Don Quijote de Guarania

Hace hoy un mes, el 20 de noviembre, se cumplió otro aniversario de nacimiento del poeta bilingüe, estudioso de la lengua guaraní y militante comunista Félix Giménez Gómez, «don Félix de Guarania».

El poeta Félix Giménez Gómez (1924-2011), don «Félix de Guarania».
El poeta Félix Giménez Gómez (1924-2011), don «Félix de Guarania».Archivo, ABC Color

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Félix Giménez Gómez nació en la ciudad de Paraguarí el 20 de noviembre de 1924 y murió a los ochenta y seis años de edad en Lambaré, el 14 de marzo del 2011. Fue apresado por primera vez en 1941 después de dar un discurso a sus compañeros del colegio de su ciudad natal. Pero ¿quién no conoce la vida de don Félix de Guarania? Nieto, por el lado materno, de dos abuelos mbyá, fue uno de los principales estudiosos de la lengua guaraní y escribió cerca de noventa libros, entre ellos poemarios, obras de teatro, biografías, estudios, ensayos y diccionarios bilingües, además de versiones en guaraní de obras clásicas de la literatura universal. Pero antes de eso, don Félix de Guarania tuvo que abandonar la universidad tres veces: empezó tres carreras –Medicina, Derecho y Letras, en ese orden– y las vio truncarse una tras otra.

La primera vez fue cuando ingresó en 1944 a la Facultad de Medicina pero no pudo seguir los estudios porque, debido al contenido de su obra de teatro Mboriahu Rekove, fue llevado por la dictadura del general Higinio Morínigo al campo de concentración de prisioneros políticos Puesto Muñeca, en el Chaco, para ser desterrado luego a diversas poblaciones del interior del país, la última de las cuales fue Ybytymí.

La segunda vez fue cuando volvió a la capital luego de la apertura democrática de junio de 1946 y se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Asunción, pero los sucesos del 13 de enero de 1947 condujeron a Paraguay a la guerra civil y el joven Félix Giménez pasó casi dos años en la cárcel: salió en libertad a principios de 1949.

La tercera vez fue en 1960, cuando comenzó la carrera de Letras en la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional, pero la dictadura de Stroessner lo envió al exilio antes de poder terminarla, en 1963, con lo cual abandonó los estudios formales definitivamente.

Sin embargo, don Félix estudió durante toda su vida. Y enseñó durante toda su vida. Y también –a pesar de que, como él mismo señala en su ensayo «Acerca del grafismo de la lengua guaraní» (2001): «No conocemos la escritura de los guaraníes, ni siquiera sabemos si escribían»–, don Félix también escribió mucho, en español y en guaraní, durante toda su larga vida. Una vida que, desde principios de la década de 1960 hasta fines de la década de 1980, transcurrió lejos de Paraguay. Porque, a partir de 1963, después de ver truncado su tercer intento de carrera universitaria, don Félix de Guarania vivió en muchos lugares del mundo, en ciudades como Buenos Aires, La Habana o Moscú –allí trabajó en una editorial y en el Departamento de América Latina de la Radio Paz y Progreso, donde conducía un programa en guaraní, abierto siempre con la introducción musical de Gallito cantor, de José Asunción Flores, e impartió, para el claustro de profesores de la Facultad de Filología de la Universidad Patrice Lumumba, el curso «Orígenes y leyes del lenguaje aplicados al idioma guaraní», basado en el libro homónimo, publicado por primera vez en Buenos Aires en 1916, del célebre lingüista correntino Tiburcio Alfredo Martínez (1)–, hasta que luego de conocer tantos lugares, en 1989, derrocado ya Stroessner, regresó a su país y se radicó en Lambaré.

Hace hoy un mes, el pasado 20 de noviembre, se cumplió otro aniversario del nacimiento de don Félix de Guarania. No hubo grandes conmemoraciones. Podría parecer por ello que ya nadie lo recuerda, pero en realidad lo que ocurre es que nadie lo ha olvidado, porque todos creemos verlo aún, como tantas otras veces, subiendo o bajando esforzadamente de algún colectivo con su noble, quijotesca pobreza, tan elegante, o caminando como siempre por las calles asuncenas o lambareñas, risueño y leve como una pandorga, apoyado en su viejo y nudoso bastón, con la larga barba blanca flotando al viento y a veces, en los días de sol más violento, con el gran sombrero de ala ancha presto a ser levantado de inmediato en saludo respetuoso ante cualquiera. ¡El viejo caballero! Dedicado sin ruido ni ambiciones personales a estudiar y escribir solo para mantener viva una lengua. Una lengua que, por paradoja, sabía bien viva, no gracias, sino a pesar de muchos académicos; una lengua que no hacía demasiado tiempo los hablantes aún desarrollaban y enriquecían «sin problemas, sin siquiera darse cuenta» y «sin violencias ni tonterías de sabios ridículos y prepotentes», como escribía don Félix en un artículo concluido, pese al tono severo de esos pasajes, con espíritu bromista, optimista y hasta afectuoso –«Bueno, ipukúma hína he’i ndaje riel hoeréi vaekue. Quiero decirles a los amigos que no se preocupen por meterme en lo que no me importa. Hay mucha tela que cortar, mucho que hablar sobre este asunto…» (2)–. Siempre feliz de cumplir discretamente la generosa tarea que gustoso se había impuesto, siempre digno y humilde, siempre tan perfectamente satisfecho y contento simplemente por verse reconocido y, alzando la mano, poder responder desde lejos, con su voz cascada y alegre y su invariable, universal cortesía, al respetuoso saludo de cualquier transeúnte anónimo:

–¡Buenos días, Don Félix!

–¡Buen día, juventud!

Notas

(1) Dr. Tiburcio Alfredo Martínez (1872-1927): Orígenes y leyes del lenguaje aplicados al idioma guaraní, Buenos Aires, Impenta de Coni Hermanos, 1916, 340 pp.

(2) Félix de Guarania: «¡No disparen contra el guaraní!», Última Hora, 31/10/1988.

montserrat.alvarez@abc.com.py

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