Quién fue Sara

Quién fue Sara.
Quién fue Sara.Archivo, ABC Color

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Eran los 80 en San Sebastián. Entre clase y clase, el joven profesor se tomaba un vino con unas patatas fritas en la barra del bar de la Universidad de Zorroaga cuando se le acercó una alumna con «un corte de pelo a lo punki, con puntas disparadas hacia arriba, origen del apodo Pelo Cohete» y le dijo: «He estado en tu clase. ¡Y no me he ha gustado nada!».

Era el año 2015 en San Sebastián. Una madrugada de marzo, en un cuarto de hospital, moría Pelo Cohete, víctima de un tumor cerebral incurable.

En medio, 35 años de novios.

Porque siempre fueron novios, dice aquel profesor al que abordó en la barra en los 80, Fernando Savater (San Sebastián, 1947). Cineasta y cinéfila, profesora de Estética en la facultad de Filosofía de la Universidad del País Vasco, Sara Torres Marrero dirigió documentales, escribió artículos para las revistas Fotogramas y Nosferatu –de la que fue cofundadora– y fue una de las impulsoras del Festival de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián. Debido a sus posiciones políticas antinacionalistas (ella, que de joven militó un tiempo en ETA), sufrió dos ataques, por lo que tenía que llevar escolta.

Mientras Fernando y Sara trabajaban en su libro Aquí viven leones: viaje a las guaridas de los grandes escritores –geografía literaria, de lugares que albergaron a ocho autores (Valle Inclán, Flaubert, Leopardi, Agatha Christie, Alfonso Reyes, Zweig, Shakespeare, Poe) que ambos amaban–, el primero que pensaban escribir juntos, y que fue el último y el único, llegó el diagnóstico del cáncer que terminaría con su vida en unos meses.

«Vivir sin alegría ha sido una experiencia nueva para mí», escribe Savater en La peor parte. «Estaba acostumbrado a despertar siempre como cuando era niño, con un latente “¡vaya, otra vez!” gorjeando dentro. Y con el litúrgico “¿qué pasará?” con el que acababa cada episodio de cualquiera de los tebeos que tanto me gustaban y que leía puntualmente cada sábado por la noche. Yo sabía que cabía esperar mil peripecias divertidas, pero que nada irreparable le ocurriría al protagonista, o sea, a mí. Aunque me quejaba, lloraba y maldecía como todo el mundo, jamás me lo creí; la vida me parecía estupenda, a veces algo horrible, sin duda, pero no menos estupenda, como una buena película de terror tipo Alien o La semilla del diablo. Incluso en mis peores momentos, en la tortura del cólico nefrítico, en el hastío de un cóctel formal o una conferencia académica (son las peores experiencias que a bote pronto puedo recordar), sonaba como fondo de mi ánimo el basso ostinato de la alegría, aunque ni siquiera yo pudiese darme cuenta. Ha sido al dejar de oír ese íntimo hilo musical cuando, tras la inicial extrañeza, me he dado cuenta de lo que había perdido. “Reconocí a la alegría por el ruido que hizo al marcharse”, dijo Jacques Prévert (el poeta preferido de Pelo Cohete cuando la conocí), y podría hacer mía esa constatación».

Esa fue Sara Torres, la música que se detuvo, la alegría que se marchó con ruido, para los lectores que (dado que hoy tenemos en estas mismas páginas una reseña del arriba citado título de Savater) se lo pregunten. De ella habla La peor parte, libro que cuenta la mejor parte de la vida. Cuando se ha ido para siempre.

Fernando Savater

La peor parte. Memorias de amor

Barcelona, Ariel, 2019

248 pp.

juliansorel20@gmail.com

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