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Hace diez años fallecía monseñor Ismael Rolón, arzobispo de Asunción. En la Universidad de Roma adquirió una esmerada formación intelectual y el conocimiento de las enseñanzas sociales de la Iglesia católica, y las aberraciones del fascismo italiano lo prepararon para su futura labor de obispo con un espíritu crítico de la dictadura que gobernó Paraguay desde 1954 a 1989.
Monseñor Rolón escribe en su diario: «Nací en Caazapá el 24 de enero de 1914. Bendigo a Dios por la familia que me regaló. Conservo aun, a pesar de los largos años pasados, recuerdos muy gratos de mi infancia y niñez, junto a mi abuelita, una santa de rosario y rebenque, porque éramos muchos y cabezudos nietos». En la tranquilidad de la naturaleza caazapeña, en la armonía familiar y el espíritu religioso heredado por los pobladores de la reducción franciscana, el niño Ismael adquirió los valores y rasgos que lo acompañaron a lo largo de su vida y que, en su actuar como obispo, afloraban continuamente: la búsqueda del bien común, el trabajo comunitario, la buena organización, la ética personal y social, el concepto de autoridad como servicio, el dialogo como instrumento: «En casa, nuestro padre dialogaba mucho con nosotros; nunca recurrió a las amenazas ni a los gritos ni a los castigos, si bien era militar. Pero eso sí: era firme en exigir la obediencia y el cumplimiento de los deberes. Me solía insinuar, para el futuro, la carrera de aviador militar y me gustaba. Hasta hoy, me entusiasma el vuelo de los aviones: su majestad, su dominio, su fuerza».
Entró en la escuela del Salesianito en Asunción y terminó el bachillerato en el seminario salesiano en Uruguay. Entre 1935 y 1938 estudió filosofía en la Universidad Gregoriana, dirigida por los jesuitas. Terminados los estudios en Roma con una licenciatura en filosofía, volvió a América. En Córdoba (Argentina) estudió en la facultad de teología y se ordenó sacerdote salesiano el 23 de noviembre de 1941. Luego regresó a Paraguay y fue docente en el Colegio Monseñor Lasagna; ocupó también el cargo de director y párroco de la Iglesia de María Auxiliadora. Fue ordenado obispo de Caacupé en 1966.
En junio de 1969 la visita de Nelson Rockfeller, gobernador del Estado de Nueva York, cuya familia era propietaria de la Standard Oil, compañía considerada instigadora de la Guerra del Chaco, generó un gran revuelo social en Paraguay, movilizando estudiantes, campesinos, obreros y sacerdotes. El día que Rockfeller llegó a Asunción los estudiantes del Colegio Nacional de la Capital cerraron la avenida Eusebio Ayala. Se desató la represión. Al día siguiente adhirieron los estudiantes de ingeniería de la UNA, de la UCA y de los Colegio Goethe y San José, que hicieron una fogata en el cruce de las avenidas España y Brasil. La policía dispensó abundantes cachiporrazos y gases lacrimógenos. Al día siguiente continuaron las protestas a las que adhirieron más colegios y ciudadanos en general. Se llegó a quemar públicamente la bandera de Estados Unidos. Rockfeller estaba haciendo una gira por 23 países para informar al presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, sobre la situación de América Latina.
Tras estos hechos represivos, asesinatos de campesinos y expulsión de sacerdotes, el obispo de Caacupé, Ismael Rolón, el 9 de noviembre de 1969 tomó una decisión que supuso su definitiva ruptura con el totalitarismo stronista: suspender la tradicional procesión mariana nacional de Caacupé del 8 de diciembre. Esto causó revuelo entre la población católica y entre los jerarcas stronistas. Se estableció una tácita alianza entre las fuerzas opuestas al stronismo y monseñor Rolón.
Con la Bula del papa Pablo VI del 16 de junio de 1970 monseñor Rolón fue nombrado arzobispo de Asunción. Tomó posesión del arzobispado el 19 de julio de 1970. ¿Se puede ver en esto un apoyo directo del Vaticano a monseñor Rolón en su postura crítica del gobierno totalitario de Stroessner?
Al asumir el cargo, monseñor Rolón pronunció un discurso del que mencionamos algunos pasajes: «Mi propósito es servir con todo lo que soy y lo que tengo… No pongo mi esperanza en la riqueza ni en los poderes de este mundo. En nuestra misión pastoral confiamos, ante todo, en la Palabra de Dios».
El arzobispo Rolón desde un comienzo apuntó a las necesidades materiales y culturales de la población: «Empeñaremos nuestras fuerzas en lo que nos concierne como pastores, para hacer que nuestros hermanos tengan más pan, mas cultura, más seguridad y gocen de la verdadera paz». Fue un hombre firme en los principios y en la ejecución de sus proyectos, perseverante ante las contrariedades, confiado en la posibilidad de cambio de las personas.
El Consejo de Estado era un organismo establecido en la Carta Política de 1940 y luego en la Constitución Nacional de 1967. Dictaba Decretos con valor de Ley, una mezcla de Legislativo y Ejecutivo, que eran luego puestos a consideración del Legislativo El número 2 del art. 189 de la Constitución del 67 establecía que entre los miembros natos del Consejo debía estar el arzobispo de Asunción.
El flamante arzobispo Rolón, con una carta del 4 de febrero de 1970 dirigida al presidente del Consejo de Estado, arquitecto Tomas Romero Pereira, renunció a ser miembro de dicho Consejo. En dicha carta, entre otras cosas, manifestaba: «Por respeto a mi conciencia de obispo, me permito plantear con franqueza y claridad cuanto sigue: frente a la situación de crecientes abusos y patentes violaciones de los derechos humanos más elementales, se hace muy difícil mi actuación en el Consejo de Estado... Señor Presidente, quiera excusar mi inasistencia a las reuniones del Consejo mientras las reclamaciones básicas que la Iglesia ha hecho llegar al Gobierno no sean objeto de la debida consideración». El arzobispo Rolón fue personalmente a presentar la carta de renuncia al presidente del Consejo de Estado, quien le dijo: «Lo que usted tiene que hacer, monseñor, es dejar esa cruz que cuelga de su cuello y poner en su lugar la hoz y el martillo». Quedó claro que monseñor Rolón era un comunista militante para el régimen stronista.
El 27 de febrero de 1971 llegó a Paraguay el sacerdote uruguayo Uberfil Monzón para una misión con el Departamento de Laicos. Sin ninguna explicación, el padre Monzón fue detenido por la policía, incomunicado y torturado. Luego llegaron del Uruguay el obispo Andrés Rubio y otro sacerdote para averiguar el caso del padre Monzón. Y en el aeropuerto de Asunción fueron salvajemente agredidos por policías. Entonces Rolon escribió al ministro del Interior, Sabino Augusto Montanaro: «Es un incalificable atropello a las más elementales normas jurídicas. Una vez más, quienes deben velar por el respeto y los derechos de la persona humana son precisamente los que conculcan esos principios fundamentales». Y en esa oportunidad monseñor Rolón aplicó al ministro del Interior la gravísima pena de la excomunión, de acuerdo al Derecho Canónico.
La excomunión del ministro del Interior, Sabino Montanaro, y la renuncia al Consejo de Estado ocurrieron en su primer año de arzobispo de Asunción, y fueron para el Gobierno, la feligresía y toda la ciudadanía una señal clara de sus posturas respecto a los temas políticos, económicos y de derechos humanos.
No podemos olvidar en 1984 la protesta de monseñor Rolón por la clausura del diario ABC Color, un grave delito contra la libertad de prensa. Junto a las manifestaciones de muchos ciudadanos, el arzobispo celebró una misa solemne en la catedral con la asistencia de periodistas, funcionarios y del director y dueño del diario, Aldo Zuccolillo. Esa misa logró fortalecer el deseo de libertad en Paraguay y sostener a los que luchaban por derechos y libertades fundamentales. El ritual tuvo, por supuesto, una fuerte carga política y molestó al Gobierno.
En mayo de 1988, el papa Juan Pablo II visitó Paraguay y esto sirvió para hacer conocer al mundo la dictadura del país. De esta histórica visita papal, el presidente de la República y su entorno salieron debilitados, mientras los ciudadanos clamaban por el cambio. En agosto, monseñor Rolón organizó la Marcha del Silencio; fue impresionante: cincuenta mil personas marcharon desde la Iglesia del Beato Roque hasta la plaza de la Catedral, donde el arzobispo Rolón celebró una misa en un altar externo al templo, de cara a la multitud. El pasacalles que encabezaba la marcha decía: «La verdad nos hará libres».
Al finalizar la misa, un grupito de personas empezó a corear: «Libertad, libertad» y «El pueblo unido jamás será vencido». En ese momento, el comisario de policía, Schreiber, lanzó a sus policías con cachiporras pegando salvajemente a los asistentes a la misa. Rolón, con su atuendo de obispo, la mitra en la cabeza y el bastón pastoral en la mano, se lanzó entre la gente para defenderla de los golpes, gritando al comisario que suspendiera, en el nombre de Dios, esa violenta y bochornosa represión.
El 3 de febrero de 1989, Alfredo Stroessner iba al exilio en Brasil. A los pocos meses, monseñor Rolón cumplió 75 años de edad y, conforme a la norma eclesiástica, presentó su renuncia al papa Juan Pablo II y se retiró a la casa salesiana de Ypacaraí, desde donde siguió escribiendo para el diario ABC Color y publicando libros.
Falleció el 8 de junio del 2010 y sus restos mortales reposan en la catedral de Asunción.
Bibliografía
Archivo Arquidiocesano de Asunción: Mons. Ismael Rolón. Vol. 510, sin paginación.
Umberto Eco: Contra el fascismo, Barcelona, Lumen, 2018.
León XIII: Rerum Novarum, Roma, 1891.
Pío XI: Quadragesimo Anno, Roma, 1931.
Louis Necker: Indios guaraní y chamanes franciscanos (1580-1800), Asunción, CEADUC, 1990.
Marciano Toledo González: Diócesis de Caacupé: 40 años, Asunción, Litocolor, 2008.
Secretariado General de la Conferencia Episcopal Paraguaya: Una Iglesia al servicio del hombre, Asunción, 1973.
Ismael Rolón: La palabra de nuestro Pastor, Edición del Arzobispado, 1984.
Ismael Rolón: No hay camino, camino se hace al andar, Asunción, Don Bosco, 1991.
Ismael Rolón: Desde mi oasis. Vol. I, Asunción, Don Bosco, 1997; vol. II, Don Bosco, 1998; vol. III, auspiciado por ABC Color, 1999; vol. IV, Don Bosco, 2003; vol. V, auspiciado por ABC Color, 2004; vol. VI, Asunción, Editorial Continua, 2004.