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Este año se celebra el centenario del nacimiento de la antropóloga y lingüista eslovena Branka Susnik y con esta pequeña reseña de su expedición al Chaco en 1956 queremos rendir un homenaje a su memoria y celebrar que haya elegido a Paraguay como su patria de adopción.
Susnik llegó a Paraguay en 1951 y se dedicó por décadas al estudio etnográfico de las culturas indígenas del país y a la organización técnica y el enriquecimiento de la Colección Etnográfica y Arqueológica del Museo Andrés Barbero. Realizó más de una docena de expediciones científicas entre los diferentes pueblos indígenas del Paraguay
En 1956, a pocos años de llegar al Paraguay, Branka Susnik presentaba su propuesta de una expedición de estudios al norte del Chaco Boreal ante la Sociedad Científica del Paraguay y planteaba explorar una amplia franja a ambos lados de la actual frontera paraguayo-boliviana para el «reconocimiento de las tribus sobrevivientes de la familia de Zamucos que desde tiempos prehistóricos eran dueños de esas tierras» (Archivo Susnik).
El objetivo de su investigación etnográfica estaría centrado en el estudio de las relaciones entre los distintos pueblos Zamuco y la organización social totémica de los Chamacocos:
«Se supone que existen 14 tótemes entre los Chamacocos, llevando nombres de animales: tortuga, tigre, etc. Con la interdicción implícita de no comer carne o usar piel de estos animales y de formar los matrimonios de acuerdo de la concordancia entre los tótemes representativos. Ahora bien, el régimen de estas representaciones matrimoniales es casi completamente desconocido, pero es suponer que algunos se excluyen. La organización social totémica no es muy frecuente en Sudamérica y los Chamacocos nos ofrecen un raro ejemplo» (Archivo Susnik).
Planificar esta primera larga expedición requirió varios meses de arduo trabajo y conllevó numerosos inconvenientes. Se necesitaba conseguir la autorización del Ejército paraguayo y apoyo financiero básico para una expedición de 6 meses, para compra de víveres, carpas, medicamentos, obtención de armas y municiones del ejército. En los Archivos del Museo Andrés Barbero se encuentran numerosas carpetas con cartas de solicitud de apoyo a diversos Ministerios, solicitudes de salvoconductos, peticiones a la Intendencia del Ejército para que provea del apoyo logístico necesario, a la Sociedad Científica para concretar el apoyo económico, etc. Las cartas están escritas por el presidente de la Sociedad Científica del Paraguay de esa época, el doctor Guillermo Tell Bertoni, pero las respuestas que recibía eran, la mayoría de las veces, negativas o poco esperanzadoras.
En esos tiempos de férrea dictadura stronista, era indispensable conseguir el permiso y el apoyo del régimen para cualquier actividad, inclusive, o quizás deberíamos decir sobre todo, las científicas. Guillermo T. Bertoni empleó todas sus dotes diplomáticas para convencer a los militares de las bondades de la expedición y de la capacidad científica de Susnik. Tanto Bertoni como Susnik insistían en la necesidad de emprender la expedición lo antes posible, antes de la llegada de la época seca del verano. En una de las cartas dirigidas al director de Intendencia del Ejército se solicita la provisión de los siguientes elementos:
540 raciones de víveres, 5 bolsas para agua, 5 bolsas para ropa, 3 mosquiteros de lienzo, 3 pares de zapatones, 3 pierneras de cuero o lona, 3 monturas completas y seis frazadas que serán entregadas en préstamo con cargo de devolución (Archivo Susnik).
Luego de meses de negociaciones, el 24 de julio de 1956 el jefe del Gran Cuartel General del Ejército paraguayo otorga a Susnik el permiso para realizar una Expedición Científica y viajar «Por vía fluvial por Puerto Guaraní a Pto. Bahía Negra, luego se internarán por el Chaco Paraguayo tocando Ingavi, Cerro San Miguel y otros puntos del Interior del Chaco. Le acompañan (3) soldados. Tiene permiso para portar armas expedido por el Ministerio del Interior» (Archivo Susnik).
A pesar de esta promesa de acompañamiento militar, la joven investigadora viaja sola en barco al Alto Paraguay el 5 septiembre de 1956 y a los tres meses escribe a Bertoni una carta sobre el estado de la expedición:
«Los animales de transporte son el problema más difícil de la expedición y el más indispensable y todas las promesas del Ministerio en Asunción resultaron lindas palabras, por lo que ruego comunicarse en Asunción con el Comandante de la Armada para que ordene proveernos por lo menos unos animales… tiene que ser una orden, en otro caso acá en el Norte cada vaquero es una autoridad» (Archivo Susnik).
Nuestra autora tomaba notas en pequeñas libretas de campo que se conservan en el Museo Andrés Barbero, donde escribía los datos etnográficos que iba recolectando. Tenía además consigo una grabadora de bolsillo de marca Minifon, con hilos de metal, con la que grabó los mitos Chamacoco, y una máquina fotográfica Réflex, con la que produjo una colección de fotografías sobre ceremonias Zamuco para la colección del Museo.
Sobre su trabajo etnográfico, Susnik escribe:
«Durante bastante tiempo los indígenas Chamacocos me demostraron tanto afecto que me parecía hasta impropio. […] Estuve entre los Tomarxas, en tiempo de una gran sequía, cuando los alimentos escaseaban y abundaban el hambre y las migraciones. Los indígenas Ebitoso me permitieron ingresar en la casa masculina de iniciación, situada en el bosque, a unos 3 kilómetros de la aldea. En esta casa había 8 jóvenes de unos 14 años de edad en compañía de algunos mayores. Vivían alejados de la aldea por algo así como medio año y junto a los mayores se iniciaban en los misterios de la tribu, en las costumbres prácticas y la vida sexual en un periodo de cierto ayuno ya que comen solamente alimentos vegetales. […] Los indígenas chaqueños con su típico comportamiento melancólico en la vida cotidiana, en tiempo de ceremonias sagradas, en torno a la luna nueva, compiten frenéticamente para saber quién aguantará el esfuerzo de toda una noche de rítmico movimiento del cuerpo y quien lo logra es verdaderamente hombre y llevará este título hasta que al tiempo de otra luna nueva aparezca otro “más hombre” que él. El vencedor de estas ceremonias conjuntas siente y vive su propio “yo” en medio de un “nosotros, los que somos”» (Archivo Susnik).
Durante la expedición, Susnik se entera de que un niño indígena ha sido capturado por los militares y realiza gestiones para que este niño sea entregado en custodia provisoria a los misioneros salesianos, sin ningún resultado positivo. Escribe entonces una carta a la Sociedad Científica del Paraguay solicitando que se realicen gestiones para lograr la liberación del niño:
«Para un antropólogo serio, el indio es un miembro de una comunidad definida, viva, real y todas las culturas por más primitivas que sean tienen su personalidad cultural, mental y humana. Cada antropólogo es al mismo tiempo un sincero indigenista, que quizás use pocas palabras altisonantes y vacías, pero habla con hechos y esfuerzos de estudio, me siento realmente consternada ante el hecho de tener que luchar ante tanta indiferencia» (Archivo Susnik).
La sequía de fines de diciembre y la negativa de los militares de proveerle caballos para adentrarse al interior del Chaco hacen que Susnik vuelva a Asunción después de las fiestas de Año Nuevo y Navidad. El 10 de enero de 1957 escribe al ministro de Defensa un informe sobre lo recolectado en esta primera etapa de la expedición:
1. Colección etnográfica de la cultura Chamacoco: 209 objetos
2. Colección arqueológica de cerámica y material lítico Mbayá Caduveo: 368 fragmentos.
3. Colección de grabaciones de leyendas y mitos Chamacoco siendo previamente efectuada la copia de la respectiva cinta: 54 grabaciones.
4. Colección de fotografías, especialmente fotodocumentación de las ceremonias religiosas: 300 f.
5. Respecto al material de estudio etnográfico y lingüístico, hará a su tiempo un informe general de las investigaciones concretas (Archivo Susnik).
Susnik presenta una detallada rendición de cuentas de los fondos que había recibido de la Fundación La Piedad y del Ministerio de Defensa. Algunos de los gastos eran: 5 ampollas de suero antiofídico, un farol, aceite para carpa, 6 blocs de papel carta, pasaje en barco, 5 kilos de azúcar, 4 paquetes de fideos, 10 atados de cigarrillos Póker, 1 lata de aceite de oliva, 2 turrones y 2 pan de navidad, 1 tarro de grasa y un paquete de Quáker. Detalla, además, todos los gastos realizados en la impresión de los resultados de la investigación, tinta, esténcil, cartulina, sueldo del auxiliar, etc.
Como resultado de este trabajo de campo, nuestra autora publica en 1957 sus Estudios Chamacoco. Estructura Social, Vol. I, y Estudios Chamacoco. Mitología, Vol. II, que se convertirían en un clásico de la antropología chaqueña, un aporte científico de incalculable valor.
En sus 45 años en Paraguay, Susnik publicó 81 trabajos, entre libros y artículos escritos en castellano y otros idiomas. Su obra fue fundamental para la antropología paraguaya y sus trabajos dieron cimiento a los estudios etnológicos y etnohistóricos en Paraguay. También fue pionera en el estudio de la etnohistoria del pueblo guaraní en el área platina. A pesar de todos estos aportes, fue marginada como mujer y alejada de ciertos espacios académicos, y, como extranjera, tuvo que elegir áreas de estudio que no fueran amenazantes para el nacionalismo paraguayo y su propia formación científica fue vista con resistencia y casi con desconfianza. Esta marginación sigue vigente en el ambiente académico del Paraguay actual. Aunque se reconocen sus sobrados méritos, son contados los investigadores que han estudiado su obra, pocos los que la leen y menos aún los que la citan.