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Tiempos extraños y angustiosos los del coronavirus. Una pesada atmósfera se tiende sobre nuestro trajinar diario. Algo se quebró en nuestras vidas. Manuel Cruz es un filósofo y político español. En declaraciones al periódico español El País el lunes 23 de marzo decía que «el globo se ha pinchado. Es hora de redimensionarnos y extraer lecciones». Es una frase surcada por la angustia, la ansiedad, el miedo y el desasosiego causados por la posibilidad de pérdidas irreparables.
En este paisaje gris me vino a la memoria un libro que leí hace poco y que trata de pérdidas irreversibles y hondos dolores. Se trata de La peor parte. Memorias del amor (2019), del filósofo español Fernando Savater (Guipúzcoa, 1947). Se inscribe dentro de la llamada literatura del duelo o de la pérdida, como el reciente También esto pasará, de Milena Busquets, entre otros.
Fernando Savater y Sara Torres estuvieron casados por más de 35 años. Se conocieron cuando ella era alumna suya en la universidad. A mediados del 2014 le diagnostican un tumor cerebral. Muere el 18 de marzo del 2015. Savater pensó que jamás volvería a escribir. Vislumbró que su combustible existencial, Sara, no volvería. Y comprendió que su vida de a dos le otorgaba sentido a su vida.
«Las páginas que siguen no parten del arrobo de la felicidad, sino del portazo desolador que dio al marcharse… la peor parte de mi vida consiste en tener que contar cómo fue la mejor y cuánto de maravilloso perdí cuando se fue para siempre» (p. 18). Así son los senderos de la vida. El autor de Ética para Amador creía que jamás volvería a escribir. Y sin embargo, aquí está un canto a la vida desde el dolor de la ausencia. Este libro, dividido en tres partes, que abarcan el tiempo sin Sara, la vida anterior de ellos y los nueve meses de agonía de ella, es una apuesta fuerte a favor de un testimonio del amor, «zozobra y contradicción», pero lo único que nos salvará, en la visión del pensador rumano Emil Cioran, al que cita Savater.
Eso sí, perder las ganas de vivir, escribe Savater, no significa tener más ganas de morir. Lo que desaparece es el «afán de futuro y sobre todo regocijo de la vida». Su libro más enternecedor y desolador nace de una catástrofe que le lleva a ir «tirando de residuos del pasado».
No se hace ilusiones. En pasajes no carentes de cierto humor melancólico, se refiere a la inutilidad de ese consuelo tan utilizado, el de que «el tiempo lo cura todo». Es al revés: «Los días y los años enquistan el dolor, lo esclerotizan, convierten la tumba en pirámide, pero no fertilizan el desierto que la rodea» (p. 36). «Ya soy la rueda que gira loca en el vacío tras la rotura de su eje» (p. 41). En palabras sencillas, la tristeza ganó el partido.
Este texto de Savater es como que recorriera dos andariveles al mismo tiempo. En uno de ellos está la geografía de un dolor que atraviesa todas sus fibras. Pero, por otro lado, el solo hecho de escribirlo es una opción radical por la vida, porque qué, si no, es Savater, con más de cincuenta obras en su haber. Y algo de eso apunta en la página 52: «Aparece otra razón para vivir: amarla con toda la fuerza y todo el dolor del recuerdo que desafía su pérdida. En ello estoy y ya han pasado más de cuatro años».
La escritura como un puente de sobrevivencia e incluso de sentido de vida, aún en momentos de terrible desesperación. Stephan Zweig fue un escritor austriaco de origen judío que se suicidó en Brasil con su mujer en 1942 ante lo que veía como un avance imparable del nazismo. Alguna vez afirmó lo siguiente: «Los libros sólo se escriben para, por encima del propio aliento, unir a los seres humanos y así defendernos frente al inexorable reverso de la existencia: la fugacidad y el olvido».
Contra ellos escribió Savater este libro.
Escuchando Resistiré en versión del Dúo Dinámico. «Los seres humanos no nacen para siempre el día que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse una y otra vez». Gabriel García Márquez.
Fernando Savater
La peor parte. Memorias de amor
Barcelona, Ariel, 2019
248 pp.