Cinco escritores paraguayos joyceanos

James Joyce es uno de los autores que más han influido en la literatura de los siglos XX y XXI, incluyendo la literatura latinoamericana, y su impronta sigue marcando también parte de lo mejor de la literatura paraguaya.

James Joyce y Ezra Pound.
James Joyce y Ezra Pound.GENTILEZA

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Ya por el libertinaje de diván vienés en la asociación de ideas, ya por el llevar al límites la exploración de lo más íntimo de la subjetividad con el monólogo interior, ese desbocado stream of consciousness que subvierte y anima la palabra con lo preverbal y lo presintáctico (al decir de Anthony Burgess –otro joyceano, como Faulkner, como Cabrera Infante, como varios grandes–), ya por la composición de neologismos políglotas, de artefactos híbridos, de «monstruos verbales», como los llamó Borges, ya por los juegos de palabras en todos los idiomas existentes e inventados, posibles e imposibles, los cinco escritores paraguayos que presentamos hoy pueden ser considerados joyceanos.

Augusto Roa Bastos: «Uno se siente siempre otro al hablar»

En cada movimiento que yo real tuve de alegría fuerte o pesar en mi vida, si voy a ponerlo en palabras, al escucharme siento que soy otra persona. Una persona-que-habla. Dice lo que oyó muchas veces hasta que esta lengua mía saca humedad de boca ajena para hacer resbalar hacia afuera sus palabras. Salen garganteadas a lo loro. Yo sé que esto que estoy diciendo es dificultoso, muy trenzado. Pero usted mucho me envalentona con su aguante para oírme. Casi siento que me estoy confesando como el hombre sin juicio que se mató con la bayoneta del guardia por creer que había asesinado en sueños a Su Excelencia.

Uno se siente siempre otro al hablar. Pero yo quiero ser yo mismo. Hablar siendo hombre dueño de su lengua, de su pensamiento. Contarle mi vida con sus más y con sus menos. Usted, Señor, suele decir que vivir no es vivir sino desvivir. Eso querría contarle. Querría entender el miedo, el valor, las ganas que empujan a uno a dar cuerpo al suceder sin que el cuerpo se entere. Hacer tantos hechos que uno no entiende, parecidos a sueños desjuiciados, descorazonados, desfigurados. Tantas malas acciones extrañas que hacemos cuando estamos cerquita de lo que es nuestro, por derecho, por destino, a saber qué, y uno no lo sabe, no lo sabe, ¡no lo sabe!, aunque meta los pies en el agua más fría.

Las personas y las cosas no son de verdad. Muy pocas veces los sueños nos muestran figuras visibles, juiciosas. Tienen dos caras, hacen las cosas al revés. A usted también, Señor, le habrá pasado que la luz le golpea menos los ojos al despertar, si ha soñado cosas visibles. No, Vuecencia es de otro modo. Su Merced siempre ha de ver lo que sueña. Usted me llama a cada rato, idiota, animal. Y tiene razón. Yo soy de otro modo. Debo ser como el cuervo que quisiera que todo fuese blanco, o como la lechuza que quisiera que todo fuese negro.

(Fragmento de Yo el Supremo, Bogotá, Oveja Negra, 1985.)

Jesús Ruiz Nestosa: «como a nosotros mismos señor cura»

Sin tener ya tiempo para acumular escenas y combinarlas inmediatamente con varias otras a cualquier hora del día y aun anotarlas porque anoche encontré una muy importante y ya no logro recordarla tan ocupada estuve luchando por matar las arañas negras que vinieron en mayores cantidades aunque por suerte se retiraron antes que las mariposas que pienso si no será mejor abandonar la casa a medianoche y prenderle fuego para que se mueran todos los insectos en mi casa hermosa que quedará toda limpia y quemada en un montón de cenizas pero sin arañas ni mariposas que nos espanten las visitas que vienen sonrientes y abran las puertas que ya llegan y pasen adelante pasen y siéntanse como en su propia casa que si bien no es muy grande y lujosa espero que puedan estar a gusto y con confianza que si no las invité antes fue porque había muchos detalles que me faltaban y no es posible recibir gente sin tener para ofrecerle por lo menos las más mínimas comodidades y algunas que otras cosas que son las que en definitiva dan sabor y gusto a la vida sin tener que tomarlas como lujos innecesarios corno le expliqué al párroco en la iglesia y al cual ya le dije que se dé una vuelta por aquí para conocernos y hablar de una serie de problemas que nos competen señor cura y hace tiempo que estaba pensando invitarle a tomar el té en casa porque como soy casi nueva en el barrio y dentro de la parroquia deseaba hacerme conocer y nada mejor que comenzar con el cura párroco que siempre es una de las personas más representativas para los cristianos claro está que después de todo si uno no es cristiano qué valor puede tener la vida y nuestros semejantes a quienes debemos amar como a nosotros mismos señor cura.

(Fragmento de Las musarañas, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1973.)

Jorge Kanese: «Clarísimo como agua-è-yubia»

No xe trata de escribir mal. Issokuaskier pode. No xe trata de exkriwirfeio. Tanveimissopoëdekasikuasi-kier. Nu se trotta de krivirlindu. Essoxí-ki pode quasquiergoludo-pelurdu. Xi trutta de no-kriwi-wir (luogo non echisto). De kribir para non dechirke (no) kribimos por ekriwir:::xôlo para romper as voylas: xôlo para meterlas, para xakarlas, para non meter-Kê?; para non xakarnumka.

Orror a las entelekias.

Clarísimo como agua-è-yubia.

(«Kribir mäu», del libro Temworeí, Asunción, Jakembó Editores, 2007.)

Joaquín Morales: «cultísimos señores que se apoderan de mi lengua»

…que en mi vecindario no hay secretos y quien pretende guardar el suyo sucumbe ahogado en mar de chismerío, ah sí, y el plomizo, el aburrido, el insoportable servicio de estadio los domingos, después la evaluación de gacetillas y libelos y publicaciones varias sospechosas cuando los jefastros comprendieron mi preclara inteligencia, qué letra cuatro posiciones más adelante de la M, la Q mi Condottiero, que capo sos!, cómo se deletrea vihuela, con jashe intermedia mi Oberführer, y por qué así de caprichante tal ortographia, nduikuaai che uru pero ansi ha de ser porque ansi se ordena!, nde letrado voi ra’e, pero en verdad no pesan en mi ánimo tales abyecciones de mi persona porque aquesta es claramente distinguible de mi espíritu a través del cual hablan cultísimos señores que se apoderan de mi lengua…

(Fragmento de Historia(s) de Babel, Asunción, Felicita Cartonera, 2009.)

Cristino Bogado: «Nunca estuvimos ahí»

Nunca estuvimos ahí en el sitio de Leningrado en Auschwitz en Vineland en Cerro Corá junto al Mariscal una parasanga de infinitud apenas temblamos un instante de nada nunca fuimos qué tembló ahí qué padeció aquí estos libros fueron rabiosamente marcados escoriados por unas manos ansiosas en su curiosidad universal amaba la eternidad desde ab ovo alguien oyó esos casetes que ahora ofrecen los domingos en Palma el mercado de pulgas de una panda de chicos agitanados levemente escorados hacia el hipismo zurdo nunca estuvimos en The Cavern ni en 1977 en Manchester para oír a los Pistols y depois fundar a melhor banda do Paraguay pospunkie Edgar Pou faziendo reseñas a lo Pepe Escobar gran chan-ta da NME subtropical de entonces nunca seremos menos ke polvo más ke partículas en ductos temporales entró-pikos ese bajo profundo bate el chocolate de mia melan kolie golpea allí fuerte asyko hina pe asunto yes duele lo ligero de la existencia sin lugar a dudas suena en tu oído The Smiths esos putos brama alguien sí pero que bello suena la sexualidad de la músika es tan ambigua como la perspectiva de CNN sobre el ex cura Lugo sí some girls are bigger others una parasanga de no pasarán la barrera del tiempo mortal los enfermos no de trisomie 21 de (a)mort que incuba en kubas aisladas de others mundos habitados por no parasangas de nada no nunca estuvimos fuimos más ke pó de guaraná de la conciencia dormilona keranã nunca bailamos pogo con tu chika’í porãité never more hubo jeroky paguasu con tu yiyi embotada enfundada con pantalones de algodón ajustados a su silueta de púber eterna de kien morirá muito joven garzoneta reité pechitos de niña mirí cabeza de barbie ultrajada escupida salpicada penetrada por los ciento un falos de la vitalité de la naturaleza akarangue pintados de color zanahoria la cara pikada de viruelas de esos piercing iniciátikos ke no kiere jamais despertar ni acordar solo buskamos un acomodo en el colchón del tiempo para coucher yiyis soñar un kaos elegante a lo Julian Cope Nunca nadie nos vió allí donde pasó la historia.

(Fragmento de «La no-vela del día depois de mi (a)mort», del libro Perro Prole, Buenos Aires, Barco Borracho, 2008.)

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