La década prodigiosa de Lovat Fraser

En el centenario de su fallecimiento, recordamos al exquisito y prolífico artista inglés Claud Lovat Fraser (Londres, 1890-Dymchurch, 1921), «el último de los dandis».

Claud Lovat Fraser: tarjeta de felicitación navideña con poema de George Wither, impresa en Londres por Lund, Humphries and Co., 1921.
Claud Lovat Fraser: tarjeta de felicitación navideña con poema de George Wither, impresa en Londres por Lund, Humphries and Co., 1921.gentileza

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Desde 1911, cuando abandonó la pasantía en el estudio jurídico de su padre para dedicarse al arte, hasta 1921, cuando murió a la temprana edad de 31 años, Claud Lovat Fraser vivió una década prodigiosa. Lo bautizaron como Lovat Claud y él invirtió por eufonía el orden de sus nombres, pero todos lo llamaban sencillamente Lovat.

En la National Portrait Gallery de Londres se conservan dos retratos de Lovat Fraser. Los separa una distancia física y espiritual que supera extrañamente el poco tiempo cronológico que pudo mediar entre el primero y el segundo. El más antiguo –una impresión fotográfica de gelatina de plata de 1913 (1)– nos muestra el suave rostro de un joven apuesto de labios entreabiertos y mirada brillante; en el siguiente –una litografía de 1922 (2)– vemos a un hombre aparentemente entrado en edad, corpulento, de pesados párpados y cansados ojos y con cierto vago pero inequívoco aire de mala salud, que melancólicamente aspira –siempre amante, al fin y al cabo, de la belleza– a una perdida elegancia.

Claud Lovat Fraser retratado por Marion Neilson en 1913, impresión fotográfica de gelatina de plata, National Portrait Gallery, Londres.
Claud Lovat Fraser retratado por Marion Neilson en 1913, impresión fotográfica de gelatina de plata, National Portrait Gallery, Londres.

«El último de los dandis» fue el título que le dio a nuestro artista el crítico Haldane Macfall en El libro de Lovat (The Book of Lovat, de 1923): «Su agudo sentido del humor –escribió Macfall en aquellas páginas– le advirtió desde el comienzo que su robustez, su estatura, su pesada silueta no encajaban bien con la esbelta distinción de las pelucas empolvadas, los abrigos de brocado, las medias hasta las rodillas, y con risueña filosofía se enfrentó ante su honesto espejo con el arte y con el diseño que Dios le había otorgado al inclinarse por los tiempos de la Regencia...» (3).

Pregonados junto con sus otras mercaderías en calles y plazas por buhoneros y vendedores ambulantes de toda laya, existió un floreciente y variopinto género de materiales impresos –almanaques, recopilaciones de leyendas tradicionales y de cuentos para niños, recetarios, tratados de medicina casera, colecciones de poesía (baladas, rimas, canciones, coplas…), folletos religiosos, panfletos políticos…– que fueron golosa y masivamente consumidos en su momento de esplendor, entre los siglos XVI y XVIII, y a los que los ingleses conocen como chapbooks (4) –término que, recurriendo a su pariente más próximo en la cultura popular española de la misma época, podríamos traducir como «pliegos de cordel»–.

Claud Lovat Fraser, litografía de Powys Evans, 1922, National Portrait Gallery, Londres.
Claud Lovat Fraser, litografía de Powys Evans, 1922, National Portrait Gallery, Londres.

Era «la lectura de los pobres» –the poor person’s reading material (5)–, barata, toscamente impresa en papel de mala calidad e ilustrada con rústicos grabados en madera. Siguiendo esa tradición y renovándola a su manera, Lovat creó en 1913, con el periodista Holbrook Jackson y el poeta Ralph Hodgson, el pequeño sello editorial The Sign of the Flying Fame, que se dedicó a producir hermosas ediciones limitadas de plaquetas de poesía y chapbooks. Que, si bien ricamente ilustradas, de original y cuidado diseño, y muchas veces coloreadas a mano, fueron ofrecidas a precios módicos con el propósito de que resultaran accesibles para el mayor número posible de personas. Después de la Primera Guerra Mundial, solían venderse en la célebre librería del poeta Harold Monro, en el número 35 de la londinense Devonshire Street (6).

Lovat produjo además numerosos y maravillosos diseños, dibujos e ilustraciones para otros sellos editores, como Curwen Press, y para libros de varios autores, y programas y afiches de obras teatrales y óperas, y tarjetas de felicitación navideñas y de cuantas fechas festivas se han podido inventar, ex libris y papelería en general para clientes particulares, e incluso carteles y anuncios publicitarios para marcas comerciales (como sus famosos dibujos para la Sal de Frutas Eno). El amor encendió la mitad de su última y prodigiosa década desde agosto de 1916, cuando la actriz estadounidense Grace Inez Crawford y «el último de los dandis» se enamoraron a primera vista. Contrajeron matrimonio algunos meses más tarde, en febrero de 1917. Y cinco años después de su encuentro, en 1921, hace ahora un siglo, la corta vida del artista Claud Lovat Fraser llegó a su fin un día de vacaciones en el pueblo costero de Dymchurch, bajo el joven sol de mediados de junio. Comenzaba el verano. Ars longa, vita brevis.

Notas

(1) El retrato de 1913 es obra de Marion Neilson.

(2) La litografía es obra de Powys Evans.

(3) Haldane Macfall: The Book of Lovat, Londres, J. M. Dent & Sons, 1923, 183 pp.

(4) El término chapbooks –derivado de chapman, buhonero, vendedor ambulante– es un invento tardío, acuñado por bibliófilos en la primera mitad del siglo XIX.

(5) Anette Hagan: «Chapbooks: the poor person’s reading material», Europeana, agosto del 2019. Disponible en línea: https://www.europeana.eu/es/blog/chapbooks-the-poor-persons-reading-material.

(6) Nos referimos, naturalmente, a The Poetry Bookshop, que funcionó desde 1913 en el número 35 de Devonshire Street (hoy Boswell Street), en el barrio de Bloomsbury.

(Traducción al español de todos los textos en inglés citados en este artículo: Julián Sorel)

juliansorel20@gmail.com

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