Los decretos del silencio

Acaba de aparecer la cuarta novela de Santiago Caballero, escrita durante las cuarentenas de la pandemia del 2020 y el 2021, un presente que remite al autor a otros encierros (bajo la persecución de la dictadura estronista) y a otras muertes (los asesinatos de Joelito Filártiga, Mario Schaerer y varios más) del pasado, vividos en la década de 1970, como nos explica el sociólogo Roberto Céspedes en este artículo.

Los decretos del silencio
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Esta novela contiene memorias y su cuota de ficción, que hacen a dos tiempos, el presente de la pandemia y el pasado de la década de 1970. Es un flash-back, del presente retrocede al pasado. El eje articulador de ambos momentos es el encierro, de hoy y de ayer. Este vínculo es el acierto del autor; como se diría en términos clásicos: imaginatio facit casum, la imaginación crea el caso o evento.

Si bien el presente es el punto de partida, realmente es una excusa para rememorar, con las licencias de la vivencia personal y la literatura, parte de la década de los 70 en Asunción y así también reflejar el Paraguay de entonces. El período 1973-1981 es el período de «las vacas gordas», con la construcción de Itaipú, la expansión de la agricultura empresarial, las inversiones increíbles para los estándares de entonces e inclusive de hoy. Fue una época de bonanza, no para todas las personas porque también es el inicio de la alta valorización de la tierra rural y la expulsión de campesinos; de crecimiento de determinados sectores medios y también de castigo a otros. En fin, se trata de factores que dieron más legitimidad material al régimen de entonces, un prolongado autoritarismo que abarcaría más de una generación. Pero también los 70 son época de cambios en la región del Cono Sur y de rebeliones y luchas sociales y violentas y del Plan Cóndor de intercambio de información y prisioneros entre los regímenes autoritarios de entonces. Paraguay no es una isla en estos procesos, ni tampoco está en el centro dinámico de los acontecimientos sociopolíticos regionales.

Carlos Arestivo escribe el prólogo de la novela. Del autor, le anteceden la dedicatoria y partes de discursos o poemas. Le sigue un preámbulo. Son siete capítulos y un glosario de expresiones en guaraní y jopara (o mezcla de español y guaraní). Me atrevería a decir que consta de tres partes. Los primeros cuatro capítulos se refieren a personas: JC (Juan Carlos Da Costa), Víspera en Sajonia (el crimen de Joelito Filártiga), Mario (Schaerer), Mami. Gente comprometida con el cambio o que vive el cambio de una u otra forma, hasta el límite de arriesgar sus vidas y de que en dos casos el régimen se las arrebate en la atrocidad de la tortura. Es la década de los 70 y comprende a tres varones y una mujer.

El capítulo 5, ¡Don! ¡Don!, hace de tránsito para presentarnos una anécdota de ayer que tiene vigencia hoy, cuando una señora, esposa de un militar, pide ayuda a un «letrado» u hombre de letras para comprender una situación en la que apela a una religiosidad ritual mientras disfruta de su bienestar ignorando al entorno inmediato y al mundo externo. En cualquier caso, se trata de buscar algún perdón o de creer que se lo alcanzará con más rituales, donde tampoco está ausente algún cálculo.

Los dos últimos capítulos son el retorno al hoy, la reflexión final; esto es, Por los sepulcros de los reinos y Desde el día de la ira. Aquí están presentes temas claves del autor como la religión, las actitudes de la Iglesia católica en sus diversas expresiones, las vivencias cotidianas y las reflexiones que emanan de los sustratos reales y profundos de esas culturas. El capítulo final contiene un largo poema-espejo del autor. Termina así: «Los valles, las calles, las casas en silencio / Ya no doblan a muerto las campanas / Las pocas que no viraron en cañón cristiano (guerra de la Triple alianza) / Alguien grita el postrer / consuelo a los que quedan: / sólo los muertos entierran a los muertos» (cita bíblica, Mateo 8, 22).

Después de la lectura, y conociendo al autor, uno deja de llamarla «novela», aunque algunas personas así la entenderán, y se enfrenta a las memorias de Santiago, a las que se suman las licencias de la literatura. ¿Qué me queda? Para mí, es una película. Comienza hoy y retorna al pasado, muestra el vínculo entre el hoy y el ayer: el aislamiento. Pero el de ayer lo imponía el régimen político autoritario, y el de hoy, la peste. Es un zoom en la Asunción de los 70, de un cambio de época, de un cambio que hace en gran parte a la Asunción y la región metropolitana que hoy vivimos. Pero también es un gradual retorno al presente con el catolicismo ritual y la siempre vigente búsqueda de reflexión y de una sociedad mejor.

Esta es la cuarta novela-memoria de Santiago Caballero. Las anteriores son Sagrario (2009), Dolores (2018) y Escrito en la arena (2019). Realmente, el autor ha disimulado sus memorias mezclándolas con la ficción y produciendo novelas donde ya tampoco importa en dónde acaba la historia real que se mezcla con lo después recordado y luego escrito con las licencias de la ficción. Estas son narraciones verosímiles y también verdaderas, por decirlo de algún modo. Como son muchas vidas en cada novela, no puedo evitar recordar esa reflexión de Umberto Eco (1932-2016) cuando señalaba: «El que no lee, a los 70 años habrá vivido solo una vida. Quien lee, habrá vivido 5.000 años. La lectura es una inmortalidad hacia atrás». En otro texto previo, lo explicó así: «Leer alarga la vida. Quien no lee sólo tiene una vida y, se los aseguro, es poquísimo. En cambio, nosotros, cuando muramos, recordaremos haber atravesado el Rubicón con César, combatido en Waterloo con Napoleón, viajado con Gulliver y encontrado enanos y gigantes. Una pequeña compensación por la falta de inmortalidad».

Debo decir que esta novela la terminé rápidamente, que presentarla me permitió descubrir nuevas cosas y lugares y recuerdos, y, finalmente, que una novela o unas memorias también son caminos para comprender nuestro presente, porque tenemos el pulso de lo ocurrido, las sensaciones de lo vivido y las esperanzas de ese tiempo.

Santiago Caballero

Los decretos del silencio

Asunción, 2021

127 pp.

cespedes@rieder.net.py

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