El mundo que vendrá

Un chamán pai tavytera llega a las mismas conclusiones que los científicos que investigan actualmente las crisis climáticas en el mundo, nos dice el antropólogo José Zanardini en este artículo.

El mundo que vendrá
El mundo que vendráArchivo, ABC Color

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Me tomó bruscamente del brazo mientras yo admiraba unas espléndidas orquídeas silvestres ancladas al tronco de un árbol. «Vamos, rápido –me dijo, imperativamente, karai Nyben–: el cielo se oscurece y van a caer rayos».

Corrimos por unos quince minutos hasta llegar a la cueva de un cerro en la cordillera del Amambay, que es un altiplano de más de 300 metros de altura donde se encuentra también la capital departamental Pedro Juan Caballero. Es un paisaje fantástico, donde los cerros surgen majestuosos como hongos rocosos en medio de una planicie ligeramente ondulada de colinas.

En el cerro Jasuka Venda

Nos refugiamos en una caverna del cerro Jasuka Venda, de profunda significación cultural y religiosa para los indígenas pai tavytera; estos viven esparcidos en numerosas comunidades en esa zona y también más allá de la frontera brasileña, específicamente en Mato Grosso, donde suelen autodenominarse kaiova, o, también, guaraní kaiova.

Llegué a la cueva cansado y sudoroso, me senté, saqué agua de la mochila, la convidé a Nyben sin hablar, sin comentar. Denso silencio. Nyben es un chamán que cuida ese cerro sagrado de los pai tavytera. Después de un buen cuarto de hora, rompió el silencio y dijo: «Ahora empieza la descarga del cielo, la rebelión de la naturaleza, el castigo por la avaricia y la soberbia de los hombres».

Truenos ensordecedores retumbaron en la caverna mientras los rayos danzaban delante de nosotros como luces de discoteca y se estrellaban fragorosamente contra las rocas que circundaban la cueva. Lluvia y granizo completaron la inusual descarga meteorológica. Todo era grande, intenso, espantoso. El viento huracanado impulsaba el granizo y la lluvia dentro de nuestro refugio. Yo miraba a Nyben. Lo vi sacar su maraca decorada con plumas. Rezó, cantó y danzó en el pequeño espacio cavernícola hasta que terminó la tempestad.

La sabiduría del chamán

¿Por qué dijiste que es la rebelión de la naturaleza?, le pregunté. Pensó un poco y luego me dijo: «No sé si me vas a entender, porque no sos hijo de esta Tierra, y menos aún me va a entender la gente que vive en las ciudades o que tiene poder y plata. Este cerro, según nuestras creencias, es el lugar donde empezó el mundo. Aquí, en los orígenes de los tiempos, había una materia fina como una niebla con la que Ñane Ramoi Jusu Papa (Dios) creó todo lo que existe: tierra, agua, aire, plantas, flores, animales, alimentos, sol, luna, estrellas. Aquí es el centro del mundo, es un lugar sagrado; desde aquí Ñane Ramoi Jusu Papa (Dios) sostiene y da vida a todo el universo. Nos encargó a nosotros cuidar el ambiente, respetar la naturaleza, las plantas y los animales; nos dijo que comiéramos lo necesario para vivir, que compartiéramos la comida y que entabláramos buenas relaciones con todos los seres del mundo. La Tierra es nuestra madre; ella nos da lo necesario y nosotros debemos respetarla como a una madre. Sin embargo, ahora muchas personas no respetan la naturaleza, la deforestan y hacen grandes cultivos, y, por lo tanto, desaparecen los animales, los pájaros, las flores y las frutas silvestres. Casi no hay monte ni animales. Ya no veo muchas plantas y animales de cuando era niño. Han desaparecido. A causa de eso –continuó el chamán Nyben- hay más tormentas, más vientos, más inundaciones, más enfermedades, más incendios. Es la respuesta de la naturaleza a los atropellos de los hombres contra la Madre Tierra. Han roto el equilibro y habrá mayores desgracias y más sufrimientos. Se debe empezar a curar a la naturaleza herida», finalizó, angustiado, el chamán Nyben.

¿Qué dicen los científicos?

Los científicos nos proporcionan datos alarmantes sobre el deterioro del planeta. Sin embargo, se hace caso omiso de esos datos porque cuestionan el actual estilo de vida y requieren radicales cambios políticos, sociales y económicos. Se prefiere que las cosas vayan así como van; pero esto tiene el tiempo contado. Grandes desastres se ciernen sobre el planeta Tierra si no se toman serias decisiones a nivel global.

Escuchemos, por ejemplo, la voz de los científicos del Ipbes (Intergovernmental Science Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services): «La responsabilidad del covid-19 es únicamente nuestra. Las crisis climáticas y de la biodiversidad, así como las recientes pandemias, son directas consecuencias de la actividad humana, especialmente de aquellos sistemas financieros y económicos basados en el crecimiento económico a toda costa».

Según los mismos informes del Ipbes, hay un millón de especies de plantas y animales en riesgo de extinción en las próximas décadas y esto podría ser causa de gran cantidad de pandemias. Sostienen que: «Los gobiernos, en las planificaciones pospandémicas, deben incluir iniciativas para la recuperación de la naturaleza. Pero si vuelven a priorizar la agricultura intensiva y los sectores industriales dependientes del carbón y de los derivados del petróleo, esto sería como financiar la aparición de frecuentes y más agudas pandemias».

Si consideramos que el covid-19 es un virus que saltó de los animales a los humanos y que solo entre los mamíferos y animales acuáticos se calcula que habría más de un millón y medio de diferentes virus, nos daremos inmediatamente cuenta de la magnitud del desastre si no nos preocupamos ahora de restaurar la naturaleza. Afirman los científicos del Ipbes: «La deforestación rampante, las expansiones agrícolas descontroladas y la minería, así como la explotación de especies silvestres, han creado un ambiente perfecto para el tránsito de enfermedades desde la vida silvestre a las vidas humanas». Y añaden que los costos de reparación y conservación de la naturaleza son mucho más bajos que los inmensos gastos requeridos por curar las pandemias.

Sin embargo, lamentablemente se continúa deforestando aun en periodo de pandemia: en la Amazonia brasileña, por ejemplo, según datos de la Agencia Espacial Brasileña (AEB), en el mes de abril de 2020 se ha deforestado un 60% de bosques más que en el mes de abril de 2019.

El sabio chamán Nyben, sin haber estudiado en las mejores universidades, y sin saber leer ni escribir, llegó a las mismas conclusiones que los grandes científicos del mundo: cuidar y conservar la naturaleza es una condición necesaria para que todos podamos vivir sanos. El mundo que vendrá es el mismo de ahora: a nosotros nos compete mejorarlo.

josezanardini@hotmail.com

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