carta apoyaba abiertamente al gobierno y, con ello, respaldaba el encarcelamiento de los opositores, las condenas a cadena perpetua y las ejecuciones de los tres jóvenes que acababan de morir fusilados.
Firmaron esa carta: Alicia Alonso, Miguel Barnet, Leo Brouwer, Eusebio Leal, Pablo Armando Fernández, Abelardo Estorino, Roberto Fernández Retamar, Octavio Cortázar, Roberto Fabelo, Julio García Espinosa, Harold Gramatges, Alfredo Guevara, Carlos Martí, Nancy Morejón, Senel Paz, José Loyola, Amaury Pérez, Graziella Pogolotti, César Portillo de la Luz, Omara Portuondo, Raquel Revuelta, Silvio Rodríguez, Humberto Solás, Marta Valdés, Chucho Valdés, Cintio Vitier y Fina García Marruz.
Ese respaldo incondicional, cuya «notoriedad» hemos situado provisoriamente en algún punto de la década de 1970, sin duda tiene una fecha de nacimiento precisa, que se puede encontrar en los escritos de quienes fueron testigos directos del «giro ideológico» de Fina García Marruz y Cintio Vitier. Así, en sus imprescindibles memorias, Antes que anochezca (Barcelona, Tusquets, 1992), Reinaldo Arenas recuerda los años en los cuales estos ilustres esposos, entre otros importantes escritores e intelectuales cubanos, todavía «formaban una especie de aristocracia culta» y todavía eran «personas consideradas un poco desafectas al régimen».
En fin, solo nos queda, dadas las presentes circunstancias luctuosas, señalar, por ahora, que esto, que empaña la memoria de la recién fallecida autora, no afecta, naturalmente, el intrínseco valor literario de sus ensayos y poemas. R.I.P.
Notas
(1) Así lo llama Fermín Gabor en La lengua suelta. Seguido del Diccionario de La lengua suelta (Sevilla, Renacimiento, 2020, 736 pp.).