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Los escritores, músicos y actores, desde tiempos inmemoriales, han sido la conciencia de los pueblos, y el arte, la vanguardia que genera o modifica los valores que enaltecen al género humano; por ello, los trabajadores de la cultura han merecido la consideración y el respeto de toda sociedad apartada de la barbarie.
En estos días, la ministra de Cultura alemana, Monika Grütters, ha declarado que, en vista de la multitud de cierres y cancelaciones de actos musicales que se están llevando a cabo en Alemania a causa de la pandemia del coronavirus, el Gobierno alemán tomará medidas de ayuda para artistas y entidades musicales.
Grütters dijo: «Soy consciente de que esta situación supone una gran carga para las industrias culturales y creativas, y en particular para las instituciones más pequeñas e independientes. Puede poner a los artistas en una angustia considerable. Los artistas y las instituciones culturales pueden confiar en el Gobierno, especialmente teniendo en cuenta las situaciones de vida y las condiciones de producción de las industrias culturales, creativas y de medios. Escuchamos sus preocupaciones y trabajaremos para garantizar que se incluyan los intereses especiales del sector cultural y el sector creativo cuando se trata de medidas de apoyo y de liquidez».
En Paraguay
Aunque «Lavarse las manos y no andar como puercos por la vida» es cuestión de cultura, encontramos que la industria cultural vinculada al Estado paraguayo recibe menos del 1% del Presupuesto total de Gastos de la Nación. De ese 1%, la Secretaría Nacional de Cultura se lleva 40%; la Dirección General de Propiedad Intelectual, 22%; el Centro Cultural de la República El Cabildo, 18%; en cuarto lugar, el Instituto Paraguayo de Artesanía, 9%; y la única institución creada por Ley para apoyar iniciativas y proyectos artístico-culturales de todas las disciplinas a nivel nacional, el Fondec, recibe el 7% (del 1%), lo que representa unos 4.300.000.000 guaraníes.
Para graficar mejor el indignante monto que el Estado asigna a la Cultura, vamos a tomar como ejemplo al Fondec, la institución que más conocen los artistas –aunque no sea la que maneja la agenda de los artistas y gestores–. Esta institución recibe del Estado, en términos monetarios, el mismo monto que Petropar se asigna para sus «bocaditos». Aquí vale señalar que el Fondec suele recibir pedidos de apoyo aproximadamente por 15.000.000.000 y solo cuenta, como señalamos, con un poco más de cuatro mil millones para lo misional.
El presupuesto es una estrategia para el desarrollo de las expresiones culturales. Los recortes del «gobierno de la gente», con el silencio cómplice de la Secretaría Nacional de Cultura, no solo han afectado al Fondec, sino a todas las instituciones que apoyan lo artístico: la precarización de la cultura es oficial. Desde ya, del actual ministro de Cultura, Rubén Capdevila, de reconocida ineptitud, no se espera que se ponga a la altura de la ministra de Cultura de Alemania, Monika Grütters, pero ante la grave situación que vive el país, tampoco se esperaba que sea tan inservible y su única preocupación como karai guasu sea conseguir alguien que diga que apoya su gestión en la SNC. Por lo visto, hay que recordarle al señor ministro que existe un marco legal que establece principios básicos que cumplir en la implementación de políticas culturales para todos los países que conforman el concierto mundial de naciones denominado Onu/Unesco que el cargo de servidor público es un honor y una responsabilidad y que el artista, el pueblo, es el karai guasu, el patrón.