¿El amor es “Azul”?

La fusión de los lenguajes teatral y cinematográfico en un interesante ensamble que permite que se potencien mutuamente es uno de los aspectos que destaca el maestro Agustín Núñez en “Azul”, una creación colectiva de Mario González Martí, Diro Romero y Diego Mongelós, dirigida por Ricardo Alves Jr.

“Azul” logra integrar eficazmente el lenguaje teatral y el lenguaje audiovisual
“Azul” logra integrar eficazmente el lenguaje teatral y el lenguaje audiovisualGENTILEZA

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Amor: una palabra formada por solo cuatro letras y con una cantidad virtualmente infinita de interpretaciones. La Real Academia de la Lengua Española inclusive lo divide según las formas en las que se da y entre quiénes se da. Creo que todos coincidimos en que tiene que ver con un sentimiento, un impulso, una atracción. Ahora, si nos autoanalizamos, ¿alguna vez se repite ese sentimiento que llamamos «amor»? Siempre aparece de diferentes formas, acordes a una serie de variables, desde las personas involucradas hasta nuestro estado interior, pasando por las circunstancias, el entorno, la edad, las diferentes experiencias, los modelos heredados y los nuevos, que no acaban de sorprendernos, además de muchos otros factores que pueden jugar coyunturalmente para que fluya. Deduzco que hay tantas formas de amar como personas en el mundo. ¿Por qué entonces nos esforzamos en definirlo y en clasificarlo? Porque es la tendencia del ser humano, definirlo y encasillarlo todo. El alcance de esa palabra es inmenso y, aunque nos cueste admitirlo, es el móvil que muchas veces nos impulsa a seguir, empezando por el amor a uno mismo. En 1967, la cantante griega Vicky Leandros hasta le puso un color y lo lanzó en una canción para el disfrute de millones de seguidores en el mundo («El amor es azul»). Y que toda esta introducción nos sirva para adentrarnos en un espectáculo teatral con características muy específicas, Azul, actualmente en cartelera en Asunción, armado en base a una idea de Mario González Martí y escrito y actuado por Diro Romero, Diego Mongelós y Mario González Martí, luego de varios meses de ensayos y laboratorio.

Sobre la obra

Ricardo Alves Jr. es el director de “Azul”.
Ricardo Alves Jr. es el director de “Azul”.

“Azul” nos presenta a una pareja de muchachos conformada por Beto (Mario González Martí) y Aldo (Diego Mongelós), que conviven desde hace seis años, en un momento en el cual la tendencia entre ellos es la monotonía de una vida compartida sin expectativas comunes. Es entonces cuando aparece César (Diro Romero), radicado actualmente en España, que viene a pasar dos días en Asunción para tramitar unos documentos. César ha tenido una relación intensa y pasajera con Aldo antes de partir a la búsqueda de nuevos horizontes, empujado en parte por sus ansias de proyectarse en el mundo, y amortiguando así el rechazo de su familia por su condición homosexual. En ese breve paso por la capital, Aldo lo invita a quedarse en el apartamento sin antes comunicárselo a Beto. César, además, tiene planeado ir unos días a Encarnación a visitar a sus padres para tratar de sanar la relación entre ellos. A partir de su llegada, se va dando entre los tres un juego extraño de aceptación y rechazo, de curiosidad y desconfianza.

Dicen que los temas a tratarse en la literatura y en la escena son escasos, y que todo ya fue hecho y escrito. Ya en varios cuentos de García Márquez aparece el motivo del visitante inesperado que llega a un grupo, lo trasforma y se marcha («Un señor muy viejo con unas alas enormes», «El ahogado más hermoso del mundo», entre otros). En cine, en 1968 Pasolini nos presentó su polémica película Teorema, en la que un joven y bello huésped (Terence Stamp) llega a alojarse en el seno de una familia acomodada. En ese tiempo, entra en contacto sexual con cada uno de sus miembros. Llegado el plazo, se marcha, dejando marcada fuertemente la vida de cada uno de ellos. Unos sucumben. Otros, en cambio, se santifican.

La primera obra de teatro que prescinde de la palabra montada en Paraguay fue Amar go, estrenada en 1994. Su trama gira en torno al mito de la llamada «hospitalidad paraguaya». Un marinero joven y desconocido llega a un sitio habitado por cuatro personas que están a la espera de alguien que rompa la monotonía de sus vidas. De distintas formas, el marinero entra en contacto con cada una de ellas. Luego, suena el pito de su barco y se marcha. Dos de las cuatro personas vuelven, impávidas, a su posición inicial, a seguir esperando. Otro se suicida, y la joven se purifica con el agua con la que él se ha bañado.

Entonces, si todo ya fue contado y hecho, ¿qué nos queda por hacer? Tomar lo ya hecho, transformarlo, combinarlo, recrearlo, enmarcarlo una lectura actual, vigente, en un lenguaje contemporáneo. Y es allí donde radica la importancia de Azul en el teatro nacional. La estructura dramática de la obra atrapa la atención desde el inicio. Los parlamentos están elaborados cuidadosamente, sin que sobren ni falten palabras o expresiones. Gracias a su acertado uso, los silencios están cargados de contenido. La construcción física y psicológica de los personajes es de una impresionante calidad y de un naturalismo a contramano de la teatralidad exagerada que se enseñaba en las escuelas hasta hace apenas unos años (y en algunas hasta hoy). Las palabras y situaciones fluyen sin el menor esfuerzo aparente. Aquí, «todo es como es». La comida es de verdad. El café despide vaho y aroma. Las caricias y los besos están cargados de intensa pasión. Es interesante el modo en que se cuenta la otra parte de la historia, la virtual, insertando escenas captadas con una cámara y proyectadas en una gran pantalla: es otro código, cuya articulación, en lugar de crear conflicto, agrega un extraño disfrute.

Sobre los personajes

Otro acierto de esta obra es el perfil elaborado en la construcción de cada personaje y el desarrollo que se va dando al cambiar las circunstancias. Beto es un joven obsesionado con el orden y con un don especial para la cocina. Es muy dependiente de Aldo pero mantiene un sentido crítico sobre él. Preso de un trabajo familiar que detesta, sueña con liberarse del mismo teniendo su propio restaurante. Aldo es un arquitecto joven, dedicado y eficiente, ocupado en su proyección profesional y muy acomodado al bienestar proporcionado por Beto, ya experimentado en la vida gay. César es el prototipo de un gran sector joven actual. Agradable, seductor nato, egoísta, seguro y de sentimientos planos. Libre de compromisos, disfruta del aquí y ahora.

Sobre la puesta en escena

Para la dirección de Azul se convocó al director brasileño de teatro y cine Ricardo Alves Jr, que en una ocasión anterior (Cine Splendid, 2018) ya había dirigido a Romero y Mongelós. Ahora se suma al elenco González Martí.

La acción se desarrolla en el apartamento, que al mismo tiempo es un estudio de cine donde un equipo de filmación va filmando, proyectando en vivo en una gran pantalla, narrando en forma audiovisual la historia, mientras sucede. Ricardo Alves ha sabido aprovechar el gran espacio escénico que brinda el Pasaje Molas dividiéndolo en microambientes, dos de ellos (sala y comedor) cercanos al público, minimalistas y teatrales. Al fondo y al costado, ya dentro de una concepción de sets de cine, adecuó un espacio para cocina, otro para baño y un tercero para dormitorio. Los sets están meticulosamente armados considerando lo que abarcará la cámara y dejando visiblemente despojado lo demás. En todos estos detalles ya vamos viendo la fusión de los lenguajes teatral y cinematográfico, logrando una extraña y agradable articulación de disciplinas. Este tipo de integración se viene intentando desde hace décadas, siendo pocos los resultados felices. En este caso sí apreciamos un interesante ensamble en el que se potencian mutuamente.

Nada está filmado con anterioridad. Todo lo que vemos está captado en el mismo instante y proyectado en una gran pantalla, sin que con eso se anulen los espacios teatrales. En varias ocasiones incluso se ven escenas simultáneas. La imagen audiovisual consigue mostrarnos la calidad y el valor hasta de los más pequeños gestos, mientras que la presencia teatral nos transmite la energía de la comunicación vivencial. Se asume, así, la permanente presencia en escena del camarógrafo, el sonidista, el iluminador, el utilero y el claquetero sin que esa presencia interfiera en la acción, dada la fuerte concentración existente entre los actores, y también gracias a la calidad actoral.

Los ensayos se realizaron durante meses en forma virtual hasta la inclusión presencial del director en las últimas semanas. Otro aporte que es resultado de la pandemia: debido a esa larga experiencia de laboratorio, esta historia, en apariencia simple, se vuelve compleja y rica, apoyada en una excelente dramaturgia. La dirección de arte enmarca adecuadamente la obra.

Después de una hora, luego de pasar por diferentes estados, desde la risa hasta las lágrimas, llegamos al final. Quedamos tocados, emocionados, reflexionando, una vez más, sobre el amor, sobre sus infinitas versiones y colores. Y preguntándonos, de nuevo, ¿de qué color es el amor?

*Azul sigue en cartelera hoy, domingo 26 de setiembre, en doble función: a las 19:00 y a las 21:00 horas, en el Galpón del Pasaje Molas, sito entre Cerro Corá y 25 de Mayo, Asunción. Reservas e informes: 0982 839489 (WhatsApp).

arcangel134@yahoo.com

Dramaturgo y director de teatro, cine y televisión.

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