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Revisando archivos, emocionada, porque en estos días cumplo 65 años y siempre hago un balance de lo vivido, me sorprende el camino de luz y productividad recorrido en estos últimos 22 años.
A toda mujer le digo siempre: todo lo que hagas, hazlo intensamente. Yo, a los 40 años, aún no lograba descubrir un camino hacia la superación. Estudié y encontré un universo de conocimientos. Entonces entendí mi lugar en la casa, la sociedad y el mundo. La instalación Bodas de Oro es producto de una serie de cambios que comencé a sentir en mi interior en las aulas de la facultad de arte y que se inició el 6 de marzo de 2000. Quiero compartir esta experiencia, tan importante para mí, en meteórica carrera, con la serie de las tablas de picar carne.
Serie Bodas de Oro (Instalación / Montaje, 2001)
La tabla representa la espalda del ama de casa. La madera es un material que se identifica con la mujer por su nobleza y sus múltiples aplicaciones, sin perder nunca su esencia. En este caso no hay color, se mantiene la tonalidad original, porque la vida diaria del ama de casa está salpicada de carencias de alegría.
Cada tabla representa una de las décadas de casada, tomando como punto de partida los 20 años. En la primera están las grandes tensiones de los inicios, cuando, casi una niña, llega la responsabilidad del hogar, el marido, las primeras maternidades. En la segunda, las de la educación, las nuevas maternidades, el equilibrio económico, los impuestos. En la tercera, los problemas de los hijos adolescentes, los malabares económicos y conyugales que trae consigo esta etapa. En la cuarta, los hijos se casan y tendría alivio para reponerse. Pero sus largos años de lucha hacen que se sienta cansada y casi agobiada. Experimenta con los nietos un nuevo ciclo de crianza. En la quinta, nietos, hijos y marido continúan cada uno en lo suyo. Los hijos ya son profesionales y padres. Ella se «llena» de alegría los domingos porque no hay comida como de la mamá y la abuela. El marido se jubila. En la sexta, sigue peleando la economía, la pensión no alcanza, los remedios son caros. Ya casi nadie la recuerda los domingos.
Y así sigue...
Pero la entereza del soporte está intacta. El espíritu maternal y la sonrisa no amainan ni con todas las tormentas de la vida.
De Paraguay a Kansas
En 2004, la artista Lucy Yegros vio las tablas en el Centro Cultural El Cabildo y me propuso mostrarlas en el Mercado Número 1. Y en pleno trámite me dice que las lleve a la Galería MultiArte, de Liliana Segovia, porque ha venido una curadora de arte de Kansas para organizar una exposición en esa ciudad.
La obra resultó seleccionada. El Comité Paraguay Kansas me escribió:
«Estimada Sra. Amalia Ruiz Díaz:
Con mucho agrado nos dirigimos a usted para informarle que el Comité Paraguay Kansas (CPK) está apoyando la iniciativa liderada por el Museo Mulvane de Topeka, Kansas, y el Kansas-Paraguay Partners para realizar una Exposición de Arte Paraguayo en el Estado de Kansas. La exposición se realizará con motivo del 40º aniversario del compañerismo entre el Estado de Kansas y Paraguay. La curadora designada por estas instituciones es la Dra. Reinhild Janzen, quien visitó Paraguay en mayo para conocer a los artistas y sus trabajos a fin de preseleccionar las obras que serán expuestas. La Dra. Janzen nos ha comunicado que le gustaría contar, en calidad de préstamo, con la serie completa realizada con tablas de picar utilizadas por mujeres, que será expuesta en el Museo Mulvane durante tres meses en forma estable, con la posibilidad de ser luego incluida en una exposición itinerante en universidades u otros museos del Estado por el término de un año».
Y así las tablas se fueron a Kansas.
«El poder del reconocimiento»
El siguiente es un comentario escogido sobre Bodas de Oro:
«La pieza más atractiva de las diversas partes de la exposición se basa en superposiciones y complejas cuestiones de arte, artesanía, género y domesticidad. Bodas de Oro, de Amalia Ruiz Díaz (2001), es una instalación de tablas de cortar de madera colgadas en un patrón de cuadrícula. La artista recolectó las tablas como significantes de la vida de las mujeres: en cada una, Ruiz Díaz adhiere una identificación con foto de la propietaria, con nombre, ocupación y tiempo de uso. Cada tabla se ha utilizado durante al menos 10 años –algunas por mucho más tiempo–, y da testimonio de las labores físicas de las mujeres paraguayas. Algunas están tan usadas que se han desgastado en el medio. En el centro de la instalación, Ruiz Díaz yuxtapone las tablas de cortar más gastadas con otras nuevas, en las que inserta la figura de una mujer desnuda, en cuclillas. Aunque la artista busca expresar la impotencia de las mujeres en Paraguay, su instalación en conjunto otorga simultáneamente el poder del reconocimiento a las experiencias vividas en la domesticidad».
(«The most compelling piece of either part of the exhibition draws on complex issues and overlaps of art, craft, gender, and domesticity. Amalia Ruiz Díaz’s Golden Wedding Anniversary (2001) is an installation of wooden cutting boards hung in a grid-like pattern. The artist collected cutting boards as signifiers of women’s lives: on each of the boards, Ruiz Díaz adheres a photo identification of its owner, with name, occupation, and length of use. Each board has been used for at least 10 years, some for much longer, and testify to the physical labors of Paraguayan women. Some of the boards are so well-used as to be worn through at the center. At the center of the installation, Ruiz Díaz juxtaposes the well-worn cutting boards with several brand new ones, on which she incises the figure of a naked, crouching woman. Though the artist understands this action to convey the powerlessness of women in Paraguay, her larger installation simultaneously bestows the power of recognition upon lived experiences of domesticity»).
Rachel Epp Buller, «40 Years of Cross-Cultural Exchange. A Review of Images of Paraguay», 22 de abril de 2010.
«Un objeto tallado que guarda grandes secretos»
En junio del año pasado sentí un gran pya kyryy cuando Osvaldo Salerno me preguntó por un trabajo que yo había realizado años atrás sobre «las tablas de picar carne». «¡Bodas de Oro!», le dije con gran emoción. «¿Tenés todavía?», fue su pregunta. Respondí que sí.
Me dijo que pensaba incorporar este trabajo en una exposición por los 100 años de Olga Blinder. Nos reunimos en el Museo del Barro con Ticio Escobar y Osvaldo Salerno. Poco recuerdo de lo hablado en esa ocasión por el gran impacto que me causó la idea de volver a compartir con el público esas enigmáticas tablas de picar carne.
Durante los años siguientes, continué recolectando tablas de mujeres de diversos lugares y profesiones, hasta tablas de mujeres anónimas, que denomino NN, o de mujeres que hoy ya no están. Incluso encontré una tabla abandonada. El original de las 5 tablas que intervine con la imagen de una mujer desnuda en cuclillas, más otras 25 tablas de amas de casa, se encuentra en el Mulvane Museum of Art de Topeka, Kansas, y desde agosto de 2021 hay 25 tablas más en el CAV / Museo del Barro como parte de la exposición El Legado: 100 años de Olga Blinder, que se extenderá hasta el próximo mes de abril. El epígrafe de esta exposición dice, entre otras cosas: «La tabla de picar carne es un objeto tallado que guarda grandes secretos. Una de las tablas expuestas en esta muestra ha pertenecido a Olga Blinder, que me la cedió».
Nada es casual. El 25 de noviembre de 2004, Día de la No Violencia Contra la Mujer, presenté la instalación Bodas de Oro en el Centro Cultural El Cabildo, en coincidencia con el lanzamiento de mi libro Murales de Asunción. Y en este año, 2022, marzo, el mes de la mujer, coincide con la misma obra en exposición en El Legado: 100 años de Olga Blinder en el Museo del Barro.