Literatura y guarania

Este jueves, aniversario de nacimiento del músico José Asunción Flores (Asunción, 27 de agosto de 1904- Buenos Aires, 16 de mayo de 1972), se celebra en Paraguay el Día de la Guarania. En el siguiente artículo, Delfina Acosta expone diversos aportes de importantes escritores a este género musical.

José Asunción Flores (Asunción, 1904-Buenos Aires, 1972).
José Asunción Flores (Asunción, 1904-Buenos Aires, 1972).Archivo, ABC Color

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Se puede seguir el rastro de los aportes de destacados escritores a la guarania, ritmo de cuya aparición en el firmamento musical del país se celebran 75 años.

Si bien la primera guarania escrita, Jejui, ejecutada en 1925, según los estudiosos, no tenía letra, tiempo después el joven e inquieto músico José Asunción Flores creó la melodía de Arribeño resay (Lágrimas de un arribeño), a la cual le puso letra un poeta también joven, Rigoberto Fontao Meza, oriundo de San Pedro de Ycuamandiyú.

El encuentro entre ambos se dio en la salita familiar de Arturo Alsina, anexa a la Farmacia Americana, de su propiedad. Alsina era un destacado escritor, de ideas amplias, atento a las nuevas voces, lo que le generó simpatía entre los intelectuales y poetas. Precisamente esa primera guarania, cantada con versos en castellano y guaraní, estaba dedicada al dueño de casa.

Fontao Meza colaboró con Flores en dos obras más, dejando su impronta en el acervo del nuevo género. Escribió la letra de Ka’aty (Yerbal), que describe las penurias de los mensú, y la primera letra de India, sobre la melodía creada por el músico de la Banda de Policía.

En esa misma época se dio la colaboración del gran poeta guaraní Félix Fernández, quien escribió hacia 1927 Ñasaindýpe (A la luz de la luna). Al estrenarse estas obras en el Teatro Municipal, surgió una polémica porque algunos sectores no admitían la posibilidad del nacimiento de un nuevo ritmo musical de parte de un joven con escasos conocimientos. En esta polémica que, se verificó a través de la prensa, salieron en defensa del músico Facundo Recalde y Hérib Campos Cervera, poetas y periodistas, impulsores de la ruptura con las viejas formas estéticas.

El ruido de la polémica llegó a oídos del destacado poeta Manuel Ortiz Guerrero, quien manifestó a sus amigos, según numerosos testimonios, su gran deseo de conocer al joven artista que daba tanto que hablar.

Así, en 1928, el músico e integrante de la Banda de Policía Darío Gómez Serrato, también destacado poeta guaraní, invitó a Flores para conocer al gran vate guaireño. De esa manera se produjo el encuentro entre ambos creadores y de su simpatía y afinidad surgió una serie de colaboraciones que dieron nuevo impulso al género.

Ortiz Guerrero puso versos a India, y esta nueva versión, homenaje a la mujer indígena y a los pueblos originarios, tuvo gran éxito. Siguió la colaboración entre ambos, pero, en medio de esas labores, Ortiz Guerrero salió a la palestra en defensa de su amigo músico, y en una nota para El Diario, «Que viva el yuyal», escribió: «Del yuyal salen estos hijos oscuros de la humanidad innominada, macerados en el santo óleo de penurias celestiales con un halo dolorido de fulgencias en la cabeza. Sin títulos, sin recursos, pero con el tesoro de su propio yo. Somos testigos de una nueva era que bien puede denominarse “era floriana”».

Nuevos y expresivos aportes

A India le siguieron otras colaboraciones entre ambos artistas, que dotaron de profundidad y mejores recursos expresivos a la guarania. Así aparecieron en rápida sucesión obras como Kerasy (Sueño doliente), Paraguaype (Asunción), Panambi vera (Mariposa brillante), Nde rendápe aju (Vengo junto a ti) y Buenos Aires, salud. Seis temas que marcaron un nuevo y ambicioso rumbo para el nuevo ritmo. La muerte del poeta acabó con esas colaboraciones y esa notable afinidad estética y humana que se dio entre ambos.

También sumaron sus aportes figuras de la talla de Víctor Montórfano y Lorenzo Medina, en la época de la Guerra del Chaco. Ya en Buenos Aires, invitó a colaborar a poetas como Carlos Abente, quien escribió versos para Guyrau y Ñemity, o Ben Molar, quien escribió la letra de Nace un amor.

En sus obras sinfónicas incorporó al gran poeta Elvio Romero, quien aportó sus versos para el poema sinfónico María de la Paz y para Pyhare pyte, en colaboración con Mauricio Cardozo Ocampo. Finalmente, se sumaron Augusto Roa Bastos, con versos nuevos para Arribeño resay y Choli, y el gran poeta pilarense Carlos Miguel Jiménez en Musiqueada che ámape (Serenata a mi amada) y Punta Karapame Serrato ndive (En Punta Karapa con Serrato).

Entre los diversos aportes a las guaranias concebidas por otros músicos sobresalieron varias mujeres. Zulema de Mirkin puso letra a Recuerdos de Ypacaraí, a pedido de su autor, Demetrio Ortiz. Y María Teresa Márquez, a Mis noches sin ti, del mismo compositor. La poetisa Rosalía Díaz León nos brindó emotivos versos en Mboraihu asy (Amor doliente), como otras creadoras que han ido sumando sus aportes. Y hay más de ellas, que habría que buscar.

Finalmente, queremos consignar el hecho de que posiblemente la mejor biografía del autor de Mburicao escrita hasta hoy se debe a una mujer, Sara Chaves de Talía, quien dedicó varios años a recoger los relatos del gran músico y verterlos luego en un libro fundamental, Génesis y verdad sobre la guarania y su creador, editado en Buenos Aires.

delfi24acosta@gmail.com

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