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Nuestro país, pese a lo limitado de sus dimensiones geográfica y demográfica, a los escasos recursos económicos con los que se desenvuelven sus artistas y a que estos, muchas veces, con la horrible tristeza de lo inevitable, se ven obligados a cruzar sus fronteras y llevar sus ingenios a otras latitudes, ha dado al mundo obras de excepcional calidad y originalidad.
Los mejores de ellos, Agustín Pío Barrios, José A. Flores, Félix Pérez Cardozo, Herminio Giménez y cientos más, han muerto lejos después de dar los mejores años de su vida para levantar la bandera del folclor paraguayo en sitios extraños, y la mayoría sigue sin alcanzar siquiera el reconocimiento mínimo de ser nombrados cuando suena su creación. Y si hasta hoy están «muertos» es porque nosotros, generación tras generación, seguimos sin hacer lo que corresponde para restituir los derechos que se han ganado.
La polca paraguaya Pájaro Campana, sin duda el más universal de todos esos aportes, es un ejemplo. Sabemos que el arpista Félix Pérez Cardozo fue quien le dio alas, quien le insufló una energía briosa y pujante que la hizo volar más allá de los altos ramajes de los montes del Yvytyrusu. Pero cuando fue honestamente a registrarla para llevarla al disco, ante la negativa de quien se decía su inicial creador a figurar como autor, la registró como «arreglo de un motivo popular».
De este emblemático tema, originalmente para guitarra, el arpista Pablito Morel, fallecido en mayo del 2013 en su pueblo natal, Y’aty, después de residir y trabajar muchos años en Europa, especialmente en Suiza y Bélgica, tenía las primeras grabaciones en arpa realizadas por Pérez Cardozo, y comentaba así su evolución: «Félix hizo tres grabaciones de Pájaro Campana. La primera no tenía introducción; (imitando al pájaro), comenzaba directamente de la primera parte; tampoco tenía las “bordonas”, chequeé la grabación y vi que esa primera grabación estaba en La mayor. Eso se debía a que en esa grabación su arpa tenía solamente 32 cuerdas. Eso era entendible, pues la nota La sería la fundamental y la última cuerda en Mi su dominante. La segunda grabación ya tenía la introducción, pero no tenía todavía el bordoneo con el pulgar; esa parte lo hacía en octavas (sin bordoneo del pulgar, pero ya dibujando la parte de los bajos). La tercera grabación, sí, ya estaba completa, como se conoce en la actualidad. Esos cambios son comunes en los compositores, el autor va cambiando sus arreglos, quitando o agregando algunas partes, hay composiciones que tardan más de 10 años para perfeccionarse».
Como se sabe, el Pájaro Campana es una polca onomatopéyica, imitación del canto de una avecilla llamada también guyrapú, cuyo trinar sirvió de inspiración al músico, que, en un momento de elevación espiritual, lo aprisionó para llevarlo a las cuerdas de su instrumento. Mucho se ha hablado de su o sus creadores originales. Unos dicen que quien tomó las primeras anotaciones fue Carlos Talavera, otros que fue Eloy Martin Pérez y otros que fue Ampelio Villalba. Tras años de investigación, desechando las fuentes orales a cuya consulta los «investigadores» paraguayos somos muy propensos, encontramos que quien se presenta con más solidez para estar en conjunción de mérito con don Félix Pérez Cardozo es don Ampelio Villalba.
Diosnel Chase, quien formó con Ampelio el Trío de Pérez Cardozo, documentalmente es de los primeros en afirmar de manera rotunda que fue su compañero quien le pasó al arpista los primeros acordes de esta polca. Gumercindo Ayala Aquino, Sila Godoy, Julián Rejala y muchos otros avalaron lo dicho por don Diosnel, pero lo concluyente es la Declaración Notarial número 295 hecha el 31 de diciembre del año 1959 por don Silvio Codas Papaluca, Juana Bautista Ocampos de Berkholtz, Rogelio Mancuello y dos testigos, todos ciudadanos honorables de Villarrica, ante el escribano Ernesto H. Alderete, y, luego, la ratificación de don Pedro Guggiari ante escribano –Folio 296– de lo afirmado por los antes nombrados.
Copias de las citadas declaraciones notariales, con membrete de la Corte Suprema de Justicia, autenticadas por la escribana Mabel Fridmann, obran en nuestro poder; el texto, resumidamente, dice: «en homenaje a la verdad y haciendo justicia con un artista de talento, el desaparecido Ampelio Villalba, declaran que la composición musical “Guyra Campana” fue compuesta y ejecutada por primera vez en esta ciudad por el nombrado Ampelio Villalba en el año 1914, aproximadamente. Que la música la creó componiendo un arreglo para guitarra a raíz de una experiencia en la Estancia de don Pedro Guggiari, donde Villalba escuchó el trino de una avecilla del mismo nombre y quedó cautivado por el mismo…». Siguen firmas.
Ese mismo día, el escribano Alderete se apersonó en el domicilio del mencionado estanciero –según el texto, entonces ubicado en la esquina de las calles Mariscal Estigarribia y Coronel Bogado de la ciudad de Villa Rica del Espíritu Santo– a fin de dar fe de las afirmaciones realizadas por los señores Codas, Ocampos y otros. Don Pedro Guggiari, de 80 años de edad, dio su testimonio de que fueron asentadas por el escribano en el Acta Nº 296 en los siguientes términos: «Que, con motivo de un paseo a su establecimiento ganadero en donde, entre otras personas, también participó el malogrado artista paraguayo Ampelio Villalba. Que este escuchó en los montes vecinos el trino de un ave denominada Guyrá Campana o Guyrapú y enseguida se puso a reproducir con los sonidos de las cuerdas de su guitarra el que, después de perfeccionamiento, logró constituir la pieza musical conocida con el nombre de “Guyrá Campana”. Que esos hechos se produjeron allá por el año 1914. Que, en honor a la verdad y como homenaje al eximio artista, hizo esas declaraciones sin el deseo de menoscabar la fama y merecimiento de ningún otro artista paraguayo».
En aquella oportunidad firmaron el Acta como testigos Ramón Mieres y Marcelino Silva.
Se dice que Félix Pérez Cardozo, antes de grabar la canción, fue a la Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música (Sadaic) con don Ampelio para registrar la obra y que le dijo en guaraní: «Ampelio, nde efirma vaerã kóvare. Oje’e ningo nde ejapohague péa» («Ampelio, debes firmar por este, se dice que vos compusiste esta polca»). Y que don Ampelio, seguramente contenido por los cambios que su compañero realizó para el arpa, se negó, diciendo que el autor era el ave, nadie más. Y que entonces Pérez Cardozo la registró como «motivo popular», «arreglo» de Pérez Cardozo. Eran así de grandes nuestros artistas, tanto que no esperaban fama ni fortuna: les bastaba saber que su arte estaba ayudando a fortalecer, a engrandecer el Paraguay espiritual y que la bandera del folclor paraguayo tomaba vuelo de su oscura mediterraneidad para agigantarse ante los ojos de las demás naciones del mundo.
Si en un momento de la historia, honorables ciudadanos, despojados de intereses, en nombre de la verdad y la justicia, se tomaron la molestia de asentar sus testimonios ante la ley, fue porque entendían que una de las retribuciones al artista creador es prestarle luz cuando la sombra de la injusticia amenaza su derecho. Y cuando se realiza un acto de esta naturaleza, sin ningún afán de lucro, compromete toda la conciencia humana.
«Honor», «verdad», «justicia»… Suponemos que los hombres y mujeres que tomaron la iniciativa de acudir ante un escribano meditaron sobre las acepciones de esas formidables palabras. Por todo ello, don Ampelio Villalba merece estar junto a Pérez Cardozo, en conjunción de mérito creador, en el concierto celestial, interpretando el Pájaro Campana frente a los ángeles y los dioses, frente a Apolo, Dioniso y Santa Cecilia. En cuanto a nosotros, con este artista que atravesó las más amargas dificultades, nuestras deudas ya son impagables.
Nota
Ampelio Villalba (Caazapá, Paraguay, 1890 - Buenos Aires, Argentina, 1937) está considerado como uno de los más sutiles ejecutantes de guitarra paraguayos y tiene registradas las composiciones Tres valses para piano, las canciones Juana de Lara, María Luisa, Elenita, Hermelinda, La carreta, Ñandutí, 29 de marzo, Pensamiento mío, Todo está perdido, las marchas Ariel Club y Hacia la cumbre y varios tangos.